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lunes, 23 de junio de 2014

El Partido Comunista Colombiano en sus alianzas con la burguesía. Una mirada histórica desde su fundación hasta el Frente Nacional


Introducción

El Partido Comunista Colombiano, es la organización partidaria de izquierda de mayor trayectoria histórica. Una revisión a la historia política de esta organización, permite comprender la memoria histórica y la herencia que pesa en sus dirigentes a la hora de valorar los diferentes momentos políticos, sus aciertos y equivocaciones, en la conducción táctica de las fuerzas populares y de su propia organización, en momentos cruciales de la historia política contemporánea.

Para este análisis miraré tres momentos políticos claves de relación entre el PCC y los partidos y clases dominantes: 1. La segunda república liberal 1930 – 1946, 2. De la dictadura civil de Laureano Gómez a la Dictadura de Rojas 1946 – 1953. 3. La dictadura de Rojas a los primeros años del Frente Nacional 1953 – 1960.

1. De la Fundación del PCC hasta el fin de la “segunda república liberal”

El Partido Comunista de Colombia se fundó en el Plénum Ampliado del Partido Socialista Revolucionario (PSR), reunido en Bogotá el 17 de julio de 1930. El PSR había sido creado en 1926, producto de la ruptura presentada entre comunistas, socialistas y liberales en el seno de la Confederación Obrera Nacional CON. Los comunistas liderados por Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo, María Cano y Raúl Eduardo Mahecha construyeron una nueva organización con presencia en varios sectores sociales: el naciente proletariado de las economías de enclave (la zona bananera del Magdalena de la United Fruit Co. y el emporio petrolero de la Tropical Oil Company en Barrancabermeja), los artesanos de varias ciudades y los intelectuales radicales.

En sus orígenes el PCC fue un partido fundamentalmente de origen obrero y artesanal, dirigido por varios intelectuales radicales. En gran parte de su historia, el PCC se definió como el partido que constituía la “vanguardia de la clase obrera”, subordinando a otros sectores sociales a esta definición (campesinos, indígenas y sectores medios). Este concepto, propio del marxismo-leninismo soviético, fue clave en las categorías de análisis y prácticas comunistas y jugó un papel fundamental en los debates internos y en las relaciones con otras fuerzas de izquierda, tildadas frecuentemente como “pequeño burguesas”.

En 1934, el PCC decidió participar en la campaña electoral con la candidatura del líder indígena Eutiquio Timoté, para hacer frente al candidato liberal Alfonso López Pumarejo, caracterizado en ese momento como “gobernante burgués pro-imperialista”. El periódico del PCC “El Bolchevique”, analizaba de ésta manera las tendencias políticas del país: El principal enemigo del proletariado, de su partido de vanguardia y de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo, es el partido liberal, sobre todo su llamada izquierda y dentro de esta izquierda la variedad fascistizante rotulada unirismo1.

A comienzos de 1936 el PCC, con Ignacio Torres Giraldo como Secretario General, asumió la orientación de la Internacional Comunista de construir Frentes Populares Antifascistas, planteados por Dimitrov en el VII Congreso de la IC en 1935, propuso al Partido Liberal y al Grupo Marxista la construcción del Frente Popular, impulsando la consigna “Con López, contra la reacción”. Con López y el Frente Popular, el PCC avanzó y se desarrolló mediante la creación de la única y poderosa central obrera de los años 30 y 40 la Central de Trabajadores de Colombia CTC. Esta alianza le trajo varios beneficios al PCC, entre otros su crecimiento y expansión nacional, su presencia electoral que en 1943, había llegado a 27.000 votos, con 10 diputados en diferentes asambleas del país, 3 representantes a la Cámara y un Senador2.

