Album Ofcol

lunes, 26 de agosto de 2013

ATENCIÓN ATENCIÓN! PRIMER REPORTE DE DD.HH EN BOYACÁ!

Abuso sexual contra jóvenes (hombres y mujeres) por parte de agentes policiales, además de reiteradas amenazas provenientes de estos funcionarios de agredir sexualmente a las mujeres, esposas e hijas de los campesinos. 
     Actos de tortura y otros malos tratos que involucran el uso arbitrario de gases lacrimógenos en sitios cerrados, incluso en hogares infantiles ocupados con niños entre 3 y 6 años, lo mismo que el uso de estos elementos que se lanzan y aplican de manera directa el cuerpo de los pobladores.

domingo, 25 de agosto de 2013

Primeras Olimpiadas Filosóficas 2013

Este evento convoca a estudiantes de Colegio de los grados 10 y 11 de la ciudad de Tunja y los municipios del departamento de Boyacá que quieran participar con sus trabajos filosóficos. 


El reconocimiento académico estará patrocinado por el Observatorio Filosófico de Colombia, quienes coeditan junto con el Observatorio Filosófico de Morelos (México) y la Organización Juventud Utopía A.C. (México) la revista de Filosofía Nuestramericana: “Posibilidad, Crítica y Reflexión”. Esta Revista es internacional, arbitrada, cuenta con Latindex de la UNAM y con ISSN 0719 - 1359 de la cámara Chilena del libro. Aquellos trabajos reconocidos por el jurado durante la jornada de las olimpiadas, serán publicados en las memorias del evento, y los mejores trabajos tendrán la posibilidad de publicación en la Revista de Filosofía Nuestramericana: Posibilidad, Crítica y Reflexión.

  PRIMERAS OLIMPIADAS FILOSÓFICAS 2013 by Ofmor Filosofía

domingo, 18 de agosto de 2013

LA REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO VIVO*



Gigi Roggero**
Universidad Nómada (Italia)

Traducción: Esther Juliana Vargas
Universidad de La Salle (Bogotá)

Vivimos en una situación revolucionaria. Podríamos formular la definición clásica en los siguientes términos: las élites gobernantes del capital global no pueden vivir en el pasado; los trabajadores, los precarios, los estudiantes, los pobres, el conocimiento vivo rechaza vivir como en el pasado. La crisis global, las luchas transnacionales ―desde las insurrecciones del norte de África hasta las acampadas de España y la Plaza Syntagma, desde los movimientos universitarios chilenos hasta los Occupy y el levantamiento de Québec― están compuestas por la convergencia de una clase media en declive y un proletariado cuya pobreza es directamente proporcional a su productividad.

En este contexto, la universidad es un sitio clave, pero no ya de producción del conocimiento; por el contrario, mientras más conocimiento se extienda en toda la fábrica social, menos será la universidad el sitio privilegiado de su transmisión. La Torre de Marfil definitivamente está cayendo; pero la universidad es el sitio clave para estas luchas, para sus posibilidades de territorialización y generalización.

El Colectivo Edu-Factory ha definido este contexto como una “crisis doble”, esto es, la crisis de la universidad y la crisis de la economía global. De hecho, es imposible comprender las transformaciones y las luchas de la universidad sin vincularlas con las trasformaciones y las luchas del trabajo y la producción. Entonces, de manera taquigráfica, esbocemos cinco tendencias de la economía política de la universidad y su crisis, equivalentes a cinco campos de batalla de las luchas transnacionales.

1. La crisis de la idea tradicional de conocimiento, que es también la crisis de la mitología izquierdista sobre el conocimiento como un bien neutral y común que hay que defender de la mercantilización. En el capitalismo contemporáneo, el conocimiento ―que es a la vez una fuente central y un medio de producción no es sólo una mercancía: es una mercancía central en la acumulación capitalista. De hecho, no hay neutralidad y naturalidad del conocimiento: es siempre una cuestión de producción, y dentro de las relaciones sociales capitalistas también es una fuente de explotación.

Cuando hablamos de conocimiento vivo, estamos tratando de identificar la nueva composición del trabajo vivo, y de la socialización de la producción del conocimiento. Este es un proceso ambivalente: el conocimiento es lo que es producido en común por el trabajo vivo, y también lo que es explotado por el capital; es la posibilidad de la autonomía de la cooperación social, y a la vez, aquello que captura y valora el capital. En este proceso ambivalente, el conocimiento se convierte en un campo de batalla central: lo común no existe por naturaleza, pero debe ser producido.

