La desinformación en Colombia continúa dibujando falsas ilusiones de negocios, donde sólo las hay para unos pocos, ocasionando costos que trascienden cualquier suma de dinero para todos los demás.
Por: Isis Álvarez
Hoy en día, muchas personas son conscientes de la crisis ambiental en la que vivimos y muchos tienen las mejores intenciones de contribuir -de alguna manera- a contrarrestar el gran abuso que viven los recursos naturales del planeta . . . y eso está bien, pero cuando empieza a aparecer una fuerte campaña en la prensa colombiana, real propaganda, para un negocio que ya ha demostrado ser catastrófico para el medio ambiente (a nivel mundial), no puedo más que sentir una profunda rabia y frustración. Es así como recientemente he encontrado más de un artículo, en conocidos medios colombianos, en donde se ‘maquillan de verde’ (‘greenwashing’ en Inglés) los mal llamados ‘biocombustibles’. Dichos artículos, como es el caso del recientemente publicado “En Colombia se producen biocombustibles” (publicado en EL Espectador), son frecuentemente emitidos a través de las secciones de negocios de tales publicaciones y contienen todos los elementos para que cualquier incauto con sed de ecología, caiga ‘redondito’ en las fauces de lo que hoy denominan ‘biocombustible sostenible’.
Empecemos porque ningún etanol es ‘limpio’. La producción de etanol requiere miles de hectáreas para el cultivo de caña de azúcar (tal como lo asegura el mencionado artículo), y un pequeño agricultor jamás podrá sembrar la suficiente cantidad para poder producir una cantidad representativa. Este dato significa que el modelo requerido para la producción de ‘biocombustibles’ es uno de agroindustria, en un momento en donde la demanda se multiplica día tras día, con sus pesadas maquinarias, su uso intensivo de agroquímicos y su necesidad de mano de obra barata. De hecho, los agrocombustibles fueron uno de los factores principales que desencadenaron la crisis alimentaria de 2008, hecho que ya es reconocido ampliamente a nivel mundial, al reemplazar cultivos de alimentos por cultivos, para proveer en el mercado de los ‘biocombustibles’.
Tampoco es muy limpia la forma en la que, por necesidad de mayores extensiones de tierra, se talan bosques enteros para sustituirlos por plantaciones de monocultivos -en este caso de caña de azúcar para producir etanol; en otros casos, de eucaliptos y pinos para producir papel y/o madera, palma de aceite, piñas, etc.-. De esta manera, no sólo se reduce la capacidad de un ecosistema para capturar CO2, sino que también se liberan cantidades importantes de este gas de invernadero, al remover los suelos y prepararlos para la siembra. Esto quiere decir que dichos monocultivos NO están contribuyendo a la reducción de CO2 . . . y ese es, supuestamente, su objetivo.
Para mantener tales extensiones masivas de monocultivos, no sólo se necesitan excesivas cantidades de agua –incluso han llegado a agotar cuencas enteras- sino que también es necesario utilizar enormes cantidades de agroquímicos que tienden a terminar en las corrientes de agua de las que dependen comunidades enteras, tanto humanas como animales, deteriorando los suelos y afectando la salud de los trabajadores (corteros).
Para lograr cortar la suficiente cantidad de caña que les permita ganarse la vida, y el sustento de sus familias, los corteros deben laborar extenuantes horas -a plena luz del sol-, ya que el pago depende del peso de la caña cortada en el día. No está de más recordar que el sindicato de corteros de caña (como muchos otros sindicatos) en nuestro país, ha sufrido la muerte violenta de varios de sus líderes por exigir mejoras en sus condiciones de trabajo, que son (y han sido) sumamente precarias. Igualmente preocupante resulta el hecho de que para abastecer la industria de los agrocombustibles, se estén considerando los árboles genéticamente modificados para su cultivo extensivo, sin tener pruebas previas sobre los graves impactos que el polen de estos árboles pueden ocasionar a las poblaciones naturales, a largo plazo. A los escépticos, les recomendaría echarle una ojeada al caso del maíz transgénico de Monsanto (Mon810), ya prohibido en alrededor de 8 países en Europa.
Con el advenimiento del TLC, la propaganda que se les hace a los agrocombustibles no es más que una puerta abierta a los negocios extranjeros para que entren al país y continúen devastando los recursos colombianos, y así, este tipo de artículos se encargan de lavarle el cerebro a su población, para que no se oponga a este ‘lucrativo’ negocio, para que crea que esto es en ‘pro’ del “desarrollo” del país, que la inversión extranjera es lo que necesitamos para salir de pobres . . . aun cuando en todos estos años, no ha habido inversión extranjera que valga.
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Para mayor información sobre los impactos negativos de los agrocombustibles en Colombia lea el reporte de la Misión internacional para la verificación del impacto de los agrocombustibles en 5 zonas afectadas por los monocultivos de palma aceitera y caña de azúcar en Colombia .
Fuente: antropologika
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