Este crecimiento y la autopercepción de su expansión política propiciaron el surgimiento de una actitud política sectaria y hegemonista en sus relaciones con otras fuerzas de izquierda, como el gaitanismo y las demás corrientes socialistas. La autocrítica del PCC sobre su actitud ante el gaitanismo, realizada tardíamente (1960) es indicativa de esa visión hegemonista: “Los comunistas considerábamos en ocasiones a los liberales de izquierda, en vez de naturales aliados, como los más peligrosos adversarios porque pensábamos que deliberadamente contribuían a mantener a las masas bajo la influencia ideológica de la burguesía y no tomábamos en cuenta, antes que sus aspectos negativos, la significación verdadera de sus hondas contradicciones con la clase burguesa. En ese terreno, los comunistas adelantamos luchas exageradas contra la confusa agrupación de izquierda denominada UNIRISMO, que intentó formar Gaitán, aunque sin deslindarla consecuentemente como un nuevo partido independiente de los partidos tradicionales3.”

En 1943, con Augusto Durán como el nuevo Secretario General, el PCC propuso las siguientes orientaciones: El nombre de Partido Comunista no responde a la realidad nacional, porque ahora no se lucha por el comunismo en Colombia, porque ahora lo esencial para nosotros es que nuestra patria sea libre y próspera, que nuestra patria supere el atraso económico que heredamos de la feudalidad4.

En agosto de 1944 en el II Congreso del PCC se cambió el nombre por el de Partido Socialista Democrático, evento apoyado por Alfonso López Pumarejo quien envió como delegado oficial al Ministro de Trabajo Adan Arriaga.

Varios PC del mundo decidieron cambiar su nombre por otros “más moderados”. Sobre esto el caso más influyente fue el del Partido Comunista de Estados Unidos, cuyo Secretario General fue desde 1930 hasta 1944 Earl Browder. En 1944 Browder publicó su libro Teherán, en el que revisaba el planteamiento de Lenin sobre el carácter del imperialismo y el capital financiero, considerando que la II Guerra Mundial demostraba que con la ayuda de los EU las naciones oprimidas podrían superar su secular atraso. Él mismo orientó el cambio de nombre de PCEU por el Asociación Política Comunista de los EU-APC. En julio de 1945, Browder es destituido de la dirección de la APC y sus planteamientos rechazados como revisionistas5.

Durante la década de 1940 las instancias de dirección partidaria tuvieron dificultad en el análisis de los cambios en la sociedad colombiana, particularmente el que las clases dominantes consideraban agotado el modelo gestado durante la Revolución en Marcha, de alianza con el sindicalismo de la Central de Trabajadores de Colombia CTC y algunos intentos democratizadores. Durante la “pausa de Santos” y posteriormente el giro de López el PCC se mantuvo como firme aliado del oficialismo, perdiendo iniciativa en la capacidad de dirigir la movilización popular, como se evidencia en el desastre de FEDENAL (la federación más grande de la CTC que agrupaba a todos los trabajadores del río Magdalena)6. La huelga estalló a finales de 1945 en el gobierno de Lleras y el PSD (nombre que tenía entonces el PC) dirigido por Augusto Durán, esperaba que el gobierno liberal fallase a favor de los trabajadores, como lo había hecho en años anteriores, pero el gobierno derrota al movimiento y junto a los patrones destruye FEDENAL debilitando la CTC.

Posteriormente el PCC hará un balance y responsabilizará de estos errores a Durán y sus seguidores, acusados de estar influenciados por el Browderismo: Nuestro partido difundió intensamente primero los artículos y luego los libros del entonces secretario General del Partido Comunista de los Estados Unidos, Browder, quien utilizó la gloriosa bandera antifascista para encubrir el contrabando de un revisionismo hábilmente disfrazado de consideraciones tácticas. Browder sostenía que se había abierto una nueva perspectiva histórica, de estrecha colaboración en la guerra y después de ella, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, que aseguraría un mundo sin crisis económicas ni conflictos armados; el paso gradual del capitalismo al socialismo; el desarrollo pacífico de los pueblos atrasados con el apoyo financiero Norteamericano7.

Con la expulsión del sector “duranista”, el PC perdió importantes sectores obreros que eran la base social de Durán, entrando en un proceso de ruralización, tanto por su composición social como por orientación política8.