2. La crisis de las disciplinas, esto es, de la organización moderna del conocimiento. En la primavera de 2009, respondiendo a la pregunta formulada por la Reina de Inglaterra, un grupo de economistas de la corriente actual concluyó que la ciencia económica no sólo había sido incapaz de prever la crisis en sus inicios, sino que además fue absolutamente incapaz de entender nada sobre la economía, e incluso que podría ser la responsable de la crisis misma. El discurso de otras disciplinas no es muy diferente: éstas son cada vez más incapaces de explicar lo que está pasando. Las disciplinas, así como la retórica de la interdisciplinariedad, representan cada vez menos una forma de organización del conocimiento, basadas en su producción común.

3. La crisis de la figura tradicional del estudiante. Dado que ellos son productores de conocimiento, los estudiantes ya no son la fuerza de trabajo como aprendices, sino que son de inmediato trabajadores, y trabajadores precarios. De hecho, hay una constante superposición entre el mercado de la educación y el mercado laboral (piénsese en la “formación permanente” o en el sistema de acreditación). No es una coincidencia que los problemas laborales (precariedad, devaluación de la fuerza de trabajo, empobrecimiento, crisis, etc.) se hayan vuelto centrales en las luchas estudiantiles y universitarias en los últimos años. Y por esta razón las luchas universitarias tienen un potencial de generalización política a través de su plena composición de clase.

4. La crisis de la dialéctica moderna entre lo público y lo privado. Consideremos la corporativización de la universidad. Esto no significa solamente la entrada de fondos privados en las instituciones públicas. En los modelos americanos y anglosajones, la definición de corporaciones universitarias no depende tanto de su estatus jurídico: ambas son públicas y privadas, y son financiadas tanto por el Estado como por dinero de las corporaciones. “Corporación universitaria” significa que la universidad misma se ha convertido en una corporación, para trabajar en el cálculo del costo-beneficio, la racionalidad del presupuesto y reducir los costos de personal, para competir en el mercado global de la educación. Esto significa una universidad más allá de la dialéctica entre lo público y lo privado, entre el Estado y el mercado. Desde el punto de vista de las luchas, esto significa que no tenemos nada que defender: lo que está en juego es un proceso constituyente de una nueva universidad. Llamamos a esto la universidad de lo común.

5. La crisis de la universidad como mecanismo de ascenso social. La precariedad y el endeudamiento ―como condiciones de vida permanentes― han demolido la idea de que se va a la universidad para adquirir una posición más alta. En definitiva, esto significa una caída irreversible de las promesas progresistas del capitalismo, incluso en sus formas competitivas individualistas.

En el desmantelamiento del bienestar, ejemplificado por el incremento loco de las matrículas en Québec, la deuda se convierte en una forma perversa de acceder a las necesidades sociales (vivienda, educación, salud, movilidad, etc.). Podemos hablar de una financiarización de la universidad y de la vida. El sistema de deuda funciona como un proceso de canalización de nuestras escogencias, un régimen disciplinario impuesto no sólo en nuestro presente, sino ante todo como una hipoteca sobre nuestro futuro. Este es un régimen moral de individualización: si estás endeudado, sufres de culpa. Pero precisamente por estas razones debemos oponernos a los juicios morales de la Izquierda sobre el acceso al sistema crediticio, porque el uso del crédito también resalta la incomprensibilidad de las necesidades sociales. La Occupy Student Debt Campaing, y su demanda de un tipo de derecho colectivo a la quiebra para los estudiantes, los trabajadores, los pobres y la gente precaria, es estratégica: por una parte, para reapropiar la riqueza social que producimos en común; por otra parte, para rechazar el régimen moral del capital financiero y sus aparatos de individualización, y para crear un proceso colectivo. De hecho, podemos decir que la lucha por el crédito-deuda en el capitalismo contemporáneo es equivalente a la lucha por el salario en el capitalismo industrial.

Sobre estas bases, concluyamos con un par de preguntas políticas que surgen a raíz de los movimientos transnacionales. Por una parte, ¿cómo podemos construir una política de la composición común entre la clase media en declive y el proletariado “sin futuro”, elementos que tienen ambos en común el empobrecimiento y la expropiación capitalista, pero que están segmentados por los aparatos del capitalismo financiero (deuda, individualización, estratificación salarial, políticas de la identidad, etc.)? Este es el nodo central para la organización de lo común.

