Recuperado de: Filosofía y enseñanza
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domingo, 16 de noviembre de 2014
Conversación: a propósito de la decisión del Ministerio de Educacional Nacional que retira la filosofía de las pruebas de estado.
El Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia invita a la Conversación: a propósito de la decisión del Ministerio de Educacional Nacional que retira la filosofía de las pruebas de estado. Fecha: noviembre 26 de 2014 Hora: 2:00 p.m. Lugar: Auditorio 4 piso de la Biblioteca Central.
Fuente: SCF
lunes, 13 de octubre de 2014
12 de octubre, ¿día de la raza, del racismo o del holocausto de los aborígenes?
Por Ollantay Itzamná*
12 de octubre, 2014.- En Latinoamérica y en España, las entidades
públicas y privadas celebran el 12 de octubre, con diversos actos
culturales, como el Día de la Raza y/o Día de la Hispanidad.
El origen de esta fecha se debe al primer recibimiento fraterno que
hicieron nuestros ancestros aborígenes, en las costas de la actual
República Dominicana, a los primeros europeos/españoles, en octubre de
1492. Aquella hospitalidad fue traicionada con saqueos, enfermedades,
desposesión, esclavitud y genocidio. Sí. Genocidio. En menos de siglo y
medio, los “huéspedes” cristianos masacraron violentamente cerca de 70
millones de nuestros abuelos/as para apropiarse de nuestros bienes
comunes. Fue y es el primer holocausto humano en nombre del tal Dios
desconocido y de la paradisiaca civilividad prometida que jamás llegó.
La oficialidad de los actuales españolitos, y las autómatas élites
políticas y culturales que reditúan del holocausto colonial en las
actuales tierras de Abya Yala, promueven la remembranza del 12 octubre
como el Día de la Hispanidad o Día de la Raza con la finalidad de
mantenernos dormidos y colonizados, serviles a sus intereses.
El
12 de octubre no es ningún Día de la Raza, porque la misma antropología
occidental demostró con demasía que razas humanas no existen. Existe
una sola especie humana. Y, quien diga lo contrario no es más que un
ladrón y saqueador que intenta justificar el despojo y la esclavitud
contemporánea.
En 12 de octubre tampoco es Día de la Hispanidad, porque en la
realidad, la categoría cultural de “hispanidad” fue y es un espejismo.
En ese territorio que, hoy, llaman España, vascos y catalanes se ofenden
si se les llama español/a. España como unidad cultural no existe. Este
idioma en el que intentamos comunicarnos no se llama español, se llama
castellano. Entonces, ¿qué es hispanidad? Un concepto vacío y
aborrecido, como la actual Monarquía madrileña.
El 12 de octubre es el Día del Holocausto de nuestros abuelos/as. Es
el Día del Racismo endémico que justificó la humillación y el despojo
que cometieron y cometen los misioneros del Dios desconocido. Y los
actos abominables no se celebran. Mucho menos se agradecen. Pero, sí: es
una lección por donde no debemos transitar jamás.
Entonces, ¿por qué se estableció el 12 de octubre como el Día de la
Raza o de la Hispanidad? Ellos lo establecieron para intentar limpiar y
tranquilizar su conciencia sanguinaria que jamás los dejará en paz. Para
intentar afianzar y mantener su supuesta superioridad biológica y
cultural frente a los demás pueblos. ¿Una sociedad que vive de la
violencia y del saqueo, consumopáticos que devoran más allá de la
capacidad regenerativa de la Madre Tierra, puede ser considerada como
civilización? En estos y otros territorios de Abya Yala, ¿vivimos mejor o
peor a más de cinco siglos de confesar la fe cristiana? ¿Quién disfruta
de paraíso terrenal proclamado por más de 2000 años en el planeta? Y el
Dios desconocido, sólo guarda silencio cómplice… Los enviados de Dios
se apropiaron de la tierra, los ríos, los bosques, las playas, los
yacimientos mineros e hidrocarburíferos. Sólo nos dejaron la cruz y la
Biblia que no hacen milagros.
Quienes tenemos el privilegio de portar en nuestra identidad parte
del cúmulo de la dignidad de las milenarias civilizaciones nativas de
Abya Yala, tenemos la responsabilidad histórica de nominar a la realidad
histórica y fáctica con la verdad que corresponde. Pero, para ello, no
es suficiente con desaprender o sospechar de las mentiras de los
genocidas impuestas como verdades. Es necesario hacer el camino hacia
adentro (metanoia dirían los ascetas), para desconfigurarnos y
reconfigurarnos psicológica, mental y espiritualmente. Sólo así esta
Abya Yala que florece hará que sea posible la esperada primavera de
múltiples colores en la Madre Tierra.
—
*Ollantay Itzamná, indígena quechua. Acompaña a las organizaciones indígenas y sociales en la zona maya. Conoció el castellano a los diez años, cuando conoció la escuela, la carretera, la rueda, etc. Escribe desde hace 10 años no por dinero, sino a cambio de que sus reflexiones que son los aportes de muchos y muchas sin derecho a escribir “Solo nos dejen decir nuestra verdad”
*Ollantay Itzamná, indígena quechua. Acompaña a las organizaciones indígenas y sociales en la zona maya. Conoció el castellano a los diez años, cuando conoció la escuela, la carretera, la rueda, etc. Escribe desde hace 10 años no por dinero, sino a cambio de que sus reflexiones que son los aportes de muchos y muchas sin derecho a escribir “Solo nos dejen decir nuestra verdad”
Fuente: Servindi
jueves, 9 de octubre de 2014
Colombia: 48 niños indígenas murieron este año por descuido del Estado
Foto referencial del sitio web de la ONIC
- Según informe de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Servindi, 8 de octubre, 2014.- Según el último reporte de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)
en lo que va del año han muerto 48 niños originarios colombianos por
falta de acceso a la salud y desnutrición sin que el Estado tome cartas
en el asunto. Los pueblos más afectados son el Emberá Katío y el Wayúu.
El factor principal que incidió en los lamentables decesos es la
carencia de vías de comunicación óptimas para facilitar la atención
médica regular de los infantes, además de la ineficiencia de las
políticas de atención temprana del gobierno.
Desde el mes de enero a setiembre, 45 niños cuyas edades estaban en
el rango de 0 a 8 años fallecieron por enfermedades comunes y
calificadas como prevenibles, mientras que 3 perdieron la vida por una
desnutrición severa.
Por otro lado, el informe de la ONIC denuncia la trata ilegal de
personas que año tras año golpea a los nativos del país sudamericano;
esta vez 13 adolescentes indígenas fueron raptados por organizaciones
ilegales.
Al respecto, el documento especifica que 10 jóvenes comuneros del
pueblo Awá, 2 jóvenes del pueblo Muruy y un integrante del pueblo Wayúu
fueron privados de su libertad por fines de explotación de toda índole.
Además, el informe refleja la acrecentada problemática del
desplazamiento de los nativos que se ven obligados a abandonar su
territorio por una serie de abusos y atrocidades. La cifra de afectados
en 2014 es de 2819 indígenas.
Entre las comunidades que más padecieron los desplazamientos figuran los Embera Dobida, Embera Katío, Nasa, Nukak, Zenú y Siona.
Las cifras del 2013
Las cifras de desnutrición y muerte del 2013 no fueron para nada
alentadoras, pues según la Fundación Agencia de Comunicaciones
Periodismo Aliado de la Niñez, el Desarrollo Social y la Investigación
(Pandi), 1 de cada 4 niños nativos murieron antes de cumplir los 6 años.
A su vez, esta institución también alertó que el 70 por ciento de estos niños padece de desnutrición crónica.
Cabe señalar que la ONIC identificó el años pasado un total de 66
pueblos indígenas colombianos en alto riesgo de desaparición a mediano
plazo por una serie de problemas como la grave situación de mortalidad
infantil que los aqueja.
Fuente: Servindi
miércoles, 8 de octubre de 2014
sábado, 4 de octubre de 2014
Seminario de Biopolítica y Cátedra Capitalismo Cognitivo
FAVOR DIVULGAR
Cordial saludo.
Les
comparto los enlaces para inscripción en el Seminario de BIOPOLÍTICA y
en la cátedra sobre CAPITALISMO COGNITIVO. En estas actividades nos
acompañarán los profesores Giuseppe Cocco, Gigi Roggero y Barbara
Szaniecki. Las actividades son gratuitas, sólo se requiere presentar
cédula para ingresar al Campus y confirmar asistencia en el puesto de
recepción el día del evento.
INSCRIPCIÓN 2
Cátedra La Universidad en el Capitalismo Cognitivo. Si usted desea inscribirse a la cátedra GRID, que se realizará el día 8 de octubre, haga clic aquí
Programación completa en: www.uninomada.co
lunes, 22 de septiembre de 2014
América Latina logra mejoras en salud, educación y participación política de pueblos indígenas en última década
(22 de septiembre, 2014)
En América Latina existen cerca de 45 millones de personas indígenas
que representan 8,3 % de la población de la región. En la última década
se han constatado mejoras en su acceso a la salud y la educación, el
reconocimiento de sus derechos territoriales y su participación
política, aunque quedan brechas por cerrar, según revela un nuevo
informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL).
El documento Los pueblos indígenas en América Latina: avances en el último decenio y retos pendientes para la garantía de sus derechos, presentado hoy en Nueva York, pretende contribuir a los debates que se desarrollarán en la Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas, los días 22 y 23 de septiembre, así como al proceso de implementación y seguimiento de la agenda de desarrollo post-2015.
El
informe muestra avances importantes en el acceso a los servicios de
salud que se han reflejado en mejoras en indicadores como la atención al
parto y la mortalidad infantil entre los pueblos indígenas. Los
fallecimientos de menores de cinco años se redujeron entre 2000 y 2010
en los nueve países con datos disponibles (Costa Rica, México, Brasil,
Venezuela, Ecuador, Panamá, Guatemala, Perú y Bolivia).
Además, 17 países disponen de alguna institucionalidad estatal con el mandato específico de gestionar la salud intercultural.
En
el ámbito educativo se observan aumentos en las tasas de asistencia
escolar en todos los niveles. Los ocho pafíses con datos disponibles de
los censos realizados en 2010 y 2011 muestran por ejemplo porcentajes de
asistencia de entre 82 y 99 % para los niños de 6 a 11 años.
Persisten
sin embargo brechas significativas en la culminación de la educación
media y en el acceso a los niveles superiores respecto a los indicadores
de la población no indígena.
Por
otra parte, se constatan también avances en el reconocimiento de los
derechos territoriales de los pueblos indígenas, entre los que se
encuentra el derecho a la propiedad colectiva del territorio.
El
estudio indica que ha habido logros en la mayoría de los países de la
región en esta área, principalmente en la demarcación y titulación de
tierras, pero quedan importantes desafíos respecto al control
territorial, incluyendo los recursos naturales. En este ámbito se
detectaron, entre 2010 y 2013, más de 200 conflictos en territorios
indígenas ligados a actividades extractivas de hidrocarburos y minería.
Se
advierte también un aumento de la participación política de los pueblos
indígenas, un continuo fortalecimiento de sus organizaciones y el
establecimiento de alianzas para la incidencia política, pero sigue
habiendo una escasa representación de estos pueblos en órganos de los
poderes del Estado.
Además,
si bien se observan algunos progresos en el derecho al consentimiento
libre, previo e informado y el respeto a las instituciones y sistemas de
autogobierno de los pueblos indígenas, estos resultan aún insuficientes
en relación a los estándares internacionales que reconocen el derecho
fundamental a la libre determinación de estos pueblos.
Respecto
a sus características demográficas, el informe señala que, de
acuerdo con los datos censales, para el año 2010 la población indígena
estimada en América Latina rondaba los 45 millones de personas, de los
que 17 millones vivían en México y otros 7 millones, en Perú. En tanto,
los países con mayor proporción de población indígena son Bolivia (62,2
%), Guatemala (41,0 %), Perú (24,0 %) y México (15,1 %).
En
la actualidad es posible contabilizar 826 pueblos indígenas en América
Latina. Esto supone un incremento respecto a la última cifra dada a
conocer por la CEPAL en 2006, cuando se identificaron 642 pueblos. Esta
alza se debe a la mejora de la información estadística en años recientes
y a la incidencia de los propios pueblos en la lucha por su
reconocimiento.
Brasil
posee la mayor cantidad de pueblos indígenas (305), seguido por
Colombia (102), Perú (85), México (78) y Bolivia (39). Muchos de ellos
se encuentran el peligro de desaparición física o cultural, como se ha
podido constatar en los casos de Brasil (70 pueblos en riesgo), Colombia
(35) y Bolivia (13).
Además
de ellos, se estima que existen otros 200 pueblos indígenas en
aislamiento voluntario en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay,
Perú y Venezuela.
El
potencial de crecimiento de la población indígena es mayor que el de la
no indígena, ya que su estructura etaria es más joven y sus tasas de
fecundidad son más elevadas, si bien se observa una reducción en este
indicador en los cinco países con datos disponibles (Brasil, Ecuador,
México, Panamá y Venezuela).
El
documento también revela que la migración interna reciente es menor
entre los pueblos indígenas que entre la población no indígena y que en 4
de 10 países con información disponible (México, Perú, Uruguay y
Venezuela), la mayoría de la población indígena vive en ciudades.
Por
otro lado, los censos recientes de nueve países confirman la existencia
de una profunda brecha digital. En Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela,
el acceso a internet de los hogares no indígenas es entre cinco y seis
veces mayor respecto a los hogares indígenas.
El
informe de la CEPAL analiza en profundidad toda la información
disponible en cada una de estas áreas, aboga por fortalecer los
mecanismos de protección de los derechos de los pueblos indígenas
implementados en el sistema de las Naciones Unidas y plantea
recomendaciones a los países, a los que alienta a reconocer el aporte de
estos pueblos para construir un nuevo paradigma del desarrollo, basado
en un cambio estructural hacia la igualdad y la sostenibilidad.
Más información en www.cepal.org:
Para consultas:
Contactar en Nueva York con María Amparo Lasso, Jefa de la Unidad de Información Pública de la CEPAL. Correo electrónico: mariaamparo.lassocepal.org; teléfono: (56 9) 7967 8306.
Contactar en Santiago de Chile con la Unidad de Información Pública de la CEPAL. Correo electrónico: prensacepal.org; teléfono: (56 2) 2210 2040.
Fuente: CEPAL
lunes, 15 de septiembre de 2014
sábado, 30 de agosto de 2014
DIAS NACIONALES PARA LA CONSERVACION DEL HUMEDAL LAGO DE TOTA
20 DE SEPTIEMBRE: La siembra del agua. Trae tu árbol.
21 DE SEPTIEMBRE: Limpieza en el espejo de agua; tanto de basuras como de elodea. Trae bolsas para la basura, guantes, tapabocas.
22 DE SEPTIEMBRE: Acto de Declaratoria del Patrimonio hídrico de los colombianos, limpieza de la quebrada el Mugre y rebuatización de la quebrada el mugre, Homenaje al agua.