2. De la dictadura civil de Laureano Gómez a la Dictadura de Rojas 1946 – 1953.

El PCC sostuvo la alianza con el oficialismo liberal, en 1946 apoyó a Gabriel Turbay y no a Gaitán, “el títere del laureanismo” como se le llamaba entonces. La división del liberalismo y este error táctico del PCC posibilitó el triunfo del conservatismo. Todos estos sucesos impactaron profundamente a las jóvenes generaciones de comunistas, que empezaron a desconfiar de las orientaciones de la dirección partidaria. El centro del debate giraba en torno a las alternativas ante la convulsionada situación nacional: lucha política legal con formas de resis­tencia armada o guerra campesina revolu­cionaria.

La proyección sobre la resistencia campesina armada en zonas en las que el Partido Comunista ejercía in­fluencia, oca­sio­nó una pugna entre el sector del Comité Central que plantea­ba defender la legalidad del Partido y buscar acuerdos con los sectores demo­cráticos del Partido Liberal y aquellos sectores minoritarios, que insistían en la necesi­dad de convertir la resistencia armada campesina en la princi­pal forma de lucha para conquistar el poder.

En 1947, tras analizar la situa­ción de violen­cia que empezaba a agudizarse dramáticamen­te en todo el país, el V Congreso del Partido definió una táctica que privilegiaba la alianza con el Partido Liberal en la lucha contra el régimen conservador. Con los liberales estuvieron de acuerdo en que la prin­cipal forma de lucha era la resistencia civil, “Política de masas, acción de masas, resis­tencia de masas y no aventuras”.

Desde antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, el país era sometido a una brutal represión, conocida como la reconservatización territorial a sangre y fuego. Ante esta situación de violencia contra las bases campe­sinas y urbanas del PCC este tuvo que autorizar a fines de 1949, los Comités de Autodefensa en el campo, los cuales buscaban proteger a las bases de la represión armada y a la vez conte­ner su imprede­cible respuesta, las con­signas del momento fueron: autodefensa de masas, Reforma Constitucional llamando a una Junta de Gobierno parita­ria y mantenerse como “oposi­ción democrática”. Estas consignas y la táctica que propusieron suscitaron la polémi­ca de parte de los sectores radicales que exigían que el Parti­do se decidiera por la lucha armada como forma principal, más que por la simple resisten­cia.

A comienzos de la década de 1950 en dos eventos del Partido, el XIII Pleno y la fundación de la Juventud Comunista JUCO en Viotá, nuevamente afloraron las discusiones. En el evento fundador de la JUCO en Viotá, Pedro León Arbole­da, su hermano Próspero y Pedro Vázquez Rendón, pero fueron criticados como “aventureros izquierdistas” por Filiberto Barrera durante el XIV Pleno de 1951. La Dirección partidaria soste­nía que todavía se podían utilizar los espacios democráticos que ofrecía el régi­men, y sostenía la tesis de acumu­lar fuerzas en la ciudad y preparar la insurrec­ción9.

En 1952 durante el VII Congreso reali­za­do en abril se evaluó la situación nacional y se exigió que las zonas guerrilleras volvieran a su carácter de auto­defensa de masas. En el Congreso se planteó que “las guerrillas no [serían] un factor decisivo en la lucha por la liberación del pueblo colombiano, mientras no [pudiesen] fundirse en un movimiento popular que se [expresara] en la lucha de masas” y recalcaba, respondiendo a los sectores que cuestionaban tal enfoque del Comité Central que “la extensión y alcan­ce de la lucha guerrillera [había] sido, sin embargo, exagera­da por elementos aventureros o ilusos”10.

Esta situación se dio en un momento en que el gobierno conservador orientaba al ejército a concen­trarse en la lucha antiguerrillera. El Batallón Colom­bia a su regreso de la guerra de Corea aplicó las tácticas contra­guerrille­ras aprendidas de los militares norteamericanos. El sur del Tolima, en el mes de septiembre de 1952 sirvió de laboratorio en el cual se ensayaron las primeras tácticas de guerra de aniquilamiento, que meses después se aplicaron a gran escala contra los campesinos armados de los Llanos.

3. La dictadura de Rojas a los primeros años del Frente Nacional 1953 – 1960.

El 13 de Junio de 1953 las clases dominantes acordaron depositar el control absoluto del poder en el Ejército, aproban­do el golpe militar de Rojas Pinilla.