Por otro lado, actualmente el campo de batalla no está situado en la defensa de lo público (porque se trata de lo público-privatizado), sino en un proceso constituyente más allá del sistema de la representación política. La ocupación de las plazas, las universidades  y los espacios metropolitanos no es una protesta, no hay demandas para hacer frente al gobierno. Estas prácticas indican la creación inmediata de una nuevo espacio-tiempo, una forma embrionaria de organización de la vida en común. La pregunta aquí es: ¿cómo podemos construir una organización colectiva para nuestra cooperación autónoma, y destruir los mecanismos de captura capitalista? ¿Cómo podemos trasformar la universidad hacia una institución de lo común?

Estamos viviendo una situación revolucionaria, pero también sabemos que de suyo esto no basta para ocasionar mecánicamente el movimiento de la revolución misma. El “1%” no caerá si no los empujamos. Esta es nuestra tarea.


 *Artículo expuesto y discutido en el marco del Simposio: Semilleros de investigación de la Universidad de Antioquia. Dinámicas y experiencias. Realizado el pasado 15 de agosto de 2013 en la Sede de Investigación de la Universidad de Antioquia (SIU.

** Gigi Roggero es militante del colectivo Edu-Factory y de la red UniNomade. También es investigador precario en la Universidad de Bolonia. Autor de The Production of Living Knowledge: The Crisis of the University and the Transformation of Labor in Europe and North America (Philadelphia: Temple University Press, 2011).


Reflexiones dobre los semilleros de investigación

El pasado 15 de agosto de 2013 se realizó en la Sede de Investigación de la Universidad de Antioquia (SIU) el Simposio: Semilleros de investigación de la Universidad de Antioquia. Dinámicas y experiencias, organizado por la Red de Semilleros de Investigación UdeA (Redsin) y el Grupo de Investigación: Historia de la Práctica Pedagógica en Colombia de la Facultad de Educación.

Acontinuación compartimos las reflexiones sobre este particular de Carlos Enrique Restrepo, profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia.


*** 


ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS-TRABAJADORES PRECARIZADOS.
A propósito de los dilemas del Sistema Universitario de Investigación

Carlos Enrique Restrepo
Cognitario del Seminario: “La universidad sin condición”
Instituto de Filosofía, Universidad de Antioquia
alteridad@quimbaya.udea.edu.co

Lejos de cualquier ingenuo progresismo, que establece un arbitrario nexo causal entre la intelectualización de la fuerza de trabajo y su inminente liberación, la cognitivación del trabajo también significa la cognitivación de la medición y de la explotación, una cognitivación de la jerarquía de clase, de la regulación salarial y de la división del trabajo.
Gigi Roggero

La economía es el método. El objetivo es cambiar el alma.
Margaret Thatcher


El pasado 15 de agosto de 2013 se realizó en la Sede de Investigación de la Universidad de Antioquia (SIU) el Simposio: Semilleros de investigación de la Universidad de Antioquia. Dinámicas y experiencias, organizado por la Red de Semilleros de Investigación UdeA (Redsin) y el Grupo de Investigación: Historia de la Práctica Pedagógica en Colombia de la Facultad de Educación. En el Simposio se presentaron los resultados del proyecto: Trayectoria e impacto de la estrategia Semilleros de Investigación de la Universidad de Antioquia para la universidad y en el contexto local y nacional, aprobado por la convocatoria temática “Universidad y Educación Superior” del CODI y la Vicerrectoría de Investigación. El Simposio contó, entre otros, con la participación de los responsables del proyecto, representantes de los comités técnicos de investigación de las Facultades de Derecho, Educación, la Escuela de Nutrición y Dietética, y el Vicerrector de Investigación.


El diagnóstico del encuentro fue claro: si bien los semilleros constituyen “una experiencia exitosa de investigación formativa” en el nivel del pregrado, el hecho es que no existe una política integrada de semilleros en el Sistema Universitario de Investigación (SUI). Actualmente, tanto el reconocimiento como el funcionamiento de los semilleros están condicionados a su anexión a Grupos de Investigación reconocidos, a su participación en proyectos de investigación en curso, o a la regulación que les otorguen autónomamente las Facultades, Escuelas o Institutos.