Bienvenidos Todos desde ya.
Y desde luego sumercé puede proponer más actividades... es cuestión de creatividad.
Vamos con juerza, ganas, berraquera. Las nuevas generaciones no necesitan palabras.... necesitan ejemplo.
sábado, 16 de agosto de 2014
viernes, 1 de agosto de 2014
John Kao hace un llamado a cambiar el modelo educativo y orientarlo hacia el aprovechamiento del talento de los niños
El experto en innovación
John Kao hizo un llamado para ajustar lo más pronto posible los sistemas
de educación para lograr aprovechar el talento más subutilizado en la
actualidad en el mundo: los niños. Kao aseguró que la mayoría de los
sistemas de educación en el mundo se han convertido en una transferencia
de datos de profesores a alumnos, sobre un mundo "que está
desapareciendo".
Para él, los sistemas de educación deben estar
orientados a que los niños exploren soluciones a los problemas del
planeta, pierdan el temor al riesgo y aprendan que el fracaso solo es otra forma de aprender.
También insistió en la necesidad de impulsar otros valores, como la colaboración y el emprendimiento de proyectos con causa social. Además, aseguró que los niños y su capacidad no dan espera, por lo que hay que empezar lo más pronto posible.
"Cuando un emprendedor vaya a Silicon Valley a pedir ayuda de un inversionista, lo primero que le van a preguntar es cuántas veces ha fracasado y cuál ha sido su actitud frente a esto", dijo Kao.
El autor del reconocido libro 'Innovation Nation' invitó a los colombianos a ser parte de su proyecto bandera Edgemakers, que busca innovar en la educación y educar para innovar.
De hecho, Kao mostró dos interesantes videos al auditorio. En uno de ellos, una niña pidió que los adultos erradiquen el uso del adjetivo infantil, cuando busquen descalificar una idea, deseo, pregunta o proyecto de un niño.
En una presentación en el Teatro Metropolitano de Medellín, Kao deleitó a más de tres mil asistentes con varias interpretaciones de jazz en piano. La ejecución en el teclado sirvió para dejar otra de sus lecciones: "La innovación es una capacidad, no un deseo", dijo, y luego confesó que para lograr interpretar el piano y arriesgarse a hacer una corta improvisación necesitó varias horas de práctica.
Su conferencia tuvo lugar en el Heroes Fest, evento organizado por iNNpulsa Colombia, la Alcaldía de Medellín y el Sena, en el que se busca inspirar a más de mil colombianos a buscar un cambio en la historia del país, a través de la innovación.
También insistió en la necesidad de impulsar otros valores, como la colaboración y el emprendimiento de proyectos con causa social. Además, aseguró que los niños y su capacidad no dan espera, por lo que hay que empezar lo más pronto posible.
"Cuando un emprendedor vaya a Silicon Valley a pedir ayuda de un inversionista, lo primero que le van a preguntar es cuántas veces ha fracasado y cuál ha sido su actitud frente a esto", dijo Kao.
El autor del reconocido libro 'Innovation Nation' invitó a los colombianos a ser parte de su proyecto bandera Edgemakers, que busca innovar en la educación y educar para innovar.
De hecho, Kao mostró dos interesantes videos al auditorio. En uno de ellos, una niña pidió que los adultos erradiquen el uso del adjetivo infantil, cuando busquen descalificar una idea, deseo, pregunta o proyecto de un niño.
En una presentación en el Teatro Metropolitano de Medellín, Kao deleitó a más de tres mil asistentes con varias interpretaciones de jazz en piano. La ejecución en el teclado sirvió para dejar otra de sus lecciones: "La innovación es una capacidad, no un deseo", dijo, y luego confesó que para lograr interpretar el piano y arriesgarse a hacer una corta improvisación necesitó varias horas de práctica.
Su conferencia tuvo lugar en el Heroes Fest, evento organizado por iNNpulsa Colombia, la Alcaldía de Medellín y el Sena, en el que se busca inspirar a más de mil colombianos a buscar un cambio en la historia del país, a través de la innovación.
Fuente: El Tiempo
domingo, 27 de julio de 2014
Noam Chomsky: "Plan Colombia cambió a las Farc"
Por: Lina Britto y Forrest Hylton * / Especial para El Espectador Boston
El contraste entre la pausa en su voz y la
radicalidad de lo que expresa se ha marinado con los años, revelando
algo esencial en el trabajo del mundialmente famoso intelectual
norteamericano Noam Chomsky: la fascinación por las paradojas.
Creció en Filadelfia, en una familia judía de eruditos del idioma hebreo bajo un nombre que les hace honor a dos de los patriarcas del judaísmo, Abraham y Noé. Pero al llegar a su madurez, Avram Noam Chomsky se convirtió en uno de los críticos más mordaces del sionismo, del Estado de Israel y del papel de Estados Unidos en el Medio Oriente.
Alcanzó reconocimiento mundial como lingüista con una novedosa teoría sobre el lenguaje y la inteligencia humana que revolucionaría un arsenal de ciencias cognitivas, filosóficas y del lenguaje. Sin embargo, un par de décadas más tarde, sería tan leído, citado, discutido y debatido por su “gramática generativa” como por sus libros políticos de afilados dientes sobre las aventuras imperiales de su país en el mundo. Chomsky habló en exclusiva para este diario.
¿Cuál cree usted que es el papel que ocupan las movilizaciones sociales de las últimas décadas en América Latina dentro de la coyuntura mundial?
Noam Chomsky: Lo que ha sucedido en América Latina en las últimas décadas es de gran importancia histórica. Por primera vez en 500 años, desde la llegada de los conquistadores, América Latina, particularmente Suramérica, ha ganado cierta independencia. Primero estuvo por siglos bajo el control de los poderes imperiales europeos. Luego, durante el último siglo y medio, bajo Estados Unidos. El asunto es que EE.UU. ha dado esto por hecho siempre. Al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzaron a diseñar el sistema imperial global, quienes lo planearon asignaron lo que ellos llamaban “funciones” a cada región. De manera franca y abierta, personajes como George Kennan, por ejemplo, estipularon que EE.UU. debía combatir “la filosofía del nuevo nacionalismo latinoamericano”, que no era más que la premisa de que los recursos de las naciones deberían desarrollarse de acuerdo con los intereses de sus pueblos. Para EE.UU., esto resultaba inaceptable. Los recursos del continente deberían ser para los inversionistas estadounidenses. Existe toda una teoría económica al respecto. Lo interesante es que cuando las colonias norteamericanas lograron su independencia en el siglo XVIII, economistas británicos como Adam Smith les aconsejaron exactamente lo mismo a sus dirigentes. Por supuesto, las colonias violaron todos los principios de dicha teoría. Así que cuando finalmente estuvieron a cargo del mundo tras la Segunda Guerra Mundial, le impusieron las mismas reglas a América Latina y así la sometieron. Pero las cosas han cambiado radicalmente en los últimos 15 años. EE.UU. ya no controla el continente, lo cual es una de las señales más claras del declive de su hegemonía.
A la luz de estos cambios históricos, ¿qué perspectivas de paz encuentra en Colombia?
El panorama es esperanzador. Los diálogos de paz son un giro positivo que tal vez pueda ponerle fin a esta historia tan brutal. De algún modo el mayor efecto del Plan Colombia fue cambiar a las Farc de una organización con programas sociales a otro ejército más que se ensaña con los campesinos.
E.E.: Pero esa no es la perspectiva que tiene la mayoría de los colombianos. La idea generalizada es que las Farc abandonaron su ideología y principios cuando se involucraron en el narcotráfico en la década de los 80.
Las Farc siempre tuvieron algún grado de conexión, o tolerancia, con la producción de drogas ilegales, pero no eran actores principales. Se convirtieron en uno durante la transición general que sufrieron bajo el Plan Colombia, cuando abandonaron los programas sociales al ser imposibles de implementar con la militarización del conflicto. En mi opinión, fue el Plan Colombia lo que llevó a las Farc al punto en que se encuentran hoy, es decir, otra fuerza militar que victimiza a los campesinos. Esto se puede ver en el Cauca, cuando uno habla con los campesinos es claro que consideran a las Farc otro enemigo junto a los militares y los paramilitares.
E.E.: Precisamente en esa militarización del conflicto muchos analistas han encontrado razones para considerar a Colombia un bastión de la derecha en el continente. ¿Qué piensa de esta correlación?
Ha sido cierta, pero hoy lo es menos que antes. (El presidente) Santos ha sido una sorpresa para mí. Nunca esperé que hiciera un giro tan rápido en su política, tal como lo ha hecho. Siento que ha habido un cambio de fondo. No creo que EE.UU. cuente con Colombia de la misma manera que antes, es decir, como una base confiable para actividades antiterroristas y de control continental. Colombia se está alejando de Estados Unidos. Cualquiera lo puede ver en la posición que el país ha venido asumiendo en conferencias y encuentros internacionales. EE.UU. sigue intentando mantener a Colombia en su órbita. El esfuerzo más reciente ha sido a través de la Alianza del Pacífico, la cual pretende crear con Chile, Perú, Colombia y México para hacerles contrapeso a Mercosur y a los otros estados más independientes de la región. Pero yo creo que será una causa perdida.
¿Por qué cree que fracasará?
Porque hay un gran giro continental hacia la independencia.
Y dentro de ese giro, ¿cómo analiza las movilizaciones sociales en Colombia en contra de los tratados de libre comercio, la minería extractiva y la privatización de la educación?
Lo primero que debemos hacer es dejar de usar la frase “tratados de libre comercio”. Si observamos estos tratados, nos damos cuenta de que están lejos de ser de libre comercio, son altamente proteccionistas y mucho de lo acordado no tiene nada que ver con comercio. Básicamente, son acuerdos sobre derechos de inversión. Por eso las movilizaciones sociales en toda América Latina son desarrollos impresionantes. Los movimientos rurales contra la minería, en particular, son de significancia mundial. Cualquier persona con algún grado de alfabetismo debería estar consciente de que en la actualidad nos enfrentamos a la posibilidad de la destrucción de la vida en el planeta. Es un riesgo serio e inminente. Los informes científicos son tremendamente desalentadores. Basta una mirada a la actualidad para darse cuenta de que hay ciertos grupos tratando de afrontar la crisis y otros intentando acelerarla. A la vanguardia de los que afrontan la crisis están todos aquellos que hemos considerado atrasados, los pueblos indígenas de América Latina, las naciones originarias de Canadá, los aborígenes de Australia, las tribus de la India y muchos otros. Y, ¿quiénes lideran a los que buscan profundizar la crisis? EE.UU. y Canadá. La paradoja es excepcional: los países más avanzados económicamente, los que han gozado de las mayores ventajas, los más poderosos, supuestamente los mejor educados, están conduciendo al mundo al desastre, mientras que los pueblos hasta ahora considerados primitivos están tratando de salvar el planeta entero. Y a menos que los países ricos aprendan de los pueblos indígenas, estaremos condenados todos a la destrucción.
Uno de los públicos colombianos más fieles de su trabajo es el movimiento estudiantil, sus organizaciones siempre están circulando sus artículos, posteando sus conferencias, ¿qué tiene para decirles?
Históricamente los estudiantes alrededor del mundo han estado a la vanguardia de las luchas sociales que han conducido a sociedades un poco más civilizadas. Existe una razón. Ellos están en el momento de la vida de máxima libertad. Ya no están bajo el control familiar y todavía no están bajo el dominio del sistema económico que nos fuerza a convertirnos en sus esclavos. Así que tienen libertad para pensar, para averiguar quiénes son, para hacer cosas. De hecho, esta libertad es una de las razones para la arremetida privatizadora contra las universidades a nivel mundial. Es un intento por controlar esta población tan peligrosa. Uno de los enemigos principales de los estados y el sistema corporativo es la propia población. El escándalo de (Edward) Snowden y la NSA nos lo reveló. ¿De qué se trata si no de controlar a la población bajo la pretensión fraudulenta de la lucha contra el terrorismo? Los estudiantes están en una posición única de libertad y a raíz de ello se explican los esfuerzos por aplastarlos. Pero para los estudiantes colombianos, estas son oportunidades servidas para que las aprovechen y las multipliquen.
*(Britto & Hylton) Profesores de historia latinoamericana y del Caribe, Northwestern University, Chicago.
Creció en Filadelfia, en una familia judía de eruditos del idioma hebreo bajo un nombre que les hace honor a dos de los patriarcas del judaísmo, Abraham y Noé. Pero al llegar a su madurez, Avram Noam Chomsky se convirtió en uno de los críticos más mordaces del sionismo, del Estado de Israel y del papel de Estados Unidos en el Medio Oriente.
Alcanzó reconocimiento mundial como lingüista con una novedosa teoría sobre el lenguaje y la inteligencia humana que revolucionaría un arsenal de ciencias cognitivas, filosóficas y del lenguaje. Sin embargo, un par de décadas más tarde, sería tan leído, citado, discutido y debatido por su “gramática generativa” como por sus libros políticos de afilados dientes sobre las aventuras imperiales de su país en el mundo. Chomsky habló en exclusiva para este diario.
¿Cuál cree usted que es el papel que ocupan las movilizaciones sociales de las últimas décadas en América Latina dentro de la coyuntura mundial?
Noam Chomsky: Lo que ha sucedido en América Latina en las últimas décadas es de gran importancia histórica. Por primera vez en 500 años, desde la llegada de los conquistadores, América Latina, particularmente Suramérica, ha ganado cierta independencia. Primero estuvo por siglos bajo el control de los poderes imperiales europeos. Luego, durante el último siglo y medio, bajo Estados Unidos. El asunto es que EE.UU. ha dado esto por hecho siempre. Al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzaron a diseñar el sistema imperial global, quienes lo planearon asignaron lo que ellos llamaban “funciones” a cada región. De manera franca y abierta, personajes como George Kennan, por ejemplo, estipularon que EE.UU. debía combatir “la filosofía del nuevo nacionalismo latinoamericano”, que no era más que la premisa de que los recursos de las naciones deberían desarrollarse de acuerdo con los intereses de sus pueblos. Para EE.UU., esto resultaba inaceptable. Los recursos del continente deberían ser para los inversionistas estadounidenses. Existe toda una teoría económica al respecto. Lo interesante es que cuando las colonias norteamericanas lograron su independencia en el siglo XVIII, economistas británicos como Adam Smith les aconsejaron exactamente lo mismo a sus dirigentes. Por supuesto, las colonias violaron todos los principios de dicha teoría. Así que cuando finalmente estuvieron a cargo del mundo tras la Segunda Guerra Mundial, le impusieron las mismas reglas a América Latina y así la sometieron. Pero las cosas han cambiado radicalmente en los últimos 15 años. EE.UU. ya no controla el continente, lo cual es una de las señales más claras del declive de su hegemonía.
A la luz de estos cambios históricos, ¿qué perspectivas de paz encuentra en Colombia?