El liberalismo calificó el 13 de junio como fecha de la liberación nacional, y los periódi­cos El Tiempo y El Espectador hablaron de Rojas como el “segundo Libertador”. Por su parte, la dirección del Partido Comunista insistió en la desmovili­zación de las guerrillas y su conversión en movimientos de autodefensa. El Partido ordenó entrar en conversaciones con el Ejérci­to y suspender operati­vos militares.

En las nuevas circunstancias políticas del país, el PCC consideró que en las actuales condiciones, todo intento de pro­se­guir la lucha en su forma guerri­llera, se opone al deseo y voluntad de las masas, la cual exige enrumbar una política de masas, resisten­cia de masas por sende­ros que concuerden con la realidad políti­ca nacional y local11.

La Dictadura de Rojas, cristalizó una política contra el “comunismo internacional”, así que además de lograr la desmovilización de varias guerrillas liberales, expidió un decreto para ilegalizar al PCC y aislar a la jefatura del liberalismo oficialista a quienes solía llamar “guerrilleros intelectuales”, refiriéndose a Eduardo Santos y a Lleras Camargo. Así que el PCC orientó como táctica ante la dictadura “desen­mascarar” a Rojas y presio­nar el cumpli­miento de las promesas guber­namenta­les de paz y reconciliación, lo que indica que guardaba cierta esperanza de que la dictadura militar trajera democratización.

La dictadura de Rojas no fue leída de manera similar por toda la izquierda colombiana, socialistas como Antonio García, la pensaron como una posibilidad antioligárquica que colocaba por fuera a los partidos tradicionales y al PCC. García había tenido anteriormente diferencias con el PCC, en tiempos de Gaitán, García ingresó al Gaitanismo, lo defendió y articuló el Programa del Colón, por lo que muchos militantes del PCC tildarían al gran pensador Antonio García como profascista pequeño burgués. García fue asesor económico de la dictadura y ayudó a estructurar parte de su programa social.

Durante la dictadura, el PCC tuvo que resistir las agresiones militares contra las zonas rurales y mantenerse en la clandestinidad, buscando contactos con el oficialismo liberal. Su táctica fundamental fue entonces recobrar la legalidad, para poder expresar abiertamente su posición, rechazando las tesis de varios de sus militantes de impulsar la lucha armada como táctica y estrategia principal.

Al comienzo del Frente Nacional el partido apoyó deci­didamente al sector liberal:
Nuestro Partido hizo bien en respaldar las campañas del ’frente civil’ de la burguesía en todo lo que tenía de posi­tivo, pero no denunció con la necesaria claridad ante las masas popu­lares su estrecho y exclu­yente carácter de cla­se12.

El apoyo al régimen tiene que ver con la aplicación de la polí­tica de recon­quista de la legalidad y la tesis de construir un “gran partido de masas”. La línea oficial del Partido fue la tesis de la combina­ción de todas las formas de lucha, manteniendo la lucha armada a nivel de autodefensa.

La táctica de lucha del PCC orientada a la defensa de la legalidad del Partido y las alianzas con sectores del liberalismo, profundizó la inconformidad entre varios de sus miembros, quienes veían que el Partido empezaba a perder su vitalidad revolucionaria.

El PCC realizó el IX Congreso a mediados de 1961, planteando como táctica principal para el período, la alianza electoral con el Movimiento Revolucionario Liberal de Alfonso López Michelsen recién creado en 1960. Esta orientación agudizó las diferencias y llevó a una serie de expulsiones masivas. Francisco Garnica, Secretario Político de la JUCO en el Valle fue expulsado en el 5o. Pleno, en 1962. El 11 de marzo de 1962 el Comité Ejecutivo Central de la JUCO expulsó a Edisson Lopesierra, Fred Kaim, Uriel Barrera, César Uribe, Libardo Mora Toro (futuros funda­dores del PC de C (m-l) y Víctor Medina Morón (uno de los fundadores del ELN).