Para el Vicerrector de Investigación, la investigación formativa de los estudiantes de pregrado no depende estrictamente de una política de semilleros, sino que está garantizada por la existencia del Programa de Jóvenes Investigadores del SUI, el cual permite la iniciación de estudiantes de pregrado en la práctica de la investigación mediante su selección y reclutamiento en Grupos reconocidos, bajo la tutela directa del respectivo coordinador. Pero, en lugar de una garantía, la medida restringe enormemente los espacios de investigación formativa, toda vez que se ciñe a la directriz de Colciencias según la cual por Jóvenes Investigadores hay que considerar al “[joven] con formación de pregrado finalizada, integrante de un grupo de investigación, que hace parte de un proyecto de investigación y está inscrito en un programa institucional de Jóvenes Investigadores” (Cf. Colciencias, Modelo de medición de grupos de investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación, junio de 2012).

La tenaza de Colciencias y el SUI plantea grandes interrogantes y vacíos sobre el futuro de la investigación formativa en el nivel de pregrado, específicamente al dejar subsistir los semilleros como una anomalía aprovechable en el Sistema de Investigación. Si bien las iniciativas de Redsin, y de su análogo nacional Redcolsi, propenden por el reconocimiento e integración de los semilleros en el Sistema, lo cierto es que no hay la voluntad institucional de formular una política para los semilleros, los cuales en la opinión del Vicerrector de Investigación son una iniciativa personal, voluntaria y extracurricular de estudiantes y profesores, sin implicaciones ni obligaciones para la universidad ni para el Sistema.

A esta aporía subyacen, en realidad, las tensiones y contradicciones entre la investigación libre y la investigación dirigida, esto es, entre el conocimiento vivo ―cuya condición propia es la autonomía― y su validación, reconocimiento y gestión institucional, ya sea mediante la supervisión ministerial o la de su sucedáneo, el Sistema Universitario de Investigación. Por eso, en lugar de gravitar en discusiones en torno al centro de las formas jurídicas, a menudo vacías, de las que se esperan siempre reconocimiento e inclusión, más urgente resulta interrogar el estatuto de la producción de saber en la transición hacia la “universidad investigativa” y hacia la “sociedad del conocimiento”, en las que este último se vuelve objeto de las decisiones políticas a medida que sufre el asedio permanente de su apropiación por el capital.

En ese contexto, la “gestión” de las fuerzas vivas del pensamiento y la creatividad de los jóvenes pasa por la criba y la selección de prospectos, en lo que resulta ser una intervención directa sobre ese nuevo medio de competencia que es la universidad. La política de investigación toma entonces por función la de compartimentar los flujos de la formación y el trabajo del conocimiento, en la larga serie de mediaciones y ascensos (estudiantes destacados, prospectos, magíster, investigador junior, asociado, sénior, con todos los subtipos y requisitos respectivos) que, con el embeleco de la promesa del “éxito” profesional (trabajo-remuneración) y el refuerzo de los incentivos (proyectos financiados, pasantías, becas), disuelven el término que otrora representaba la profesión, relanzándola al calvario de la cualificación y la formación permanentes. El Sistema establece así un mecanismo perverso que combina el reconocimiento y la explotación, por cuanto subordina el “proyecto” de los jóvenes (su vida profesional) a moldearse bajo la estricta observancia de las condiciones de selección, en todas y cada una de sus instancias de validación.

Para Gigi Roggero (2013), todo esto ocurre cuando la producción de saber ha sido recodificada bajo la racionalidad empresarial del costo-beneficio, e inscrita por tanto en el circuito del mercado global de la educación. En este caso, lo que hay que reconocer es que, siendo como son productores de conocimiento, los estudiantes no son ya considerados fuerza de trabajo como aprendices, sino que son de inmediato trabajadores precarios, en los mismos inicios de la formación. La cadena de explotación que se abre presupone, sin embargo, que la sola profesión no basta; que la antigua garantía del título universitario para el ejercicio laboral queda reducida a la insignificancia; que el “futuro” como profesional, y sus concomitantes expectativas de realización personal, han sido confiscadas por un abstracto sistema de subalternidades y rangos, que comienza por la subordinación directa de los estudiantes promovidos y su reclutamiento al servicio de un Grupo, un proyecto o un profesor (el líder), bajo un complejo funcionamiento que, además del requisito de los méritos académicos, interpone el paso por el aparato administrativo, el azaroso camino de las convocatorias y concursos, el revisionismo constante de la evaluación, el acrecentamiento individual de la deuda en educación de posgrado, y en fin, los rigores del tiempo muerto de los papeles y despachos, entre los que se fragua la vida del estudiante como trabajador. Como contraparte, el Sistema amenaza de modo constante con la posibilidad del fracaso, al dejar el remanente de una gran masa de estudiantes y profesionales confinados a las márgenes: los “condenados de la tierra” en los predios de la investigación institucionalizada, aquellos que engrosan la “población flotante” del cognitariado más precario (los “no aptos”, los grupúsculos románticos, los “semilleros” ingerminados, los profesionales desempleados, la masa mercenaria y desesperanzada del profesorado por horas cátedra…).