El panorama es esperanzador. Los diálogos de paz son un giro positivo que tal vez pueda ponerle fin a esta historia tan brutal. De algún modo el mayor efecto del Plan Colombia fue cambiar a las Farc de una organización con programas sociales a otro ejército más que se ensaña con los campesinos.
E.E.: Pero esa no es la perspectiva que tiene la mayoría de los colombianos. La idea generalizada es que las Farc abandonaron su ideología y principios cuando se involucraron en el narcotráfico en la década de los 80.
Las Farc siempre tuvieron algún grado de conexión, o tolerancia, con la producción de drogas ilegales, pero no eran actores principales. Se convirtieron en uno durante la transición general que sufrieron bajo el Plan Colombia, cuando abandonaron los programas sociales al ser imposibles de implementar con la militarización del conflicto. En mi opinión, fue el Plan Colombia lo que llevó a las Farc al punto en que se encuentran hoy, es decir, otra fuerza militar que victimiza a los campesinos. Esto se puede ver en el Cauca, cuando uno habla con los campesinos es claro que consideran a las Farc otro enemigo junto a los militares y los paramilitares.
E.E.: Precisamente en esa militarización del conflicto muchos analistas han encontrado razones para considerar a Colombia un bastión de la derecha en el continente. ¿Qué piensa de esta correlación?
Ha sido cierta, pero hoy lo es menos que antes. (El presidente) Santos ha sido una sorpresa para mí. Nunca esperé que hiciera un giro tan rápido en su política, tal como lo ha hecho. Siento que ha habido un cambio de fondo. No creo que EE.UU. cuente con Colombia de la misma manera que antes, es decir, como una base confiable para actividades antiterroristas y de control continental. Colombia se está alejando de Estados Unidos. Cualquiera lo puede ver en la posición que el país ha venido asumiendo en conferencias y encuentros internacionales. EE.UU. sigue intentando mantener a Colombia en su órbita. El esfuerzo más reciente ha sido a través de la Alianza del Pacífico, la cual pretende crear con Chile, Perú, Colombia y México para hacerles contrapeso a Mercosur y a los otros estados más independientes de la región. Pero yo creo que será una causa perdida.
¿Por qué cree que fracasará?
Porque hay un gran giro continental hacia la independencia.
Y dentro de ese giro, ¿cómo analiza las movilizaciones sociales en Colombia en contra de los tratados de libre comercio, la minería extractiva y la privatización de la educación?
Lo primero que debemos hacer es dejar de usar la frase “tratados de libre comercio”. Si observamos estos tratados, nos damos cuenta de que están lejos de ser de libre comercio, son altamente proteccionistas y mucho de lo acordado no tiene nada que ver con comercio. Básicamente, son acuerdos sobre derechos de inversión. Por eso las movilizaciones sociales en toda América Latina son desarrollos impresionantes. Los movimientos rurales contra la minería, en particular, son de significancia mundial. Cualquier persona con algún grado de alfabetismo debería estar consciente de que en la actualidad nos enfrentamos a la posibilidad de la destrucción de la vida en el planeta. Es un riesgo serio e inminente. Los informes científicos son tremendamente desalentadores. Basta una mirada a la actualidad para darse cuenta de que hay ciertos grupos tratando de afrontar la crisis y otros intentando acelerarla. A la vanguardia de los que afrontan la crisis están todos aquellos que hemos considerado atrasados, los pueblos indígenas de América Latina, las naciones originarias de Canadá, los aborígenes de Australia, las tribus de la India y muchos otros. Y, ¿quiénes lideran a los que buscan profundizar la crisis? EE.UU. y Canadá. La paradoja es excepcional: los países más avanzados económicamente, los que han gozado de las mayores ventajas, los más poderosos, supuestamente los mejor educados, están conduciendo al mundo al desastre, mientras que los pueblos hasta ahora considerados primitivos están tratando de salvar el planeta entero. Y a menos que los países ricos aprendan de los pueblos indígenas, estaremos condenados todos a la destrucción.
Uno de los públicos colombianos más fieles de su trabajo es el movimiento estudiantil, sus organizaciones siempre están circulando sus artículos, posteando sus conferencias, ¿qué tiene para decirles?
Históricamente los estudiantes alrededor del mundo han estado a la vanguardia de las luchas sociales que han conducido a sociedades un poco más civilizadas. Existe una razón. Ellos están en el momento de la vida de máxima libertad. Ya no están bajo el control familiar y todavía no están bajo el dominio del sistema económico que nos fuerza a convertirnos en sus esclavos. Así que tienen libertad para pensar, para averiguar quiénes son, para hacer cosas. De hecho, esta libertad es una de las razones para la arremetida privatizadora contra las universidades a nivel mundial. Es un intento por controlar esta población tan peligrosa. Uno de los enemigos principales de los estados y el sistema corporativo es la propia población. El escándalo de (Edward) Snowden y la NSA nos lo reveló. ¿De qué se trata si no de controlar a la población bajo la pretensión fraudulenta de la lucha contra el terrorismo? Los estudiantes están en una posición única de libertad y a raíz de ello se explican los esfuerzos por aplastarlos. Pero para los estudiantes colombianos, estas son oportunidades servidas para que las aprovechen y las multipliquen.
*(Britto & Hylton) Profesores de historia latinoamericana y del Caribe, Northwestern University, Chicago.
Fuente: Elespectador.com
jueves, 10 de julio de 2014
FELICIDADES, TE GANASTE TUS VACACIONES
Por: Jorge Horacio Martínez
Siempre me han reprochado por ser el apologista de los alumnos
"mediocres" y por no reconocer a los mejores promedios. De ninguna
manera. No hay nada como ver puros dieces en esa boleta final; gozo
inmensamente la mirada de satisfacción de los chicos cuando me muestran
el resultado de un trabajo que está bien hecho. A ellos les digo
con orgullo: ¡felicidades, te has ganaste tus vacaciones! Pero tengo un
vicio, nunca he visto la educación desde el plano de la justicia.
Aunque fundamental, la justicia no alcanza a abarcar toda la humanidad
de un educando. No siempre los premios o castigos resultan "todo lo
justos" que se necesita. Yo veo la formación educativa desde el "Amor",
como un acto profundo de amor, algo que rebasa por mucho a la Verdad
misma. Por eso, a todos esos chicos que llenaron de notas rojas sus
boletas, que sufrieron o sufren por sus resultados, que viven lo obscuro
de sus resultados, les digo que: fallar en el colegio o en la
universidad es sólo un signo de oportunidad; que la vida no te pide
dieces, te pide obras de amor para el prójimo; que reprobar una materia
sólo es una vergüenza cuando pensamos que la vida se agota con eso; que
los diplomas son simples papeles; que las personas que valen la pena
deben tener excelencia en sabiduría, no en conocimientos; y que siempre
habrá otro semestre u otro año para la revancha; que no desesperen, el
verdadero fracaso es dejar de estudiar. A todos, por lo que sea y como
sea, felicidades: ¡se han ganado sus vacaciones! ¡Sea!"
Paula Arias, removida del cargo de Directora de Cociencias por no ocultar información
Paula Arias, directora del Departamento Administrativo de Ciencia,
Tecnología e Innovación (Colciencias), fue removida del cargo luego de
la polémica que generaron sus declaraciones sobre la asignación
presupuestal a la entidad por parte del gobierno.
Durante la segunda jornada de la Convención Científica Colombiana (Suma), el pasado 3 de julio, Arias anunció que a la entidad se le asignarían menos recursos en el 2015. La funcionaria expresó que recibió un correo electrónico (ver imagen) proveniente del Departamento Nacional de Planeación que anunciaba la medida.
"El año próximo será de 289.000 millones de pesos, 125.000 millones de pesos menos que la inversión asignada para el 2014", aseguró Arias a los asistentes el 3 de julio, para luego invitar a científicos e investigadores a expresar al gobierno su descontento.
Este 8 de julio, Arias habló sobre su renuncia: "Tuvimos un desacuerdo sobre el presupuesto... nos lo anunciaron la semana pasada y yo cometí la imprudencia de ventilarlo en público... por bocona", y agregó que dicha cifra implicaba la desaparición de doctorados en el país y del programa de jóvenes investigadores.
Durante la segunda jornada de la Convención Científica Colombiana (Suma), el pasado 3 de julio, Arias anunció que a la entidad se le asignarían menos recursos en el 2015. La funcionaria expresó que recibió un correo electrónico (ver imagen) proveniente del Departamento Nacional de Planeación que anunciaba la medida.
"El año próximo será de 289.000 millones de pesos, 125.000 millones de pesos menos que la inversión asignada para el 2014", aseguró Arias a los asistentes el 3 de julio, para luego invitar a científicos e investigadores a expresar al gobierno su descontento.
Este 8 de julio, Arias habló sobre su renuncia: "Tuvimos un desacuerdo sobre el presupuesto... nos lo anunciaron la semana pasada y yo cometí la imprudencia de ventilarlo en público... por bocona", y agregó que dicha cifra implicaba la desaparición de doctorados en el país y del programa de jóvenes investigadores.
Este miércoles, ya fuera de la entidad, la exfuncionaria habló más
fuerte y aseguró en la cadena BluRadio que 15 minutos antes de subirse a
la tarima de la Convención le llegó el presupuesto y, "sabiendo que no
nos iba a alcanzar para mucho, en un deshago no muy ortodoxo en público,
se me ocurrió contarlo".
Aunque asegura que eso le costó su cargo, dice que es la mejor
decisión que ha tomado puesto que, después de hacerlo, el Ministerio de
Hacienda salió a afirmar que no se reducirá el presupuesto.
Por otro lado, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) emitió un comunicado en el que señala que "el gobierno Santos ha triplicado la inversión en Ciencia y Tecnología en cuatro años".
Por otro lado, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) emitió un comunicado en el que señala que "el gobierno Santos ha triplicado la inversión en Ciencia y Tecnología en cuatro años".
También asegura que "la carta enviada a Colciencias, mencionada en algunos medios de comunicación, es parte del proceso de discusión que el DNP tiene con todas las entidades del Estado para iniciar el proceso de negociación de asignación de recursos. No representa la decisión final sobre la asignación presupuestaria".
Por su parte, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, dijo este martes en entrevista para W Radio que Arias "se equivocó con el manejo del tema" al no manifestar sus inquietudes ante el gobierno. En ese sentido, el funcionario afirmó que la reacción de Arias fue "en caliente" y "deja mucho qué desear".
Cárdenas también señaló que aún "es prematuro" hablar de una cifra exacta y que estos números son "discusiones internas de gobierno con todos los sectores".
Luego, en rueda de prensa, el ministro explicó que el próximo 10 de julio a las 3:00 p. m. se llevará a cabo la sesión del Consejo Nacional de Política Económica (Conpes) en la que se tomarán las primeras decisiones sobre el presupuesto general de la Nación, que luego será enviado al Congreso para su aprobación e hizo énfasis en el carácter preliminar de las cifras divulgadas.
Sin embargo, Cárdenas anotó que en esta reunión se tendrá en cuenta que "el déficit fiscal tiene que bajar año tras año, o sea que no se puede aumentar el presupuesto sin considerar que hay que bajar el déficit. Es lo más importante (...) Estamos haciendo el ajuste".
Durante su intervención ante los medios, Paula Arias destacó la modernización y la reestructuración de la entidad. "Definimos prioridades nacionales, hicimos un plan maestro que es el plan anual de convocatorias y sale en enero, es la llave maestra que les dice a los científicos la plata que hay en salud, educación, agro, becas... es un mapa de ruta".
También señaló que el año pasado la entidad fue una de las primeras en ejecución "con el 96,7 % de compromiso, 30 % por encima del promedio de los últimos diez años".
Fuente: Semana.com
Carta de Rodolfo Llinás y 1500 al presidente Santos para salvar a Colciencias
Doctor
JUAN MANUEL SANTOS
Presidente de la República
Bogotá D.C.
JUAN MANUEL SANTOS
Presidente de la República
Bogotá D.C.
Respetado Señor Presidente:
La comunidad científica y las instituciones que desarrollan
investigación en el país habíamos recibido con beneplácito su propuesta
de incrementar los recursos para la ciencia, la tecnología y la
innovación, y de asumir a la innovación como una locomotora clave para
el desarrollo del país. Pensábamos que así se daba cumplimiento, al
menos parcialmente, a la vieja aspiración de superar el bajo gasto
nacional en la búsqueda de nuevo conocimiento, y que además de
fortalecer la investigación científica y la formación de alto nivel se
buscaría una mejor aplicación de este conocimiento para responder a los
retos del desarrollo económico y social del país. Nuestra visión
optimista se completaba con la idea de ver desarrollada la Ley 1286 de
2009, pues esta carecía de recursos y demandaba esfuerzos importantes
para consolidar una nueva institucionalidad que favoreciera el
desarrollo científico y tecnológico en el país.
Como se desprende de la Ley 1286 y ha sido la tradición de las
últimas décadas en el país, es Colciencias la entidad líder en la
definición de política del sector y en la implementación de estrategias
de fomento a la investigación y la innovación. Por eso pensábamos que,
como se ha logrado en otros países con la entidad que tiene a cargo este
rol, Colciencias sería fortalecida para responder a los nuevos retos,
tanto en su capacidad institucional como en su presupuesto.
Lamentablemente, dos años después nos encontramos con un panorama
desalentador y apreciamos que a los anhelos de ver fortalecidas las
actividades de ciencia y tecnología, el país se encuentra en un momento
crítico que pueda dar al traste con lo que se ha construido en este
frente en las últimas décadas y puede llenar de frustración a una masa
creciente de profesionales y grupos y centros de investigación con
capacidades para generar nuevo conocimiento de talla mundial y aplicarlo
para beneficio del país. A pesar de lograr un aumento importante de
recursos, gracias a la destinación del 10% de las regalías para ciencia,
tecnología e innovación, lo cierto es que la forma como se plantea la
asignación de estos recursos y la visión que se impone en el alto
gobierno sobre la innovación y su manejo como política pública,
Colciencias y las instituciones de investigación del país quedan
relegados, ocasionando efectos negativos sobre la confianza y la
credibilidad en la política científica y tecnológica.
Queremos conservar la esperanza de mejorar este panorama y despejar
el futuro para que Colombia cuente por fin con el número de científicos,
de publicaciones, de patentes y de invenciones, entre otros indicadores
relevantes, que le permitan superar el desarrollo y que como país
estemos preparados para ingresar a las ligas de los países
desarrollados, como es su aspiración de ser parte de la OCDE. Por esto, Señor Presidente, lo exhortamos a revelar su voluntad política para fortalecer a Colciencias
y liderar la salvaguarda de la institucionalidad propia del sector,
buscando una recuperación de la confianza y la credibilidad por parte de
la comunidad científica y de la clase empresarial.
