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miércoles, 24 de abril de 2013

La enseñanza de la filosofía: vital, imprescindible y al servicio de los oprimidos

            Por: Luis Felipe Buelvas Rico
Estudiante de Filosofía de la Universidad de Cartagena

       “La necesidad de enseñar la filosofía sólo puede derivar
 de la necesidad misma de la filosofía” 
(Adolfo Sánchez Vásquez)

La enseñanza de la filosofía en las aulas de clase es fundamental, pues este quehacer, disciplina o como se le llame no es un simple juego de unos viejitos barbones que un día decidieron “llenar” al mundo de planteamientos oscuros y extraños. No. La philosophĭa es una actividad de concepción, análisis, crítica y hasta práctica de todo lo humano, la naturaleza y la sociedad, e incluso, de lo que “puede” estar “más allá”.

El hombre, en tanto especie, necesita transformar el mundo para poder vivir en él. Para transformarlo necesita conocerlo y, para conocerlo, debe pensarlo. En este punto, el docente de filosofía debe tener algo claro: es inadmisible que la enseñanza de ésta se limite a ser una simple presentación de conceptos. Es decir, es menester explicarle al estudiante por qué, por ejemplo, Hegel pensó lo que pensó, cómo lo pensó y cuándo lo pensó. La filosofía no nace en abstracto. Es producto de un contexto histórico, unas relaciones socio-económicas que la determinan, lo cual explica la pluralidad de filosofías:

Kant expresa la sociedad alemana de su tiempo, cuya burguesía admira la Revolución Francesa, a la vez que se siente incapaz de ser revolucionaria en su propia tierra. Kant es inconcebible fuera de ese mundo real, como lo es la cumbre sin la montaña en la que emerge. La diversidad histórica de la filosofía sólo podemos comprenderla, si la vemos como parte de la historia de las ideas que expresa el movimiento mismo de lo real. (Sánchez Vásquez, Adolfo. ¿Por qué y para qué enseñar filosofía?)
Y hablando de Kant, es imperdonable no poner en práctica durante la clase la siguiente tesis de este maestro: no se enseña filosofía, se enseña a filosofar.

La filosofía hoy

Ya dijimos qué es la filosofía. Ahora expresaré, desde mi perspectiva, qué debe ser. O bien, ¿para qué enseñar filosofía? Hoy la filosofía se necesita más que nunca. Hoy, en plena sociedad de la globalización neoliberal, de riqueza y miseria extremas, el aula de clase debe ser un espacio de debate, análisis de la realidad y construcción del pensamiento propio –“leer el mundo”, diría Freire.

Pensamiento que se define como conservador o como crítico, de avanzada, transformador. En este sentido, la filosofía se convierte en un arma al servicio de los oprimidos, en una “crítica irrestricta e implacable del orden social existente”, crítica que es, esencialmente, un dispositivo de desenmascaramiento de lo enmascarado; que es praxis, como la señaló Marx en su Tesis 1 sobre Feuerbach: actividad revolucionaria, crítico-práctica, subjetivo-objetiva… y bueno, esto también explica por qué en algunos países sus gobiernos la desean sacar a patadas de los pénsum, o, como en la Universidad de Cartagena, recortarle un par de semestres.

Hoy, en la época de la privatización y mercantilización de derechos; de consumismo e individualismo y hasta de privatización e idiotización del ser humano (“idiota” viene del griego idiotis, que significa “sujeto limitado a lo privado”), el pensar filosófico debe ayudarnos a comprender nuestra vida, nuestra historia, nuestra identidad nacional, nuestros amigos, nuestros enemigos también; y a luchar por abolir realidades desastrosas como las reflejadas en los versos pictóricos del gran poeta colombiano Guillermo Valencia:

No puede ser que vivan en la arena
los hombres como púgiles; la vida
es una fuente para todos llena;
id a beber, esclavos sin cadena;
potentado, ¡tu siervo te convida!
¡Nada escuchan! Los pobres, a la jaula
de la miseria se resisten fieros,
y con brazo de adustos domadores
y el ojo sin ternura, ¡los enjaula
la codicia sin fin de los señores!

Fuente: OCECOLOMBIA

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