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domingo, 19 de agosto de 2012

Hermenéutica crítica y nuestras universidades

Por
Ph. D. Víctor Raúl Jaramillo
(Texto íntegro extraido de su blog personal Nexus Universalis)


Al estudiante
Carlos Andrés Naranjo Arroyave
In memoriam


No hay conocimiento sin interpretación.
Luis Garagalza


Convicción de que el mundo es mentira sin amor,
y la vida un espejismo.
Juan Vicente Piqueras



1. Levanto mi morada

La hermenéutica sentidiza las visiones manifiestas y ocultas del ser del hombre donde, silencio como érgon (fuerza) y palabra como energeia (dinamismo), se identifican con el habla y las maneras de escuchar y ver los fenómenos del mundo. Esto, a través de la intersubjetividad que es un encuentro de sujetos donde pervive y se resguarda un yo, y la transindividualidad donde los individuos que se encuentran deciden en tiempos diferentes ausentarse de sí para dar plena recepción al otro y están planteadas por el tercer mundo del diálogo, para llegar a una posible comunicación y transmisión de lo íntimo que se ha agolpado en la realidad, fundando un camino.

Es necesario adentrarnos en la hermenéutica, arte y ciencia de la comprensión, para clarificar los códigos plurales del mundo, ya que, al parecer, todo se sostiene en y por el lenguaje. Al tiempo avizorar el vínculo inseparable con el pensamiento, con la necesidad de realzar lo viviente por nosotros mismos y en procura de los acontecimientos que nos proponen experiencias y la recuperación de los cuerpos.

Desde que la modernidad amplió el campo de la interpretación, la hermenéutica ha sido una disciplina y un modelo de acción que ha permitido desarrollar un acercamiento a los niveles de memoria de los hombres, a su estado cultural, a la “propia naturaleza” que es máscara y simulacro.

Es lenguajeando que la hermenéutica ha insistido en el hecho mismo de dicha interpretación de lo que acontece. Por tanto, la hermenéutica se presenta como una manifestación abierta que intenta descubrir el estado oculto de los seres humanos y preservarlo mediante el otorgar y cuidar un mensaje y el hecho del comprender-lo, incluso biológicamente, no dominándolo, sino familiarizándose con él.

Ahora, lo puramente hermenéutico se desdobla e ingresa a la razón íntima de lo que sucede dentro y fuera del hombre, y se hace más necesario aún que esta disciplina sea activada como vivencia en el proceso de las comunidades, donde las diferencias deben ser respetadas sin renunciar a la propia manera de asumir el mundo. Donde sea posible el tercer mundo del diálogo, el contemplar desprevenidos el universo.

Para un hombre creador, es inminente el acercamiento a la hermenéutica como koiné del mundo contemporáneo. Es a partir de ella que se alcanza a tener una visión de lo que ocurre con un fundamento y una posición que pueden ser compartidos en la alteridad, a partir de un ethos dialógico y en función de lo originario del habla: el cuerpo y su sensación primera de autocreación.

La hermenéutica se desarrolla como un sistema de entrada a la interpretación de textos, ya sean escritos, actuados o hablados. De allí su consolidación como el estar y el trascender en la vertiente de lo lector. La percepción, en el plano de lo hermenéutico, es ampliamente reconocida y conlleva a una infinitud de la interpretación de lo interpretado; es decir, a una comprensión de lo comprendido. A un contemplar en silencio y ver y oír y tocar… como en el origen donde sentíamos la respiración fundante.

En otras palabras, al ser que es lenguaje y realidad multiplicada en los terrenos del sí mismo. Puesto que éste, el ser, es un cúmulo de relaciones tanto sensitivas como representacionales, acaecidas en el entramado del cerebro y sus sinapsis o mundo de la inteligencia.

Es allí donde el sentido es inmanente pero debe ser expresado como trascendencia que se vincula a la vida, al cosmos; que se interna en ellos, luego de que el homo creator actúa y erige en la piedra los ídolos espontáneos para sus generaciones que no se conforman por edades, sino por el esfuerzo de crear dioses.

Así, éstos trascienden, hacen historia; no necesariamente con un “espíritu” que sobrepasa la muerte y se encuentra con los “idos” en el más allá, porque entonces no serán y ninguna “yoidad” permanecerá; pero sí, en lo hablado, en lo formado que es haber entregado su carne y su sabiduría.

En aquello preservado por la memoria y llevado al campo de la comprensión que es toda interpretación. Es decir, la obra donde se cobra vigencia, actualidad. Es en ella que nuestra inmortalidad sucederá, siempre y cuando se haya accedido a la voluntad de crear y al reaprendizaje del cuerpo y su fiesta. Siempre y cuando dicho caminar sea cuidado.