Estamos seguros que el Señor Presidente comparte la imperiosa
necesidad de responder a los desafíos de la economía del conocimiento
con una clara política nacional de ciencia, tecnología e innovación, un
incremento de recursos financieros para apoyar la investigación en el
país, una clara articulación entre el fomento a la investigación y los
procesos de innovación tanto en el sector productivo como social, y la
participación en la formulación de esta política de los principales
actores sociales, como es el caso de la comunidad científica y el sector
empresarial y otros usuarios del conocimiento. Conocemos la
sensibilidad del Presidente frente a estos temas y por eso confiamos en
que atenderá nuestro reclamo, el de cientos de investigadores y de las
instituciones dedicadas a la investigación, para avanzar con firmeza en
la realización de los sueños que desde hace dos décadas quedaron
plasmados en el informe de la misión de Ciencia, Educación y Desarrollo.
Al verse abocado a designar un nuevo director en Colciencias,
consideramos trascendental que en ese cargo sea nombrada una persona que
además de tener todo su apoyo y una línea de c
omunicación directa,
pueda interactuar fácilmente con las demás instancias del gobierno
nacional y que sea reconocido por la comunidad científica nacional por
sus ejecutorias y por liderar una línea de pensamiento para el
desarrollo científico-tecnológico y de fomento a la innovación. Cuenta
el gobierno con nuestra capacidad de diálogo y de formulación y análisis
de propuestas para avanzar en la consolidación del sistema nacional de
ciencia tecnología e innovación, por lo que recordamos la importancia de
conformar una nueva misión de sabios o de notables que pueda dar luces
para la formulación de una política de Estado en la materia.
Con toda consideración y respeto por el Señor Presidente,
manifestamos nuestra disposición para exponer en detalle nuestros
argumentos y propuestas para el país, así que de estimarlo conveniente
puede fijar una audiencia para recibir una comisión de los firmantes.
Fuente: Las 2 orillas
lunes, 23 de junio de 2014
El Partido Comunista Colombiano en sus alianzas con la burguesía. Una mirada histórica desde su fundación hasta el Frente Nacional
Introducción
El Partido Comunista Colombiano, es la
organización partidaria de izquierda de mayor trayectoria histórica. Una
revisión a la historia política de esta organización, permite
comprender la memoria histórica y la herencia que pesa en sus dirigentes
a la hora de valorar los diferentes momentos políticos, sus aciertos y
equivocaciones, en la conducción táctica de las fuerzas populares y de
su propia organización, en momentos cruciales de la historia política
contemporánea.
Para este análisis miraré tres momentos
políticos claves de relación entre el PCC y los partidos y clases
dominantes: 1. La segunda república liberal 1930 – 1946, 2. De la
dictadura civil de Laureano Gómez a la Dictadura de Rojas 1946 – 1953.
3. La dictadura de Rojas a los primeros años del Frente Nacional 1953 –
1960.
1. De la Fundación del PCC hasta el fin de la “segunda república liberal”
El Partido Comunista de Colombia se fundó
en el Plénum Ampliado del Partido Socialista Revolucionario (PSR),
reunido en Bogotá el 17 de julio de 1930. El PSR había sido creado en
1926, producto de la ruptura presentada entre comunistas, socialistas y
liberales en el seno de la Confederación Obrera Nacional CON. Los
comunistas liderados por Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo,
María Cano y Raúl Eduardo Mahecha construyeron una nueva organización
con presencia en varios sectores sociales: el naciente proletariado de
las economías de enclave (la zona bananera del Magdalena de la United
Fruit Co. y el emporio petrolero de la Tropical Oil Company en
Barrancabermeja), los artesanos de varias ciudades y los intelectuales
radicales.
En sus orígenes el PCC fue un partido
fundamentalmente de origen obrero y artesanal, dirigido por varios
intelectuales radicales. En gran parte de su historia, el PCC se definió
como el partido que constituía la “vanguardia de la clase obrera”,
subordinando a otros sectores sociales a esta definición (campesinos,
indígenas y sectores medios). Este concepto, propio del
marxismo-leninismo soviético, fue clave en las categorías de análisis y
prácticas comunistas y jugó un papel fundamental en los debates internos
y en las relaciones con otras fuerzas de izquierda, tildadas
frecuentemente como “pequeño burguesas”.
En 1934, el PCC decidió participar en la
campaña electoral con la candidatura del líder indígena Eutiquio Timoté,
para hacer frente al candidato liberal Alfonso López Pumarejo,
caracterizado en ese momento como “gobernante burgués pro-imperialista”.
El periódico del PCC “El Bolchevique”, analizaba de ésta manera las
tendencias políticas del país: El principal enemigo del proletariado, de su
partido de vanguardia y de las masas trabajadoras de la ciudad y del
campo, es el partido liberal, sobre todo su llamada izquierda y dentro
de esta izquierda la variedad fascistizante rotulada unirismo1.
A comienzos de 1936 el PCC, con Ignacio
Torres Giraldo como Secretario General, asumió la orientación de la
Internacional Comunista de construir Frentes Populares Antifascistas,
planteados por Dimitrov en el VII Congreso de la IC en 1935, propuso al
Partido Liberal y al Grupo Marxista la construcción del Frente Popular,
impulsando la consigna “Con López, contra la reacción”. Con López y el
Frente Popular, el PCC avanzó y se desarrolló mediante la creación de la
única y poderosa central obrera de los años 30 y 40 la Central de
Trabajadores de Colombia CTC. Esta alianza le trajo varios beneficios al
PCC, entre otros su crecimiento y expansión nacional, su presencia
electoral que en 1943, había llegado a 27.000 votos, con 10 diputados en
diferentes asambleas del país, 3 representantes a la Cámara y un
Senador2.
Este crecimiento y la autopercepción de su
expansión política propiciaron el surgimiento de una actitud política
sectaria y hegemonista en sus relaciones con otras fuerzas de izquierda,
como el gaitanismo y las demás corrientes socialistas. La autocrítica
del PCC sobre su actitud ante el gaitanismo, realizada tardíamente
(1960) es indicativa de esa visión hegemonista: “Los comunistas considerábamos en ocasiones a
los liberales de izquierda, en vez de naturales aliados, como los más
peligrosos adversarios porque pensábamos que deliberadamente contribuían
a mantener a las masas bajo la influencia ideológica de la burguesía y
no tomábamos en cuenta, antes que sus aspectos negativos, la
significación verdadera de sus hondas contradicciones con la clase
burguesa. En ese terreno, los comunistas adelantamos luchas exageradas
contra la confusa agrupación de izquierda denominada UNIRISMO, que
intentó formar Gaitán, aunque sin deslindarla consecuentemente como un
nuevo partido independiente de los partidos tradicionales3.”
En 1943, con Augusto Durán como el nuevo Secretario General, el PCC propuso las siguientes orientaciones: El nombre de Partido Comunista no responde a
la realidad nacional, porque ahora no se lucha por el comunismo en
Colombia, porque ahora lo esencial para nosotros es que nuestra patria
sea libre y próspera, que nuestra patria supere el atraso económico que
heredamos de la feudalidad4.
En agosto de 1944 en el II Congreso del PCC
se cambió el nombre por el de Partido Socialista Democrático, evento
apoyado por Alfonso López Pumarejo quien envió como delegado oficial al
Ministro de Trabajo Adan Arriaga.
Varios PC del mundo decidieron cambiar su
nombre por otros “más moderados”. Sobre esto el caso más influyente fue
el del Partido Comunista de Estados Unidos, cuyo Secretario General fue
desde 1930 hasta 1944 Earl Browder. En 1944 Browder publicó su libro
Teherán, en el que revisaba el planteamiento de Lenin sobre el carácter
del imperialismo y el capital financiero, considerando que la II Guerra
Mundial demostraba que con la ayuda de los EU las naciones oprimidas
podrían superar su secular atraso. Él mismo orientó el cambio de nombre
de PCEU por el Asociación Política Comunista de los EU-APC. En julio de
1945, Browder es destituido de la dirección de la APC y sus
planteamientos rechazados como revisionistas5.
Durante la década de 1940 las instancias de
dirección partidaria tuvieron dificultad en el análisis de los cambios
en la sociedad colombiana, particularmente el que las clases dominantes
consideraban agotado el modelo gestado durante la Revolución en Marcha,
de alianza con el sindicalismo de la Central de Trabajadores de Colombia
CTC y algunos intentos democratizadores. Durante la “pausa de Santos” y
posteriormente el giro de López el PCC se mantuvo como firme aliado del
oficialismo, perdiendo iniciativa en la capacidad de dirigir la
movilización popular, como se evidencia en el desastre de FEDENAL (la
federación más grande de la CTC que agrupaba a todos los trabajadores
del río Magdalena)6. La huelga estalló a finales de 1945 en el gobierno
de Lleras y el PSD (nombre que tenía entonces el PC) dirigido por
Augusto Durán, esperaba que el gobierno liberal fallase a favor de los
trabajadores, como lo había hecho en años anteriores, pero el gobierno
derrota al movimiento y junto a los patrones destruye FEDENAL
debilitando la CTC.
Posteriormente el PCC hará un balance y
responsabilizará de estos errores a Durán y sus seguidores, acusados de
estar influenciados por el Browderismo: Nuestro partido difundió intensamente primero
los artículos y luego los libros del entonces secretario General del
Partido Comunista de los Estados Unidos, Browder, quien utilizó la
gloriosa bandera antifascista para encubrir el contrabando de un
revisionismo hábilmente disfrazado de consideraciones tácticas. Browder
sostenía que se había abierto una nueva perspectiva histórica, de
estrecha colaboración en la guerra y después de ella, entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética, que aseguraría un mundo sin crisis
económicas ni conflictos armados; el paso gradual del capitalismo al
socialismo; el desarrollo pacífico de los pueblos atrasados con el apoyo
financiero Norteamericano7.
Con la expulsión del sector “duranista”, el
PC perdió importantes sectores obreros que eran la base social de Durán,
entrando en un proceso de ruralización, tanto por su composición social
como por orientación política8.
2. De la dictadura civil de Laureano Gómez a la Dictadura de Rojas 1946 – 1953.
El PCC sostuvo la alianza con el oficialismo
liberal, en 1946 apoyó a Gabriel Turbay y no a Gaitán, “el títere del
laureanismo” como se le llamaba entonces. La división del liberalismo y
este error táctico del PCC posibilitó el triunfo del conservatismo.
Todos estos sucesos impactaron profundamente a las jóvenes generaciones
de comunistas, que empezaron a desconfiar de las orientaciones de la
dirección partidaria. El centro del debate giraba en torno a las
alternativas ante la convulsionada situación nacional: lucha política
legal con formas de resistencia armada o guerra campesina
revolucionaria.
La proyección sobre la resistencia campesina
armada en zonas en las que el Partido Comunista ejercía influencia,
ocasionó una pugna entre el sector del Comité Central que planteaba
defender la legalidad del Partido y buscar acuerdos con los sectores
democráticos del Partido Liberal y aquellos sectores minoritarios, que
insistían en la necesidad de convertir la resistencia armada campesina
en la principal forma de lucha para conquistar el poder.
En 1947, tras analizar la situación de
violencia que empezaba a agudizarse dramáticamente en todo el país, el
V Congreso del Partido definió una táctica que privilegiaba la alianza
con el Partido Liberal en la lucha contra el régimen conservador. Con
los liberales estuvieron de acuerdo en que la principal forma de lucha
era la resistencia civil, “Política de masas, acción de masas,
resistencia de masas y no aventuras”.
Desde antes del asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán, el 9 de abril de 1948, el país era sometido a una brutal
represión, conocida como la reconservatización territorial a sangre y
fuego. Ante esta situación de violencia contra las bases campesinas y
urbanas del PCC este tuvo que autorizar a fines de 1949, los Comités de
Autodefensa en el campo, los cuales buscaban proteger a las bases de la
represión armada y a la vez contener su impredecible respuesta, las
consignas del momento fueron: autodefensa de masas, Reforma
Constitucional llamando a una Junta de Gobierno paritaria y mantenerse
como “oposición democrática”. Estas consignas y la táctica que
propusieron suscitaron la polémica de parte de los sectores radicales
que exigían que el Partido se decidiera por la lucha armada como forma
principal, más que por la simple resistencia.
A comienzos de la década de 1950 en dos
eventos del Partido, el XIII Pleno y la fundación de la Juventud
Comunista JUCO en Viotá, nuevamente afloraron las discusiones. En el
evento fundador de la JUCO en Viotá, Pedro León Arboleda, su hermano
Próspero y Pedro Vázquez Rendón, pero fueron criticados como
“aventureros izquierdistas” por Filiberto Barrera durante el XIV Pleno
de 1951. La Dirección partidaria sostenía que todavía se podían
utilizar los espacios democráticos que ofrecía el régimen, y sostenía
la tesis de acumular fuerzas en la ciudad y preparar la insurrección9.
En 1952 durante el VII Congreso realizado
en abril se evaluó la situación nacional y se exigió que las zonas
guerrilleras volvieran a su carácter de autodefensa de masas. En el
Congreso se planteó que “las guerrillas no [serían] un factor decisivo
en la lucha por la liberación del pueblo colombiano, mientras no
[pudiesen] fundirse en un movimiento popular que se [expresara] en la
lucha de masas” y recalcaba, respondiendo a los sectores que
cuestionaban tal enfoque del Comité Central que “la extensión y alcance
de la lucha guerrillera [había] sido, sin embargo, exagerada por
elementos aventureros o ilusos”10.
Esta situación se dio en un momento en que el
gobierno conservador orientaba al ejército a concentrarse en la lucha
antiguerrillera. El Batallón Colombia a su regreso de la guerra de
Corea aplicó las tácticas contraguerrilleras aprendidas de los
militares norteamericanos. El sur del Tolima, en el mes de septiembre de
1952 sirvió de laboratorio en el cual se ensayaron las primeras
tácticas de guerra de aniquilamiento, que meses después se aplicaron a
gran escala contra los campesinos armados de los Llanos.
3. La dictadura de Rojas a los primeros años del Frente Nacional 1953 – 1960.
El 13 de Junio de 1953 las clases dominantes
acordaron depositar el control absoluto del poder en el Ejército,
aprobando el golpe militar de Rojas Pinilla.
El liberalismo calificó el 13 de junio como
fecha de la liberación nacional, y los periódicos El Tiempo y El
Espectador hablaron de Rojas como el “segundo Libertador”. Por su parte,
la dirección del Partido Comunista insistió en la desmovilización de
las guerrillas y su conversión en movimientos de autodefensa. El Partido
ordenó entrar en conversaciones con el Ejército y suspender
operativos militares.
En las nuevas circunstancias políticas del país, el PCC consideró que en las actuales condiciones, todo intento de
proseguir la lucha en su forma guerrillera, se opone al deseo y
voluntad de las masas, la cual exige enrumbar una política de masas,
resistencia de masas por senderos que concuerden con la realidad
política nacional y local11.
La Dictadura de Rojas, cristalizó una
política contra el “comunismo internacional”, así que además de lograr
la desmovilización de varias guerrillas liberales, expidió un decreto
para ilegalizar al PCC y aislar a la jefatura del liberalismo
oficialista a quienes solía llamar “guerrilleros intelectuales”,
refiriéndose a Eduardo Santos y a Lleras Camargo. Así que el PCC orientó
como táctica ante la dictadura “desenmascarar” a Rojas y presionar el
cumplimiento de las promesas gubernamentales de paz y
reconciliación, lo que indica que guardaba cierta esperanza de que la
dictadura militar trajera democratización.