El 3 de diciembre de 1963, Pedro Vázquez Rendón, miem­bro del Comité Central del Partido Comunista envió una carta al Partido cuestionando su expulsión en el 29 Pleno de esa organización. Los puntos esencia­les del documento fueron:
- Cuestionamiento a la creencia del partido en una alianza con la burguesía, o en la existencia de sectores progresis­tas de la burgue­sía. Para él la burguesía colombiana es pro-imperialista.
- Oposición a la estrategia de participar en elecciones, planteando que están cerradas las vías para la partici­pa­ción electoral.
- Condena la línea de la autodefensa para el movimiento campesino, pues impide el avance a “formas superiores de lucha”.
- Defensa de la Revolución Cubana, de la revolu­ción venezo­lana, y de las tesis del Partido Comunista Chino y de Mao Tse-Tung10.

El debate al interior del partido culminó con las expul­siones de una gran cantidad de cuadros del partido, los regionales de Magdalena, Bolívar y la Guajira fueron clausurados en 1963. Y duran­te los dos años siguientes el número de mili­tantes expulsados fue en aumento en los regionales Valle, Santan­der, Cundinamar­ca, Boyacá, Huila y Bogotá.

De la JUCO fueron expulsados el 80% de sus militantes en los regionales de Bogotá, Santander, Valle y la Costa Atlán­tica. Aún en 1966, el PC encontraba dificultades para reorganizar a la JUCO. El dirigente del PC, Álvaro Vázquez se quejaba posteriormente sobre el que, a su juicio, era todavía en los años 70 el gran problema de la Juventud Comu­nista: seguir teniendo una fisonomía de ’partido comunis­ta de jóvenes’, que tiende a acatar con dificultad las directrices del Partido.

EPILOGO

El Partido Comunista, como otros partidos y organizaciones de izquierda ha tenido que enfrentar diferentes contextos políticos, no siempre favorables. Su táctica, producto de una herencia histórica y cultural, para esas circunstancias adversas, ha sido por lo general buscar alianzas y coaliciones con sectores de las clases dominantes para golpear a otros, por encima de la alianza con otros sectores de la izquierda. El resultado de estas alianzas ha sido ambiguo para el PCC, unas veces favorable y otras desfavorable. Para los sectores populares estas alianzas del PCC han sido más desfavorables, por lo que este partido debe realizarse autocríticas frente a su comportamiento político.

NOTAS

1. En Álvaro Tirado Mejía. “López Pumarejo: La revolución en Marcha”, Nueva Historia de Colombia, Vol. 1, Bogotá: Editorial Planeta, p. 311.
2. Álvaro Tirado Mejía, “Colombia: Siglo y Medio de Bipartidismo”, Colombia Hoy, 8a. Edición. Bogotá: Siglo XXI Editores, 1982, p. 161.
3. Partido Comunista Colombiano. Treinta años de lucha del PCC, Bogotá: Editorial Los Comuneros, 1960, p. 29.
4. Daniel Pecaut. Política y Sindicalismo en Colombia, Medellín: Editorial La Carreta, 1973, p. 232.
5. Mao Tse-Tung, “Telegrama al Camarada William Z. Foster”, 29 de julio de 1945 Obras Escogidas, Tomo III, p. 297.
6. Renán Vega Cantor, Crisis y caída de la República Liberal 1942-1946. Ibagué: Editorial Mohan, 1962.
7. PCC, op.cit., p. 58
8. Medófilo Medina, “Mercedes Abadía y el Movimiento de las mujeres colombianas por el derecho al voto en los años cuarenta”, Las raíces de la memoria. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1996, p. 548.
9. Eduardo Pizarro León Gómez, LAS FARC 1949-1966, de la autodefensa a la combinación de todas las formas de lucha, Bogotá: Tercer Mundo Editores-IEPRI UN, 1991, p. 53.
10. PCC, op. cit., p. 101.
11. Ibíd., p. 125.
12. Partido Comunista, Documentos Políticos, No. 13, 1959, p. 28.
13. Pedro Vázquez Rendón, “Carta Abierta al Secretariado del Comité Ejecutivo del Comité Central del Partido Comunista de Colombia. Santa Marta, 3 de diciembre de 1963”, PC de C (m-l) Documentos Volumen 2, Medellín: Editorial 8 de junio, 1975.

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