Las vertientes de la hermenéutica están en los ámbitos del sentido desvelando las instancias de los malentendidos que ocurren a diario en nuestra vida acostumbrada; ofreciendo una voluntad de crear y un tercer mundo del diálogo donde se puede decir más de lo que se dice, pero siempre con una escucha abierta y atenta, tanto al otro como a nosotros mismos cuando locutamos, y teniendo en cuenta que eso que excede lo dicho está expresado en lo que se calla, en lo que se siente y no cabe en voz alguna.

Lo que permanece en silencio es lo que sabe, y lo subterráneo del mundo debe ser devuelto con su alimento a los corazones de los hombres y mujeres dignos de eternidad. Por eso la hermenéutica y su deidad, Hermes, entran a desentrañar las múltiples verdades inscritas en las parcelas del conocimiento y traducen sus voces ante el designio de una tierra en emergencia: una madre que quiere ser anuncio y oración.

La hermenéutica y sus formas interpretativas, actúan como mediadoras en un mundo donde las divergencias apuntan a una singularidad plural que intenta borrar fronteras, laberintos donde se pierde el canto, piedra y símbolo, de las comunidades acusadas de rebeldía con los determinismos de una racionalidad solipsista que insiste en el poder absoluto.

Y es precisamente esta dogmática que ha sepultado la dignidad de hombres y mujeres, la libertad y el genio de niños y niñas, la que debe ser repensada, no para volver atrás, sino para generar una realidad equitativa, consciente, donde sean nombrados Manuel, Lucas, Gloria, Paula y Mauricio como humanidades que sienten y piensan, siendo instantes que categóricamente deben vivir sin adoctrinamientos que les impida llegar a ser.

De otro lado, la hermenéutica es una actitud que ofrece la experiencia del comprender, y, siendo así, Gloria no sólo se asume como comprensora de su propia existencia sino también de la del otro y de lo otro que no es humano: la Naturaleza es comprendida si Gloria la asume como propia pero sin imponerle el .

La hermenéutica, entonces, es más que una disciplina y se acomoda más bien a una actividad que se relaciona con la vida práctica, para convertirse en una forma de sabiduría aunque esté planteada en términos científicos.

Hermes, deidad simbólica mas no etimológica de la hermenéutica, desentraña las palabras de los dioses y se las traduce a los hombres, es un mediador. Es el que nos dio el lenguaje.

Pero esto ha hecho ver a la hermenéutica como blanda, donde no es posible el pensamiento crítico: hermenéutica que carece de criterios, que adolece de posiciones. Y esto es verdadero pero fuera de la realidad.

Interpretar es dar sentido, pero no muy lejanamente también es crear juicios, argumentos. Hermenéutica crítica no es despropósito ilustrado, es un estado naciente, es un derecho y una obligación.

La hermenéutica al comprender e interpretar, luego de llenarse de mundo en la contemplación, obedece a una aplicación, y lo que está en juego no es el objeto que se comprende e interpreta, sino el punto de vista, lo real de nuestro mundo que guardamos en nuestro interior hasta que madura y está listo para hacer frente, en la relación dialógica, al mundo o realidad que nos ofrecen el otro y el mundo mismo.

En ese momento entramos en la comunicación posible de los puntos en la vista y del mundo de la vida que hemos constituido en nuestro pensamiento que es virtual y sólo se hace real en la expresión. No obstante, la palabra articulada sólo cobra presencia si hay un oído que reciba el mensaje. Lo otro, es hablarse uno a uno mismo y tratar de convencerse de que las cosas son así y no de otro modo. Aunque también está esa memoria que llamamos escritura.

Entonces se busca un interlocutor para exponernos ante él y hacer de en el momento en que haya que cambiar de roles, no como mero traspaso de información, sino también como un aproximarse. Así, en la intersubjetividad y la transindividualidad que plantean un terreno común, se puede recibir una nueva verdad, donde no importa la boca, sino que se acomode a una intencionalidad que va hacia la existencia de los mundos interactuantes que por primera vez entran en un mundo compartido aunque no se establezca el consenso, llamado tercer mundo del diálogo.

Allí, puede haber ruptura por el andamiaje de los pensamientos que salen a flote y se entrecruzan quizá en una dialéctica que no permite la mera opinión, aunque ese es el principio, sino los argumentos, la episteme de un mundo sabido que muchas veces no tiene razón.

La hermenéutica crítica hace su aparición y contrarresta las visiones del mundo que no tienen asidero claro y determinado, por un conocimiento preciso que decae en la contundencia de quien refuta o pregunta sin obtener una respuesta satisfactoria. Dialogar también es disentir, contrariar.