La dictadura de Rojas no fue leída de manera
similar por toda la izquierda colombiana, socialistas como Antonio
García, la pensaron como una posibilidad antioligárquica que colocaba
por fuera a los partidos tradicionales y al PCC. García había tenido
anteriormente diferencias con el PCC, en tiempos de Gaitán, García
ingresó al Gaitanismo, lo defendió y articuló el Programa del Colón, por
lo que muchos militantes del PCC tildarían al gran pensador Antonio
García como profascista pequeño burgués. García fue asesor económico de
la dictadura y ayudó a estructurar parte de su programa social.
Durante la dictadura, el PCC tuvo que
resistir las agresiones militares contra las zonas rurales y mantenerse
en la clandestinidad, buscando contactos con el oficialismo liberal. Su
táctica fundamental fue entonces recobrar la legalidad, para poder
expresar abiertamente su posición, rechazando las tesis de varios de sus
militantes de impulsar la lucha armada como táctica y estrategia
principal.
Al comienzo del Frente Nacional el partido apoyó decididamente al sector liberal:
Nuestro Partido hizo bien en respaldar las
campañas del ’frente civil’ de la burguesía en todo lo que tenía de
positivo, pero no denunció con la necesaria claridad ante las masas
populares su estrecho y excluyente carácter de clase12.
El apoyo al régimen tiene que ver con la
aplicación de la política de reconquista de la legalidad y la tesis de
construir un “gran partido de masas”. La línea oficial del Partido fue
la tesis de la combinación de todas las formas de lucha, manteniendo la
lucha armada a nivel de autodefensa.
La táctica de lucha del PCC orientada a la
defensa de la legalidad del Partido y las alianzas con sectores del
liberalismo, profundizó la inconformidad entre varios de sus miembros,
quienes veían que el Partido empezaba a perder su vitalidad
revolucionaria.
El PCC realizó el IX Congreso a mediados de
1961, planteando como táctica principal para el período, la alianza
electoral con el Movimiento Revolucionario Liberal de Alfonso López
Michelsen recién creado en 1960. Esta orientación agudizó las
diferencias y llevó a una serie de expulsiones masivas. Francisco
Garnica, Secretario Político de la JUCO en el Valle fue expulsado en el
5o. Pleno, en 1962. El 11 de marzo de 1962 el Comité Ejecutivo Central
de la JUCO expulsó a Edisson Lopesierra, Fred Kaim, Uriel Barrera, César
Uribe, Libardo Mora Toro (futuros fundadores del PC de C (m-l) y
Víctor Medina Morón (uno de los fundadores del ELN).
El 3 de diciembre de 1963, Pedro Vázquez
Rendón, miembro del Comité Central del Partido Comunista envió una
carta al Partido cuestionando su expulsión en el 29 Pleno de esa
organización. Los puntos esenciales del documento fueron:
Cuestionamiento
a la creencia del partido en una alianza con la burguesía, o en la
existencia de sectores progresistas de la burguesía. Para él la
burguesía colombiana es pro-imperialista.
Oposición
a la estrategia de participar en elecciones, planteando que están
cerradas las vías para la participación electoral.
Condena la línea de la autodefensa para el movimiento campesino, pues impide el avance a “formas superiores de lucha”.
Defensa de la Revolución Cubana, de la revolución venezolana, y de las tesis del Partido Comunista Chino y de Mao Tse-Tung10.
El debate al interior del partido culminó con
las expulsiones de una gran cantidad de cuadros del partido, los
regionales de Magdalena, Bolívar y la Guajira fueron clausurados en
1963. Y durante los dos años siguientes el número de militantes
expulsados fue en aumento en los regionales Valle, Santander,
Cundinamarca, Boyacá, Huila y Bogotá.
De la JUCO fueron expulsados el 80% de sus
militantes en los regionales de Bogotá, Santander, Valle y la Costa
Atlántica. Aún en 1966, el PC encontraba dificultades para reorganizar a
la JUCO. El dirigente del PC, Álvaro Vázquez se quejaba posteriormente
sobre el que, a su juicio, era todavía en los años 70 el gran problema
de la Juventud Comunista: seguir teniendo una fisonomía de ’partido
comunista de jóvenes’, que tiende a acatar con dificultad las
directrices del Partido.
EPILOGO
El Partido Comunista, como otros partidos y
organizaciones de izquierda ha tenido que enfrentar diferentes contextos
políticos, no siempre favorables. Su táctica, producto de una herencia
histórica y cultural, para esas circunstancias adversas, ha sido por lo
general buscar alianzas y coaliciones con sectores de las clases
dominantes para golpear a otros, por encima de la alianza con otros
sectores de la izquierda. El resultado de estas alianzas ha sido ambiguo
para el PCC, unas veces favorable y otras desfavorable. Para los
sectores populares estas alianzas del PCC han sido más desfavorables,
por lo que este partido debe realizarse autocríticas frente a su
comportamiento político.
NOTAS
1. En Álvaro Tirado Mejía. “López Pumarejo:
La revolución en Marcha”, Nueva Historia de Colombia, Vol. 1, Bogotá:
Editorial Planeta, p. 311.
2. Álvaro Tirado Mejía, “Colombia: Siglo y
Medio de Bipartidismo”, Colombia Hoy, 8a. Edición. Bogotá: Siglo XXI
Editores, 1982, p. 161.
3. Partido Comunista Colombiano. Treinta años de lucha del PCC, Bogotá: Editorial Los Comuneros, 1960, p. 29.
4. Daniel Pecaut. Política y Sindicalismo en Colombia, Medellín: Editorial La Carreta, 1973, p. 232.
5. Mao Tse-Tung, “Telegrama al Camarada William Z. Foster”, 29 de julio de 1945 Obras Escogidas, Tomo III, p. 297.
6. Renán Vega Cantor, Crisis y caída de la República Liberal 1942-1946. Ibagué: Editorial Mohan, 1962.
7. PCC, op.cit., p. 58
8. Medófilo Medina, “Mercedes Abadía y el
Movimiento de las mujeres colombianas por el derecho al voto en los años
cuarenta”, Las raíces de la memoria. Barcelona: Universidad de
Barcelona, 1996, p. 548.
9. Eduardo Pizarro León Gómez, LAS FARC
1949-1966, de la autodefensa a la combinación de todas las formas de
lucha, Bogotá: Tercer Mundo Editores-IEPRI UN, 1991, p. 53.
10. PCC, op. cit., p. 101.
11. Ibíd., p. 125.
12. Partido Comunista, Documentos Políticos, No. 13, 1959, p. 28.
13. Pedro Vázquez Rendón, “Carta Abierta al
Secretariado del Comité Ejecutivo del Comité Central del Partido
Comunista de Colombia. Santa Marta, 3 de diciembre de 1963”, PC de C
(m-l) Documentos Volumen 2, Medellín: Editorial 8 de junio, 1975.
Fuente: Radio Macondo
viernes, 20 de junio de 2014
¿Por qué los malos resultados en las pruebas PISA?
Por Julián De Zubiría*
Que Colombia haya ocupado el último lugar en las pruebas PISA es frustrante,
pero hay que entender los resultados en contexto.
Por
absurdo que parezca, la escuela en América Latina ha venido trabajando
sin tener en cuenta cómo funciona el cerebro. Se ha esforzado por
transmitir informaciones para que sean recopiladas por los estudiantes,
desconociendo que la mente es extremadamente deficiente para almacenar
datos. En eso nos superan con creces las computadoras y las grabadoras.
El cerebro está diseñado para crear, soñar, amar, inventar, procesar, analizar e interpretar la información, pero no para almacenarla. Para ello fueron creadas las redes, las USB, los celulares y los discos duros. Sin embargo, hasta ahora no hemos inventado nada que analice e interprete mejor la información que el cerebro humano, posiblemente nunca lo podremos hacer con la flexibilidad, plasticidad y adaptabilidad que lo caracterizan.
Lo anterior es cierto en mayor medida en una época en la que logramos guardar casi toda la información en medios magnéticos. Vivimos una sociedad que posee una red casi ilimitada de circulación de archivos. Esta situación ha permitido caracterizar el desarrollo de la competencia para interpretar y analizar datos, como la meta cognitiva más importante del proceso educativo durante la educación básica.
No se requiere tener en la cabeza la información exacta sobre los accidentes geográficos, los presidentes, los algoritmos, la gramática o los símbolos químicos, como había supuesto la escuela tradicional. Ahora bastará con una tecla de un computador o un celular para acceder a cualquier información necesaria. De la misma manera que hoy en día no tenemos que recordar los números telefónicos ya que éstos se pueden archivar magnéticamente. A propósito, ¿cuántos números telefónicos sabe usted si se le pierde el celular?.
Lo que sí necesitamos con urgencia es que los jóvenes sepan dónde y cómo encontrar la información, cómo interpretarla, analizarla y contrastarla de diversas maneras. Que puedan trabajar hipotética y deductivamente con ella; es decir, requerimos competencias para argumentar, deducir, inferir e interpretar.
Así como los deportistas necesitan ejercitar sus músculos para desarrollarlos, niños y jóvenes tienen que ejercitar una y otra vez sus procesos para pensar. La escuela debería ser un lugar para ejercitar estos procesos de pensamiento en todas las clases, en todos los cursos y en todas las asignaturas. La escuela tendría que ser un gimnasio para pensar.
Sin embargo, por dedicarnos a transmitir múltiples informaciones desarticuladas, los niños y jóvenes en América Latina adquieren muy pocos conceptos de las ciencias sociales, de las ciencias naturales y de la matemática. Es por ello que cuando nuestros estudiantes son evaluados en lectura, en conceptos científicos y en resolución de problemas, América Latina se ubica en la cola del mundo y Colombia, tristemente, sigue peleándose el último lugar.
¿Qué prueban las pruebas?
Pruebas como PISA evalúan competencias para pensar, interpretar, resolver problemas y leer críticamente. Estas competencias no las han desarrollado nuestros estudiantes porque el sistema educativo todavía sigue dedicado a transmitir informaciones impertinentes y fragmentadas.
El origen del problema no está en los maestros, es más complejo ya que todo el sistema educativo está pensado para transmitir informaciones y no para pensar. Así fueron pensados los currículos, los sistemas de evaluación, la selección y formación de los maestros. Así también están pensados los museos y hasta los concursos y noticieros de televisión. Han sido construidos para transmitir informaciones, pero no para interpretarlas, analizarlas o leerlas de manera crítica e independiente.
La solución es sencilla pero requiere un cambio profundo en el sistema educativo. Necesitamos entender que la finalidad principal de la educación básica no puede ser que los niños aprendan fechas históricas, accidentes geográficos o nombres de huesos y plantas que se encuentran libremente en la red. La finalidad no puede ser que los niños aprendan las operaciones aritméticas que hoy pueden resolver con las calculadoras. La finalidad de la educación básica debe ser el desarrollo de las competencias transversales para pensar, interpretar, comunicarse y convivir.
Por ello, las clases deben ejercitar la inducción, la comparación, la generalización y la argumentación. En sociales, por ejemplo, hay que garantizar el dominio de conceptos como los de tiempo histórico, clase social, Estado, revolución o producción. Hay que desarrollar el pensamiento multicausal, crítico y relativista, que les permita a los jóvenes interpretar de manera compleja los fenómenos sociales.
En ciencias naturales hay que comprender a profundidad conceptos como los de masa y energía, desarrollar competencias para explicar y predecir los fenómenos naturales y las competencias ecológicas para convivir con la naturaleza. Eso es miles de veces más importante que saber los símbolos químicos o los nombres de los huesos y las plantas, que solo sirven para resolver crucigramas y para responder los exámenes de los profesores de química.
Por eso los niños suelen botar los cuadernos a la caneca al culminar los grados ya que lo enseñado allí no servirá en la vida. ¿Botarían acaso los cuadernos si en la escuela se enseñara cómo conquistar a las muchachas o los muchachos? ¿Botarían a la caneca los cuadernos si en la escuela nos ayudaran a construir nuestros proyectos de vida, a manejar el dinero o a interpretar de manera compleja la realidad social y natural?
Lo que se sigue enseñando en nuestras escuelas es muy impertinente para los niños, la sociedad y la época porque no se puede transferir a la vida. Por ello, volvimos a quedar en los últimos lugares en las pruebas PISA, que evaluaron como los jóvenes resuelven problemas complejos, mientras nosotros en Colombia seguimos enseñando ortografía y la compleja y abstracta gramática, conocimientos que desconocen hasta nuestros mejores escritores.
El cerebro está diseñado para crear, soñar, amar, inventar, procesar, analizar e interpretar la información, pero no para almacenarla. Para ello fueron creadas las redes, las USB, los celulares y los discos duros. Sin embargo, hasta ahora no hemos inventado nada que analice e interprete mejor la información que el cerebro humano, posiblemente nunca lo podremos hacer con la flexibilidad, plasticidad y adaptabilidad que lo caracterizan.
Lo anterior es cierto en mayor medida en una época en la que logramos guardar casi toda la información en medios magnéticos. Vivimos una sociedad que posee una red casi ilimitada de circulación de archivos. Esta situación ha permitido caracterizar el desarrollo de la competencia para interpretar y analizar datos, como la meta cognitiva más importante del proceso educativo durante la educación básica.
No se requiere tener en la cabeza la información exacta sobre los accidentes geográficos, los presidentes, los algoritmos, la gramática o los símbolos químicos, como había supuesto la escuela tradicional. Ahora bastará con una tecla de un computador o un celular para acceder a cualquier información necesaria. De la misma manera que hoy en día no tenemos que recordar los números telefónicos ya que éstos se pueden archivar magnéticamente. A propósito, ¿cuántos números telefónicos sabe usted si se le pierde el celular?.
Lo que sí necesitamos con urgencia es que los jóvenes sepan dónde y cómo encontrar la información, cómo interpretarla, analizarla y contrastarla de diversas maneras. Que puedan trabajar hipotética y deductivamente con ella; es decir, requerimos competencias para argumentar, deducir, inferir e interpretar.
Así como los deportistas necesitan ejercitar sus músculos para desarrollarlos, niños y jóvenes tienen que ejercitar una y otra vez sus procesos para pensar. La escuela debería ser un lugar para ejercitar estos procesos de pensamiento en todas las clases, en todos los cursos y en todas las asignaturas. La escuela tendría que ser un gimnasio para pensar.
Sin embargo, por dedicarnos a transmitir múltiples informaciones desarticuladas, los niños y jóvenes en América Latina adquieren muy pocos conceptos de las ciencias sociales, de las ciencias naturales y de la matemática. Es por ello que cuando nuestros estudiantes son evaluados en lectura, en conceptos científicos y en resolución de problemas, América Latina se ubica en la cola del mundo y Colombia, tristemente, sigue peleándose el último lugar.