Abandonados a su propia suerte, los semilleros de investigación son una zona gris del proceso de selección natural y lucha por la existencia al que se enfrentan hoy los estudiantes universitarios, pero al mismo tiempo, una instancia de incubación y enganche en el circuito de explotación constituido bajo la gramática ministerial del modelo lineal de innovación (I+D) y la política de ciencia y tecnología (CyT). Por esta razón, la lucha de los estudiantes no debe ser la de su inclusión en la gramática jurídico-política del SUI, sino su reivindicación autonomista como escenario de la investigación libre en los albores de un capitalismo cognitivo que, en último término, depende de la producción de saber como genuina fuente del valor. Lo que vemos prefigurarse es una lucha por el conocimiento que deberá prolongarse en un movimiento de fuga y de éxodo, toda vez que “en las nuevas jerarquías sociales y en la emergente composición de clase, la universidad no es el único lugar donde se produce conocimiento y cultura” (Roggero, 2012). En su lugar, la academia ha sido excedida por flujos de producción de saber diseminados por doquier en el campo social, desarrollados sin jerarquías de clase en espacios y escenarios alternos de cooperación, capaces por tanto de nuevos modos de organización y nuevos medios de expresión. De lo que se trata hoy es más bien de hacer consistir la autonomía del conocimiento vivo en una auténtica revolución del conocimiento vivo. El cognitariado, y en especial los estudiantes, deben ser capaces de trazar, entre las grietas del Sistema, una deriva de sus fuerzas vivas (el talento), lejos de un modelo de gestión del cual el saber humano nunca necesitó para desarrollarse, pero que hoy vemos naturalizado tras dos siglos de anexión de la universidad como función de Estado, y en el momento de su integración capitalista al mundo empresarial.

De otro lado, es también responsabilidad de nosotros, los profesores, no prestarnos más a la ópera bufa de este modelo de gestión que vampiriza los cerebros, los cuerpos, y en suma, la vida de los jóvenes, que les roba las almas solapándose en el andamiaje de la burocracia de la investigación universitaria, cuya función es justamente la de bisagra en la transición a la forma empresarial o corporativa de la universidad. En función de la nomadización y del éxodo, habrá que volver, entre tanto, a las formas sólo aparentemente caducas del sabio aficionado, del autodidacta, a la relación entre maestro y discípulo, pero también potenciar las prácticas colectivas de acceso abierto, en las que sin guardarse para sí los secretos de la profesión, las técnicas, las ideas aparentemente únicas de los proyectos institucionales, acontece el milagro de una educación concebida de manera más originaria como producción social y como acto de solidaridad y donación. Los estudiantes tendrán que reclamar así de sus profesores la coherencia con el deber que Nietzsche prescribía, si es que hay algún sentido en el mantenimiento de las escuelas: “Tus verdaderos educadores y formadores te revelan cuál es el auténtico sentido originario y la materia fundamental de tu ser, algo que en modo alguno puede ser educado ni formado y, en cualquier caso, difícilmente accesible, capturable, paralizable; tus educadores no pueden ser otra cosa que tus liberadores. He aquí el secreto de toda formación”.

Referencias

Edu-Factory & Universidad Nómada (2010). La universidad en conflicto. Capturas y fugas en el mercado global del saber. Madrid: Traficantes de sueños.

Fernández González, J. et al (2013). De la nueva miseria. La universidad en crisis y la nueva rebelión estudiantil. Madrid: Akal.

Nietzsche, F. (1999) Schopenhauer como educador. Trad. Luis Moreno Claros. Madrid: Valdemar.

Roggero, G. (2005) Intelligenze fuggitive: movimento contro l'università azienda. Italia: Manifestolibri.

Roggero, G. (2011) The Production of Living Knowledge: The Crisis of the University and the Transformation of Labor in Europe and North America. Philadelphia: Temple University Press.

Roggero, G. (2012) “La autonomía del conocimiento vivo en la universidad-metrópolis”. Trad. Marcelo Expósito. En: Revista Debates, No. 62. Medellín: UdeA, pp. 69-74.

Roggero, G. (2013). “La revolución del conocimiento vivo”. Trad. Esther Juliana Vargas (inédita). Versión en inglés en: http://viewpointmag.com/2012/07/09/the-revolution-of-living-knowledge/