Por: Jorge Horacio Martínez
Siempre me han reprochado por ser el apologista de los alumnos
"mediocres" y por no reconocer a los mejores promedios. De ninguna
manera. No hay nada como ver puros dieces en esa boleta final; gozo
inmensamente la mirada de satisfacción de los chicos cuando me muestran
el resultado de un trabajo que está bien hecho. A ellos les digo
con orgullo: ¡felicidades, te has ganaste tus vacaciones! Pero tengo un
vicio, nunca he visto la educación desde el plano de la justicia.
Aunque fundamental, la justicia no alcanza a abarcar toda la humanidad
de un educando. No siempre los premios o castigos resultan "todo lo
justos" que se necesita. Yo veo la formación educativa desde el "Amor",
como un acto profundo de amor, algo que rebasa por mucho a la Verdad
misma. Por eso, a todos esos chicos que llenaron de notas rojas sus
boletas, que sufrieron o sufren por sus resultados, que viven lo obscuro
de sus resultados, les digo que: fallar en el colegio o en la
universidad es sólo un signo de oportunidad; que la vida no te pide
dieces, te pide obras de amor para el prójimo; que reprobar una materia
sólo es una vergüenza cuando pensamos que la vida se agota con eso; que
los diplomas son simples papeles; que las personas que valen la pena
deben tener excelencia en sabiduría, no en conocimientos; y que siempre
habrá otro semestre u otro año para la revancha; que no desesperen, el
verdadero fracaso es dejar de estudiar. A todos, por lo que sea y como
sea, felicidades: ¡se han ganado sus vacaciones! ¡Sea!"
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