¿Qué prueban las pruebas?
Pruebas como PISA evalúan competencias para pensar, interpretar, resolver problemas y leer críticamente. Estas competencias no las han desarrollado nuestros estudiantes porque el sistema educativo todavía sigue dedicado a transmitir informaciones impertinentes y fragmentadas.
El origen del problema no está en los maestros, es más complejo ya que todo el sistema educativo está pensado para transmitir informaciones y no para pensar. Así fueron pensados los currículos, los sistemas de evaluación, la selección y formación de los maestros. Así también están pensados los museos y hasta los concursos y noticieros de televisión. Han sido construidos para transmitir informaciones, pero no para interpretarlas, analizarlas o leerlas de manera crítica e independiente.
La solución es sencilla pero requiere un cambio profundo en el sistema educativo. Necesitamos entender que la finalidad principal de la educación básica no puede ser que los niños aprendan fechas históricas, accidentes geográficos o nombres de huesos y plantas que se encuentran libremente en la red. La finalidad no puede ser que los niños aprendan las operaciones aritméticas que hoy pueden resolver con las calculadoras. La finalidad de la educación básica debe ser el desarrollo de las competencias transversales para pensar, interpretar, comunicarse y convivir.
Por ello, las clases deben ejercitar la inducción, la comparación, la generalización y la argumentación. En sociales, por ejemplo, hay que garantizar el dominio de conceptos como los de tiempo histórico, clase social, Estado, revolución o producción. Hay que desarrollar el pensamiento multicausal, crítico y relativista, que les permita a los jóvenes interpretar de manera compleja los fenómenos sociales.
En ciencias naturales hay que comprender a profundidad conceptos como los de masa y energía, desarrollar competencias para explicar y predecir los fenómenos naturales y las competencias ecológicas para convivir con la naturaleza. Eso es miles de veces más importante que saber los símbolos químicos o los nombres de los huesos y las plantas, que solo sirven para resolver crucigramas y para responder los exámenes de los profesores de química.
Por eso los niños suelen botar los cuadernos a la caneca al culminar los grados ya que lo enseñado allí no servirá en la vida. ¿Botarían acaso los cuadernos si en la escuela se enseñara cómo conquistar a las muchachas o los muchachos? ¿Botarían a la caneca los cuadernos si en la escuela nos ayudaran a construir nuestros proyectos de vida, a manejar el dinero o a interpretar de manera compleja la realidad social y natural?
Lo que se sigue enseñando en nuestras escuelas es muy impertinente para los niños, la sociedad y la época porque no se puede transferir a la vida. Por ello, volvimos a quedar en los últimos lugares en las pruebas PISA, que evaluaron como los jóvenes resuelven problemas complejos, mientras nosotros en Colombia seguimos enseñando ortografía y la compleja y abstracta gramática, conocimientos que desconocen hasta nuestros mejores escritores.
* Julián De Zubiría, Fundador y Director del Instituto Alberto Merani - correo@institutomerani.edu.co
Fuente: Semana
INCONDICIONALIDAD O SOBERANÍA
La Universidad a las fronteras de Europa*
Jacques Derrida
Traducción:
UniNómada
Señor Rector,
Señor Vicerrector,
Señor Presidente,
Queridos Colegas,
Queridos amigos,
¿Qué ocurre hoy
en el mundo, y más cerca de nosotros en Europa? ¿Qué sucede en esos límites
llamados fronteras? ¿En estos fronts virtuales que trazan todas las fronteras? Frons nombra lo que hace frente, en lo más alto de la cabeza y del
jefe (κεφαλή, caput), por encima de
la mirada, a la altura capital de lo que es capital, la capital, el capital
mismo. Sobre la cara o la fachada eminente de lo más soberano, la cabeza,
localidad orientada, superficie de exposición pero también de protección vuelta
hacia afuera, hay lugar de hacer frente,
como se dice en francés, contra el exterior, es decir, contra el extranjero.
Por encima de los ojos, la superioridad, la altura misma del frons, en latín, no lejos del griego ὀφρύς,
es también, en esta figura de la figura, un límite territorial, la frontera de un Estado que se dice
soberano cuando intenta defenderse atacando sobre una línea de batalla, en el
momento de hacer frente contra la
invasión del extranjero o del enemigo. En esta guerra virtual o actual, en este
borde fronterizo que corresponde a todas las figuras del frente, pero también a
todas las metáforas políticas del partido: de derecha o de izquierda, del
“frente nacional” al “frente de liberación nacional”, del “frente del rechazo”
al “frente popular”, y también el “Frente Islámico de Salvación”.
Ahora bien, ¿qué
ha llegado a ser el frente hoy? ¿Se puede impedir que la frontera se vuelva un
frente? En el mundo, y más cerca de nosotros, en Europa, en Europa del Sur, ¿por
dónde pasan los frentes y por dónde las fronteras? ¿Es posible comparar también
los límites de la Universidad con las fronteras, fronteras externas (relación con el mundo, el Estado, la sociedad civil y los
campos del poder) o fronteras internas
(las disciplinas, las jerarquías y los campos del saber)? ¿La Universidad se
pretende también soberana, con una soberanía análoga a la que se confiere a los
Estados-nación y que atraviesa hoy, por doquier y muy cerca de aquí, la
tormenta que todos conocemos, sin duda más allá de una simple crisis? A menos
que la supuesta independencia de la Universidad, la inmunidad, la libertad, la
franqueza absoluta que ella reivindica sean todavía más exigentes: ni
superiores ni inferiores, sino de otra naturaleza. ¿Cómo debe entonces la
Universidad decidir con entera libertad, soberana o no, su propia “política”,
su propia “ética”, frente a todos los poderes: poderes de Estado, poderes del
Estado-nación, poderes de la Iglesia, poderes ideológicos, poderes económicos,
poderes mediáticos, etc., toda vez que estos se disputan una soberanía o se
hacen la guerra respecto a la
soberanía?
Al momento de
expresar mi profundo reconocimiento a la Universidad Panteion, a mis colegas
atenienses, a tantos amigos tan queridos, a todos los que me honran hoy con su
confianza, debo prohibirme la menor ligereza.
Este no sería el
momento, hoy menos que nunca.
La hora es menos
propicia que nunca, ustedes convendrán, para efectos de cierto teatro académico.
En estos tiempos
de guerra, de una guerra europea, de una guerra mundial incluso, que nadie se ha
atrevido a declarar como tal ni bajo ese nombre, en medio de una experiencia
indescriptible y difícil de analizar, en la que a menudo resulta para uno imposible
elegir su campo y tomar partido, cuando ni siquiera reconocemos los
viejos conceptos y los viejos imaginarios del partido o del campo, del frente y
de la frontera, de la guerra, justamente, del derecho de guerra y del derecho
de gentes, ni siquiera del crimen de guerra, en el momento en el que también los
conceptos de lo político, del Estado y de la nación, y también del derecho
internacional son continuamente sacudidos por terremotos, ¿no sería indecente
ceder a las palabras convenidas, a la retórica circunstancial, a los rituales
previsibles de un Doctorado honoris causa?
Tratar este Doctorado honoris causa como
la formalidad de una ceremonia pomposa, el conservatorio de una tradición
piadosamente heredada, una supervivencia intemporal de tiempos pasados, eso
sería ante todo incurrir en un acto de ingratitud para con mis amigos griegos y
para con la Universidad que me acoge. Eso sería también dar una prueba de
trivialidad o de insensibilidad filosófica. Eso sería olvidar la misión y el
concepto mismo de ese lugar que llamamos todavía la Universidad (que distingo
de cualquier otro instituto de investigación con fines tecno-económicos y
dependiente de poderes exteriores). Si yo tratara este Doctorado como
decoración u ornato honoríficos, incurriría en injuria ante la gravedad de los
tiempos presentes, así como ante aquellas y aquellos que, no lejos de nosotros,
sufren incluso al límite de la muerte. Eso sería faltar a las responsabilidades
que, según creo, son las nuestras hoy en Europa. Y claro, más allá de Europa.
Tales
responsabilidades pesan sobre nosotros, las asumamos o no. Ellas insisten,
vuelven una y otra vez para que las recordemos aquí, por ejemplo, en esa
prosopopeya de las Leyes que Sócrates en el Critón,
en la misma Atenas, hizo hablar. Como
es sabido, él les prestaba su voz, pero para hacer como si se dirigieran a él.
Como siempre, las leyes de la ciudad, y como en el teatro, estas leyes desempeñaban
un papel, representaban lo que Rousseau llamaba una “convención legítima”;
implican el rostro oculto, πρόσωπον, una vez más el rostro, la cabeza, el
frente. A través de una prosopopeya, las leyes nos dictan sin embargo nuestras
responsabilidades, nos hablan, hablan
ante nosotros y dentro de nosotros, nos
hablan antecediéndonos. Dirigiéndose a nosotros, pero a través nuestro, las
leyes nos hablan, hablan por y para nosotros, en nuestro lugar y en
nuestra dirección; nos dicen también lo que somos o deberíamos ser; ellas nos dicen, nos expresan y nos definen
por su conminación, incluso antes de toda respuesta por parte nuestra. Huir de
ellas es, pues, imposible. Denegarlas, desviarse o protegerse de ellas, como
intentamos hacerlo con frecuencia, admitámoslo (pues ellas son inconmensurables
para nosotros mismos), sería otra manera de reconocer esta herencia inscrita de
antemano en nuestra lengua, en nuestras lenguas, en lenguas más antiguas que nosotros
y sin las cuales ni siquiera comenzaríamos a pensar.
En la filiación
de esas lenguas, el griego no es solamente un idioma entre otros idiomas
europeos, entre otras lenguas filosóficas, entre las lenguas en las cuales cuestiones
como Europa, la filosofía y la política son llamadas por su propio nombre. Por
su nombre, pero también, ahora, en nombre de esta filosofía política ateniense
de la hospitalidad, de esta φιλοξενία que ordena recibir al extranjero, al
ξένος, y tratarlo como amigo, como aliado, como φίλος. Es así como recibo la
oportunidad de ser recibido por ustedes hoy, como huésped y como amigo. El
viejo y noble uso europeo de los Doctorados honoris
causa, otorgados siempre a quienes son extranjeros respecto a la
Universidad que los acoge, y a menudo también extranjeros respecto al país,
venidos del otro lado de una frontera, guarda como la filosofía misma, según
creo, la memoria de una φιλία o de una φιλοξενία que sigue siendo ante todo una
hospitalidad política y una ética en la experiencia del extranjero, incluso del
refugiado o del exiliado: en suma, una ética y una política de la frontera.
Es por eso que,
avergonzado por no dirigirme a ustedes en griego, huésped indigno de la
hospitalidad ofrecida, todavía me atrevo a sostener que todo, casi todo lo que me dispongo a decirles,
me será dictado, directamente o no, en griego, y desde una memoria griega.
Traducido de antemano del griego, lo que me dispongo a decirles está, pues,
enseguida retraducido al griego. (Con mayor razón debo agradecer al intérprete
que vela en este momento por esta traducción invisible). Todo, casi todo lo que quisiera decirles, me
viene de Atenas, vuelve de inmediato a Atenas —y no solamente cuando mencione
la ley, el derecho, la política, el Estado y la democracia, pues no olvido que
hablo aquí en una Universidad de ciencias sociales y políticas—. Todo, casi todo, parece provenir de esta
genealogía ateniense.
¿Pero cuál sería
aquí la diferencia entre todo y casi todo? ¿Cómo contar, en suma, con
ese casi nada? Quizás ese casi nada alude —según una diferencia
apenas audible, aunque decisiva— a una discordancia en la voz misma de las
Leyes que interpelan a Sócrates. Como si otra voz viniera a parasitar los νόμοι
a los cuales la prosopopeya socrática presta su palabra, las leyes de la Πόλις,
de la Ciudad o del Estado, νόμοι τῆς πόλεως. Quizás éstas prefiguran ya la Ley
moderna del Estado soberano, y la nota discordante que quisiera sostener hoy
viene quizás de un lugar extranjero respecto a esta autoridad soberana. Pero
ese lugar extranjero remite quizás todavía a ese tal Sócrates, al lugar desde
el cual él hacía hablar las leyes, pero también a un sitio desde el cual ese
maestro de la ironía y de la pregunta sin fin habría podido desobedecer, y huir, o resistir, volviéndose así un
disidente moderno o un ancestro de la civil
disobedience, de la “desobediencia civil” con la cual se responde a la
legalidad positiva de un Estado-nación en nombre de una justicia más apremiante
o más imperativa.
La inmensa
herencia de estas responsabilidades se inscribe, claro está, en lo que llamamos
confusamente la filosofía de nuestra cultura, más rigurosamente en todo aquello
de lo que la Universidad europea es a la vez archivo y ley, como si
—incorporando en sí mismos la memoria— las tablas, los tableros, e incluso, las
actuales pantallas de ordenador siguieran asemejándose a ciertas tablas de la
ley, a los cuerpos, a los archivos y a los soportes de las constituciones, de
las legislaciones que velaron por la invención de la Academia, del Liceo, y
luego de la Universidad. Es cierto que no estamos ya en tiempos del Critón y que nadie se atrevería a
presentarse como Sócrates, ni siquiera como su descendiente perdido o como un nieto
degenerado de Sócrates, mucho menos como un prisionero condenado a muerte por
corromper a los jóvenes ciudadanos. Y aún así, lo que sobre todo me dispongo a
sugerir para someterlo a discusión será menos dócil de lo que Sócrates lo fue
para esas Leyes que le recuerdan la soberanía de la πόλις: “Dinos, Sócrates,
¿qué piensas hacer?”, le preguntan las Leyes a Sócrates. “¿No es cierto que,
por medio de esta acción que intentas, tienes el propósito, en lo que de ti
depende, de destruirnos a nosotras y a toda la Ciudad?” (Permítanme leer estas
frases en griego antiguo: “Εἰπέ μοι, ὦ Σώκρατες, τί ἐν νῷ ἔχεις ποιεῖν; ἄλλο τι
ἢ τούτῳ τῷ ἔργῳ ᾧ ἐπιχειρεῖς διανοῇ τούς τε νόμους ἡμᾶς ἀπολέσαι καὶ σύμπασαν τὴν
πόλιν τὸ σὸν μέρος”). “¿Te parece a ti que puede aún existir sin derrumbarse una
Ciudad en la que los juicios que se producen no tienen efecto alguno, en la que
los particulares pueden suprimir sus efectos y destruirlos?” (Critón, 50 a-b).
Esas
responsabilidades obsesivas nos apremian de manera más urgente, más acuciante (justamente
como lo que apremia en la frontera, como lo que hace presión sobre la frontera,
como lo que presiona sobre el concepto de frontera) y, de forma ejemplar, en
las fronteras de Grecia y Europa, tan cerca de la ARYM[1],
de Serbia, de Albania, de Kosovo. Tales responsabilidades no se detienen con la
ciudadanía europea o griega. Pero si ellas son universales, ¿en qué medida son también hoy universitarias, de manera específica e imperativa? ¿En qué medida tales
responsabilidades son nuestras en la Universidad? ¿Y en la filosofía, esta
disciplina generalmente asumida como tal en lo que llamamos, con una vieja palabra
cargada de historia, las “Humanidades”? ¿Acaso nos corresponde hoy darle nuevas
tareas a lo que se conserva bajo esa vieja palabra, las “Humanidades”, mediante
nuevas interpretaciones, discusiones, puestas en marcha, reivindicaciones de lo
que llamamos los derechos del hombre,
y, de esta manera, mediante los terremotos de este siglo, los sismos
fronterizos que alcanzan a desplazar las definiciones del frente y de la
frontera, mediante las guerras sin guerra, mediante el nuevo concepto de crimen
contra la humanidad y el nuevo derecho, mediante las instituciones originarias
a las que dicho concepto nos induce? Pues las viejas preguntas ontológicas, “¿qué
es el hombre?”, “¿en qué consiste la humanidad del hombre?”, “¿qué es lo propio
del hombre?”, están ahí de nuevo puestas en juego en los conceptos
relativamente modernos de los “derechos” a los que llamamos del hombre y en el
concepto jurídico mucho más reciente de “crimen contra la humanidad” (1945). Enteramente
reactualizada, la pregunta por el hombre debería dotar de una urgencia desconocida,
incluso de un sentido poco común, a lo que denominamos las Humanidades, en
inglés las Humanities, o en alemán Geisteswissenschaften. La pregunta por
el hombre es despertada violentamente del sueño dogmático por la guerra sin
guerra y sin frente, así como por las ciencias de lo vivo o de lo animal, por
las tecnociencias que vuelven cada vez menos seguro lo que llamamos lo propio
del hombre.
La idea de Universidad no es, en efecto, en sentido
estricto, una idea de la Grecia del siglo V; no nace con el origen de la
filosofía, y sin embargo, diré enseguida cómo proviene de ella. La idea de
Universidad, en su forma medieval o en su forma moderna (más o menos heredada
por el modelo alemán y berlinés del siglo XIX) es una invención europea, por enigmáticas
que sean o resulten estas palabras, Universidad y Europa. Si hoy hay universidades
en todas partes del mundo, a menudo están instituidas bajo el modelo de la Universidad
europea moderna, lo que confirma cierta homogeneidad —preocupante y problemática—
entre mundialización y europeización, o lo que la δόξα cree reconocer bajo
estas palabras.
Ahora bien, la
pregunta que quisiera plantear aquí, en el tiempo del que dispongo y en los
límites de este discurso, no será inspirada solamente por la razón y apoyada en
razón de nuestra pertenencia común a Europa, a la vieja Europa o a la Europa que
se busca, puesto que, aunque esta fuera una buena razón, no sería una razón suficiente.
¿Cómo interpretar, incluso más allá de nuestra ciudadanía europea, nuestra
responsabilidad universal de universitarios en tiempos de guerra? Y esto ya no ante la guerra ni por encima del conflicto, como se dice, sino a la vez al borde de
una guerra bastante próxima, e incluso en el corazón de un conflicto que todo
el mundo reconocerá bajo el nombre de Kosovo, en una tormenta que sin embargo
ya no responde ni al concepto ni al nombre, esto es, a los frentes tradicionales
de la guerra, a sus frentes de vida y de muerte, a sus frentes de matanza, como
tampoco a sus frentes conceptuales, tales como el derecho europeo los definía
hasta ahora. Pues tenemos aquí el caso de una guerra sin guerra, una guerra sin
declaración de guerra entre Estados soberanos
(y es de soberanía de lo que quisiera hablar).
¿Quiénes son los
contendientes en esta guerra sin nombre? La alianza político-militar de los Estados-naciones
del Atlántico Norte, Estados-naciones de Europa y América, una alianza
constituida en tiempos de la guerra fría, sostiene de modo grandilocuente que no
quiere arriesgar la vida de nadie, ni de su lado ni del otro, ni de un civil ni
de un militar —distinción vuelta hoy tan caduca y problemática como la vieja
distinción entre la στάσις de una guerra civil y el πόλεμος de una guerra entre
Estados—. Sin declarar la guerra, la susodicha alianza de Estados soberanos
anuncia que “no matará” en el momento mismo de soltar, e incluso, de
experimentar los armamentos high tech
más potentes y mortales, los misiles llamados inteligentes o sofisticados (¿qué
habrían dicho los maestros del σοφόν respecto al uso actual de esta palabra?),
pero también los más ciegos y bárbaros, mientras que del lado de Serbia, Estado
europeo que no hace parte —como Francia y Grecia, por ejemplo— de la Unión
Europea o de la OTAN, y en nombre de su autoridad soberana sobre una provincia a
la que no hace mucho privó arbitrariamente de su autonomía, se practican exacciones
masivas y destinadas a purificar su propio Estado-nación de toda supuesta
heterogeneidad, ya sea étnica o religiosa. No olvidemos que esta violencia y
estas violaciones responden, desde todos los lados de lo que ya no es un frente,
a intereses no declarados, pero también a pasiones indisociablemente
nacionales, étnicas, raciales y religiosas, cuya forma es tan arcaica como el asunto
de una fantasmática de las raíces y de las posesiones territoriales que nuestra
modernidad nos enseñó a disociar de la política y de la razón política. De
acuerdo con esto, lo político ya no tiene lugar, si puedo decirlo así, ya no
hay τόπος estable o esencial; está sin territorio, desterrado por la
tecnología, por la aceleración y la extensión inauditas de las distancias
telecomunicacionales, por irresistibles procesos de deslocalización. He aquí un
tema de meditación sobre nuestra herencia ateniense, pero también más allá de ella:
lo político ya no está circunscrito por la estabilidad que liga al Estado con
la tierra, con el territorio, con el terruño, con la frontera terrestre, ni con
la autoctonía —ni siquiera con el lugar de sepultura que Edipo quiso ocultar a
Antígona y a Ismene—. Por otra parte, lo recuerdo de pasada, los conflictos en
curso no provocan solamente los sufrimientos, las heridas, las muertes de las
guerras clásicas, ni solamente los éxodos y los desplazamientos de población
propios de las guerras de este siglo. Se desarrollan también mundialmente en
esos nuevos frentes virtuales que son, desde dos o tres lados, los media, la televisión, el e-mail, la Internet.
La cuasi-guerra mundial es también la guerra en la World Wide Web que se disputan a la vez los poderes de los Estados-naciones
o las coaliciones de los Estados-naciones hegemónicos, las corporaciones de
capitales supranacionales (capaces, desde dos o tres lados, de todas las
manipulaciones posibles), y los ciudadanos o no ciudadanos de cualquier país
resistentes, opositores, disidentes que pueden así, gracias a los mismos
poderes técnicos del e-mail y de la Internet, liberarse de los poderes del Estado
o del capital y producir por tanto cierta afirmación democrática,
cosmopolítica, incluso metaciudadana. Así, por ejemplo, hace algunas semanas,
en plena guerra, universitarios e intelectuales de todo el mundo lograron
desafiar a los aparatos estatales para celebrar por Internet el aniversario de
la radio libre de la oposición democrática serbia (B-92) que fue oficialmente
silenciada por el gobierno de Milosevic, como lo fue también luego, más gravemente
aún, y de manera no menos perversa, por los bombardeos de la OTAN. Pues si se quisiera
verdaderamente poner fin a la política serbia, ciertamente desde hace mucho
tiempo habría algo mejor que hacer que atacar a Belgrado desde tan alto y desde
tan lejos, y tan cruelmente. No había ninguna necesidad de pseudoexpertos militares
o diplomáticos para saber que había algo mejor que hacer: por ejemplo, ayudar a
la oposición serbia.
Vivimos, pues,
una simultaneidad anacrónica, si así puede decirse, el contratiempo desligado
de modelos que pertenecen a configuraciones heterogéneas de la historia humana:
los poderes y el capital de la teletecnociencia más sofisticada cohabitan,
poniéndose a menudo al servicio de las pasiones arcaicas del animal político; por
ejemplo, del fantasma de una pureza racial o étnica, cultural o lingüística que
no resiste ni un instante al análisis.
No haré aquí —pero
habría que hacerlo— una descripción patética o polémica de los sufrimientos infligidos
desde todos los lados de lo que ya no es ni una frontera ni un frente:
sufrimientos de los que tenemos tantas imágenes atroces, sufrimientos que a
menudo permanecen para nosotros invisibles, sufrimientos infligidos a
individuos o a pueblos y que, tan absolutos como la singularidad del mal, de la
herida y de la muerte, quedarán para siempre indecibles e injustificables.
Tampoco haré —pero habría que hacerlo— el análisis de la argumentación desplegada
mediante la retórica de los partidos presentes. El arsenal histórico y
jurídico-político de las buenas razones y de las buenas conciencias nos ocuparía
durante horas sosteniendo todas las causas, en el triángulo infernal de la
OTAN, de Serbia y del movimiento independentista de Kosovo. En cambio quisiera,
aunque sea sumariamente, poner a consideración una sola pregunta, incluso una
hipótesis, sobre el lugar, la significación, y me atrevería a decir, la misión
de la Universidad, y así mismo, sobre la tarea de la filosofía y de las nuevas
Humanidades en esta guerra sin nombre,
en estas guerras sin nombre —pues,
por desgracia, hubo antes otras guerras también innombrables y purificaciones
étnicas del mismo tipo de las cuales Europa y su tutor americano no han hecho ningún
caso—. Hay todavía, no lejos de Europa, y alrededor de la cuenca mediterránea,
muy cerca de aquí, tantos pueblos oprimidos y reprimidos por poderes de Estado
más o menos legítimos, más o menos respetuosos de las decisiones de la ONU, y por
los cuales Europa y su tutor se preocupan tan poco o tan mal, lo cual debería
bastar para inquietar la buena conciencia y el moralismo.
Mi pregunta y mi
hipótesis atañen aún al frente y a la frontera, al volverse-frente de la
frontera, pero esta vez, de manera más discreta, frágil, difícil también, en la
línea de una frontera entre dos conceptos que, a menudo, es difícil disociar: la incondicionalidad y la soberanía. Estas son dos
representaciones próximas, pero heterogéneas, de lo que llamamos la libertad.
La idea moderna
y europea de Universidad supone, en su principio mismo, el derecho incondicional a la verdad; o mejor aún,
el derecho incondicional a plantear cualquier pregunta necesaria respecto a la
historia y a los valores mismos de verdad, ciencia, e incluso de humanidad. En
principio, no hay ningún límite en la Universidad para el examen crítico —que yo
prefiero llamar deconstructivo— de ninguna
presuposición, de ninguna norma, de ninguna axiomática, y en consecuencia, de ninguna
filosofía política, de ninguna ideología, de ningún dogmatismo religioso o
nacional, así como de ninguno de los poderes económicos, sociales, nacionales,
religiosos que, de una u otra manera, son sostenidos, representados y servidos
por ellas. Y servidos hoy de modo indispensable, en el nuevo espacio público,
por ese otro poder capitalístico-ideológico-económico que se llama el poder
mediático, instrumento heterogéneo y contradictorio, ciertamente, pero blanco virtual
de todos los frentes. La Universidad tiene incluso el derecho de examinar sin
presupuestos la idea de hombre, su historia y sus transformaciones, como quiera
que dicha idea condiciona el humanismo, los derechos del hombre, la noción de crimen
contra la humanidad. No para amenazar o destruir todo lo que se instituye de
esta manera, sino para exponerlo a las exigencias de un pensamiento que, por
otra parte, no se reduce ni a una disciplina (antropología, derecho, historia,
etc.), ni tampoco a la filosofía, ni a la ciencia, ni mucho menos a la crítica.
Y justamente lo que llamo pensamiento es
lo que corresponde a esta exigencia incondicional. Considero que el pensamiento
no es otra cosa que esta experiencia de
la incondicionalidad y que no es nada sin la afirmación de esta exigencia:
cuestionarlo todo, incluso el valor de la pregunta, incluso el valor de verdad
y de verdad del ser por el que se fundan la filosofía y la ciencia. La
afirmación sin límite de este derecho incondicional a un pensamiento liberado
de todo poder y justificado para decir públicamente
lo que piensa (tal fue la definición de la Ilustración según Kant) es una figura
de la democracia, sin duda, de la democracia siempre por venir, más allá de lo que liga a la democracia con la soberanía
del Estado-nación y de la ciudadanía. Democracia por venir, pues lo sabemos
bastante bien, ni lo que hoy llamamos democracias ni las universidades parecen reconocer
de hecho este derecho de principio que, sin embargo, las
convoca y las instituye. Esta franqueza democrática, esta libertad incondicional
supone, pero sin reducirse a ella, lo que llamamos la libertad académica
(noción restringida e intrauniversitaria), así como tampoco se reduce a la
libertad de opinión, de palabra y de expresión presuntamente aseguradas por las
constituciones de los Estados.
¿Por qué
insistir tanto aquí y ahora en esta libertad incondicional de la Universidad
que permitiría cuestionar el principio de todo poder —en principio, para
pensarlo con total independencia, incluso respecto a la resistencia, la
desobediencia o la disidencia? Porque resulta evidente que esta libertad puede asemejarse, y a veces parece vincularse con
lo que llamamos justamente soberanía,
por ejemplo, la soberanía de Dios, la soberanía de un monarca, la soberanía de
un Estado-nación, la soberanía del pueblo mismo. Ahora bien, el vínculo de esta
semejanza es una analogía inquietante, seductora pero engañosa. Quisiera ponerla
en duda hoy, en este momento singular que vivimos, no solamente con miras a
depurar un análisis conceptual, una deconstrucción genealógica o una crítica
especulativa (lo cual será necesario en todo momento y a otro ritmo), sino también
para afirmar aquí que es en la Universidad, en lo que ella representa en todo
caso, gracias a esta libertad incondicional, que podemos y debemos cuestionar hoy
el principio de soberanía, o pensar el cuestionamiento histórico —actualmente
en curso— del principio de soberanía, de ese fantasma de la soberanía que inspira
también la política de todos los Estado-nacionalismos. Éstos se enfrentan todavía
hoy en una guerra sin nombre sobre unos frentes a la vez simbólicos, virtuales
y reales, pero, en todo caso, mortales. Así pues, si como muchos otros me he
sentido obligado durante los últimos meses a guardar silencio, si no he podido
elegir mi campo ni tomar partido, si solamente he podido lamentar las víctimas (kosovares
y serbias), sintiéndome unido
solamente a los opositores, a los disidentes y a los resistentes, sin estar nunca
de acuerdo con las políticas ni del Estado serbio, obviamente, ni de la OTAN,
ni tampoco con la que sostiene, de manera militarmente organizada, la reivindicación
de un Estado-nación en Kosovo bajo el modelo de los demás Estados-naciones
llamados soberanos, es porque desde estos tres lados —y digo desde los tres— se
actúa en nombre y bajo las órdenes de ese arcaico principio-fantasma de la
soberanía. No tiene nada de sorprendente que este principio-fantasma de origen
teológico sea indisociable de una ideología étnica, nacionalista, estado-nacionalista
(en su concepción más o menos moderna), así como de cierto fermento religioso, que
se reconocen por su lógica gregaria y por su fuerza compulsiva en los
conflictos actuales: la religión, la etnia y el Estado-nación se mezclan en un
mismo discurso soberanista. Sería
demasiado fácil demostrarlo del lado de Serbia y del lado de Kosovo, ya que
esta idea de soberanía es explícita desde ambos lados: del lado de quienes
sostienen en Serbia que Kosovo hace parte o debería hacer parte de la Gran
Serbia y que toda agresión viola la soberanía del Estado serbio, su memoria y
su identidad; y también del otro lado, donde la aspiración armada a la
independencia obedece a una estrategia de la soberanía kosovar que apunta a la
constitución de un Estado-nación llamado independiente —que, como sabemos, sólo
vería la luz bajo otro protectorado disfrazado—. Pero, frente a ellos, del lado
de la OTAN, allí donde se pretende justamente actuar en nombre de principios
humanitarios y de derechos del hombre superiores a la soberanía de los Estados,
allí donde se permite el derecho de intervención en nombre de los derechos del
hombre, allí donde se juzga o se pretende juzgar a los actores de crímenes de
guerra o de crímenes contra la humanidad, sería fácil demostrar que este humanitarismo,
poco preocupado por otros casos en curso de “purificaciones étnicas” en el
mundo, sigue estando aún, y brutalmente, al servicio de intereses estatales de
toda clase (económicos o estratégicos), ya sean comunes a los aliados de la
OTAN o incluso disputados entre ellos (por ejemplo, entre Estados Unidos y
Europa). No puedo hacer aquí semejante demostración, pero este análisis posible
y necesario sólo puede tener hoy lugar, con total independencia, en la
Universidad o en el espíritu de la investigación universitaria; sólo allí puede
ser debatido pacientemente, con un rigor inflexible. Solamente en un lugar de
cuestionamiento y de afirmación sin límite podemos corresponder a una doble exigencia. Por una parte, hay que proseguir
del modo más consecuente posible el análisis crítico y genealógico —que
preferiría llamar la deconstrucción
en curso— del soberanismo, de los fantasmas de la teología política y de la
ideología Estado-nacionalista que, siempre inseparables y conjuntamente, mandan
de modo más o menos claro, y el
análisis de la terrible represión serbia con su proyecto de purificación étnica,
y, además, ya no del lado de las víctimas kosovares que sufren todo esto igual
que las víctimas serbias, el análisis de las intenciones Estado-nacionalistas
de Kosovo que pretende reconstituir, de modo más o menos claro, uno de esos Estados-naciones
soberanos, una de esas entidades étnico-religiosas de tendencia homohegemónica,
en el momento en que la susodicha soberanía parece un modelo cada vez más
arcaico. La tarea crítica es compleja, tanto como su estrategia. No descuidemos
esta complejidad, pues, una vez más, es en la Universidad que podemos estar
atentos a ella con la paciencia y prudencia requeridas. Paciencia y prudencia, pues
la ideología de la soberanía puede tener provisionalmente, aquí o allá, afortunados
efectos de emancipación. Además, no olvidemos un hecho de enormes y graves
dimensiones: los productores, los apologetas, incluso los propagandistas de
esta ideología Estado-nacionalista, a menudo asociada a las Iglesias y a la
etnia, pero siempre religiosa en sí misma y por esencia, son también a menudo escritores,
publicistas, intelectuales y universitarios. Pero, por otra parte, la misma exigencia debe impulsar a revelar, del
lado de la OTAN, una ambición casi simétrica, y enfatizo, casi simétrica. Tras su discurso de los derechos del hombre que
pretende —de manera a veces sincera en algunos de sus voceros y en algunos ciudadanos—
hacer pasar la preocupación moral y humanitaria por encima de los intereses Estado-nacionales
y, en consecuencia, por encima de la soberanía, los aliados de la OTAN ponen en
marcha una política contradictoria que, de modo más o menos claro, es confiada a
pseudoexpertos de toda clase, cuanto más arrogantes más falibles, sean cuales
sean (y no pienso solamente en los militares). Las estratagemas de la OTAN
sirven también a los intereses, a los poderes y a las intenciones hegemónicas
de Estados-naciones ya sean aliados o enfrentados, poco importa, como Estados
Unidos y Europa. Digo “casi simétrico” porque la relación de fuerzas económicas
y militares es, a la larga, demasiado desigual, pero también porque, incluso
sirviendo de coartada imperfecta, el discurso de los derechos humanos tiene un
porvenir que el nacionalismo y el soberanismo ya perdieron, al menos como
conceptos fundamentales de lo político. Cuando un secretario general de la
OTAN, seguramente bien intencionado como Javier Solana, declara (25/4/1999): “Estamos
entrando en un sistema de relaciones internacionales en el cual los derechos
humanos y los derechos de las minorías son cada vez más importantes, incluso más
importantes que la soberanía”[2],
anuncia un porvenir hacia el cual, en efecto, “estamos entrando”. Pero en el
intervalo de este progreso, la inadecuación permanece y permanecerá por siempre.
Dicha inadecuación atraviesa el discurso de los derechos humanos y de las minorías.
Es por eso que debemos deconstruir hasta el infinito, pero también denunciar
los mecanismos, las artimañas y las mentiras a través de los cuales este
respetable discurso sobre los derechos humanos se ajusta, de manera injusta y
selectiva, a las intenciones hegemónicas de superpotencias Estado-nacionales. Éstas
no renuncian a su propia soberanía. En cuanto lo estiman conveniente, ya no
respetan ni siquiera a las organizaciones del derecho internacional que ellas
mismas instituyen y a las que siguen dominando. Por lo demás, Estados Unidos y
los países de la OTAN no son los únicos en hacer poco caso a la ONU cuando les
parece útil; tampoco Serbia es el único país en practicar la “purificación
étnica”. Tal purificación, ya lo he dicho, prosigue no muy lejos de aquí, bien lo
saben ustedes, según otras vías y a otros ritmos.
Ahora bien, ¿qué
es lo que permite distinguir entre, por un lado, la libertad en principio incondicional del
pensamiento, que encuentra su mejor ejemplo y su derecho de ciudadanía en la
Universidad, y, por otra parte, la soberanía, particularmente la soberanía Estado-nacional?
En último término, una historia teológico-política del poder. No puedo
desarrollar aquí esta argumentación, pero en ella deberían aparecer en primer lugar
los orígenes teológicos del concepto de soberanía (“soberano”, “superanus”, de “superans”, significa en principio la omnipotencia, la predominancia
y la superioridad de Dios, del Señor-Dios, por tanto, del monarca absoluto por
derecho divino). Este concepto de soberanía sigue estando marcado por una
ascendencia religiosa y sacra, incluso cuando es transferido al pueblo y al
ciudadano. El contrato social de
Rousseau marca un gran momento en esta mutación cuya fractura no afectó, por lo
visto, la solidez teológico-política de la semántica de la soberanía. La
soberanía divina o monárquica fue transferida al pueblo, como república o como democracia
supuestamente secularizada, libre y autodeterminada. El pueblo se vuelve el soberano,
uno, inviolable e indivisible, fuente absoluta del poder y del derecho. Cuando
Rousseau, al comienzo de El contrato social, al igual que Sócrates
en el Critón, hace sonar en su voz la
voz de la ley como ley de su propio
país, escribe: “Nacido ciudadano de un Estado libre y miembro del soberano, por débil que sea la influencia que tenga
mi voz en los asuntos públicos, el derecho que tengo de votar basta para imponerme
el deber de instruirme. ¡Estaré feliz siempre que, al meditar sobre los
gobiernos, encuentre en mis investigaciones nuevas razones para amar al de mi
país!”. Así, él legitima esta conversión aparentemente secularizante y humanizante
del concepto religioso de soberanía, el cual pasa por tanto a hacer parte de
los conceptos sobre lo político, como nos lo recuerda Carl Smith al señalar que
en éstos quedan herencias teológicas secularizadas. Ser un ciudadano libre,
tener derecho al voto, tener una voz, como se dice, una voz política, es ser
miembro, es participar del cuerpo soberano (“Nacido ciudadano de un Estado
libre y miembro del soberano”, dice Rousseau).
El individuo contrata consigo mismo y queda comprometido bajo una doble
relación: como miembro del soberano y para con el soberano. Con esto que
Rousseau llama una “convención legítima”, esto es, una especie de ficción legal,
se funda el orden social como un espacio sacro y sacramental: “el orden social
es un derecho sagrado”, dice Rousseau. Todo lo que procede de “la voluntad del
pueblo o la voluntad soberana, la cual es general” es “sagrado y por lo mismo
inviolable”. Teniendo en cuenta esta aparente secularización y esta
democratización que transfiere la soberanía divina o monárquica al pueblo que
se autodetermina, ciertamente Marx tiene razón al distinguir en su Crítica de la filosofía del Estado de Hegel entre
dos conceptos de soberanía: la soberanía del monarca y la del pueblo. “Soberanía
del monarca o soberanía del pueblo, he ahí la cuestión”, dice él. También tiene
razón al decir que hay dos conceptos distintos de soberanía, la soberanía
divina y la soberanía humana. Pero, a pesar de esta distinción justificada,
insisto en creer que la filiación teológica de la soberanía se mantiene,
incluso cuando hablamos de libertad y de autodeterminación popular. En esta forja
volcánica, en este hogar ardiente (hogar familiar y teológico-político de la
filiación), se forjan o se fomentan aún hoy todos los Estado-nacionalismos
beligerantes, en los que la pasión étnico-religiosa se vuelve oscuramente indisociable
de la reivindicación de soberanía, de poder autodeterminado, por medio de presuntas
purificaciones de toda especie. Siempre mediante el fuego y la sangre. Por otra
parte, la división o repartición de la soberanía ha sido recomendada en este
siglo por las Conferencias de La Haya, en 1899 y en 1907, luego por la Sociedad
de las Naciones y la Carta de las Naciones Unidas, y recientemente, por el
proyecto de la Corte Penal Internacional (rechazado todavía por Estados Unidos
y firmado por Francia sólo tras muchas reticencias y precauciones dilatorias).
Lejos de ver en ello una amenaza para la ley, todas estas instituciones han señalado
que la limitación de la soberanía es la condición de la paz, e incluso, de la
ley en general. Es cierto que la soberanía compartida sigue siendo una
soberanía, y esta es la ambigüedad de todo el discurso jurídico-político que regula
las instituciones internacionales y las relaciones tan equívocas, tan dudosas y
tan criticables, entre los Estados más poderosos y las instituciones
internacionales, en igual medida indispensables e imperfectas o perfectibles.
Estas cuestiones
decisivas pero difíciles sólo podemos pensarlas, considerarlas de forma serena
y radical, en lo que la Universidad simboliza hoy. La incondicionalidad del
pensamiento, que debería encontrar su lugar o su ejemplo en la Universidad, se
reconoce allí donde, en nombre de la libertad misma, puede cuestionar el
principio de soberanía como principio de poder. Cuestionamiento temible y abismal,
no lo ignoremos, pues si bien el pensamiento encuentra allí su espacio de
libertad, ciertamente se encuentra también sin
poder. Se trata de una incondicionalidad sin soberanía, es decir, en el
fondo, de una libertad sin poder. Pero sin poder no quiere decir “sin fuerza”.
Y quizás allí, discreta y furtivamente, sea atravesada
otra frontera, a la vez cruzándola y
resistiendo al tránsito, a saber, la frontera poco visible entre la incondicionalidad
del pensamiento (que comprendo como la vocación universal de la Universidad y de
las “Humanidades” por venir) y la soberanía del poder, de todos los poderes: el
poder teológico-político, aún en sus figuras nacionales o democráticas, el
poder económico-militar, el poder mediático, etc. La afirmación de la que hablo
sigue siendo un principio de resistencia o de disidencia: sin poder pero sin debilidad, sin poder pero no sin fuerza, así sea una
especie de fuerza de la debilidad. Lejos de refugiarse tras las fronteras
seguras de un campo, de un campamento, de un campus inofensivo y protegido por
autoridades invisibles, este pensamiento de la Universidad debe preparar, con
todas sus fuerzas, una nueva estrategia y una nueva política, un nuevo pensamiento
de lo político y de la responsabilidad política. Para eso, debe aliarse, en el
mundo, en Europa y fuera de Europa, con todas las fuerzas que no confundan la crítica
de la soberanía con el servilismo, ni tampoco con la servidumbre voluntaria, todo
lo contrario.
He aquí lo que
comenzaría por responder, casi nada
en suma, de manera torpe y aventurada, insolente también, a las leyes de la
ciudad (οἱ νόμοι καί τὸ κοινὸν τῆς πόλεως). He aquí lo que habría replicado, casi nada en suma, y eso es todo, a las prosopopeyas, a las voces
autorizadas que Sócrates, antes que Rousseau, intentó hacer hablar, intentó e
hizo hablar, oyó para hacer hablar. ¿Inventé otros λόγοι que los que Platón nos
dejó grabados? Quizás. Pero apuesto, y es un acto de fe en Sócrates el ateniense,
que él había oído esas voces casi mudas, esas voces que me invento. Quiero
creer que las oyó, aunque haya preferido como buen ciudadano aparentar que no.
En cuanto a mí, como cualquier otro y modestamente, sigo siendo ciudadano, ciudadano
de mi país o del mundo, ciertamente, pero nunca aceptaría hablar, escribir o
enseñar únicamente en cuanto ciudadano, y menos aún en la Universidad. Es por
eso que he tenido la desfachatez de desafiar ante ustedes a las leyes de la
ciudad. Pero si no me he dejado intimidar por su prosopopeya, ha sido para dar
la palabra a otros, vivos o muertos, y a otras leyes. Preferir otra ley a las
leyes de la ciudad, esta tragedia nos resulta familiar, incluso demasiado
familiar. La memoria griega habrá ilustrado nuestra herencia con algunos
ejemplos, sublimes y aterradores.
No me atrevo a
comparar el riesgo que ingenuamente corro hoy aquí, en Atenas, como huésped y
amigo agradecido.
Les agradezco
también la paciencia con la cual han escuchado al Extranjero hablarles por
tanto tiempo para no decir nada, o casi nada; eso es todo.
Gracias, perdón.
*
Conferencia pronunciada en la Universidad Panteion (Atenas), en la
ceremonia de Doctorado Honoris causa,
el 3 de junio de 1999. Para el texto original, cf. Derrida, Jacques. Inconditionnalité
ou souveraineté. L´Université aux frontières de l´Europe. Atenas:
Éditions Patakis, 2002 (texto bilingüe francés/griego). Se omiten en esta
traducción las extensas pero valiosas notas al pie de página [N. de T.].
[2] En inglés en
el original: “We are moving into a system
of international relations in which human rights, rights to minorities every
day, are much more important, and more important even than sovereignty” [N. de T.].
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