Nos damos cuenta, cuando somos el pensamiento débil, que debemos vivir más, leer más, tener más experiencias que nos digan que somos nuevos y nos transformamos en lo que éramos en nuestro primer interrogar; pero ahora con la posibilidad de ponernos-frente-al-mundo sin discusiones y seguros de que, lo que nos pertenece, primero ocurrió en nosotros mismos y no estamos hablando de oídas.

Es a partir de esas experiencias, que no todos se atreven a mostrar, porque no les parece prudente, que me refiero a continuación sobre las universidades y sus días con el ánimo de crear acción y nuevas maneras de pensarse.


2. Decir, callar: esto es ya evocar la diferencia

Una humanidad que se fuga cada vez más en una virtualidad que enajena su cuerpo y su erótica, lanzándola al mundo de las ideas y su lógica, a las abstracciones que presentan diversos símbolos para un complejo sistema existenciario y de comunicación, debe retomar la alteridad y el reconocimiento del otro en la única realidad posible para lo vivo: la realidad misma.

Esta eficaz recepción del otro, que también somos nosotros mismos, forjará una acción compartida y de sana convivencia realzando las aspiraciones y anhelos de los hombres y mujeres libres, con actos solidarios que destituirán todo asomo de estandarización.

Poco a poco, el terreno de la objetividad se diluye en una subjetividad que comprende que el sentido no debe ser introducido, sino sacado y expuesto. Ya no podemos seguir intimando con los dictados que se presentan como verdad verdadera o absoluta. Debemos estallar la luz unívoca del saber; debemos generar nuestros propios discursos y habitar la cueva interior donde nuestras visiones no se dejan reducir, y, si es necesario, gritar.

Escuelas y capillas, mafias del conocimiento se afincan en un ir y venir de las mismas manos y las mismas bocas que, aunque torpes, amaneradas y convencionales discriminan la ignorancia que tiene hambre y sólo está al corriente de subsistir en el día a día con la sabiduría de la mendicidad.

Camarillas afincadas en el miedo, la mayor enfermedad del hombre, detienen la expresión transgresora y con argumentos que escamotea la trampa de sus encantamientos dirigidos a homogeneizar y crear adeptos que, como rebaños, deben ser atendidos y, por tanto, cultivados en la “igualdad” para subrayar la campana del pastor.

Olvidan su libertad que se pierde en quienes los siguen, en las interpretaciones normalizadoras que obligan a la copia y niegan los numerosos puntos de vista escondidos en cerebros frescos, aunque neblinosos y sin estrenar de jóvenes que prefieren un plan de minutos más amplio al encuentro con el sí mismo. Jóvenes que tienen cinco mil “amigos” como si la amistad se tradujera en cantidad, a la manera de los ensignamientos para la vida productiva que inmediatiza y dice “¡ya!”.

La reflexión parece haber pasado a un estado arqueológico y lo que impera es el desenfreno y la velocidad de las instituciones infestadas por el virus de la formatitis aguda, agenciadoras de compromisos por cumplir con responsabilidades que no competen al espíritu transmisor de visiones del mundo, y del amor que orienta al otro hacia su interior.

Los organismos educativos han olvidado su misión de transmitir conocimiento, de mostrar la pluralidad de las teorías y su praxis, y de ayudar a transformar una sociedad imbuida en prácticas de desplazamiento y asesinato, contra los que “visten” diferente y se atreven a pensar por sí mismos, obligando con consignas que regulan desde el panóptico de los que dominan dejando atrás al ser humano.

La educación en Colombia sólo ha servido para enriquecer las arcas de sus dueños, interesados en la “cobertura” por el ánimo de ampliar su mercado evitando la pasión, el rigor científico y la razón sensible. Se permiten cohortes inexpertas para enfrentar la carnicería planteada por el sistema actual, sustentado en toda viabilidad con respecto a la competencia que exige hombres y mujeres de “éxito” y empoderados en el tener y el producir dinero.

Nuestros estudiantes salen débiles en cuestión de interpretaciones y argumentos que necesitan de la creatividad coartada por una sociedad fratricida; carne de cañón para abultar las calles donde se propone más desempleo y comercio anuladores de las singularidades; más cuerpos desconocidos, sin confianza, donde la moda es la originalidad en productos obsolescentes de última tecnología.

Y es que nuestras universidades se dedican a “vender” diplomas de grado al mejor postor, distrayendo con cátedras absurdas y tecnificadas  que procuran por un saber hacer, pero no por un saber pensar con una racionalidad instrumental que obliga a perder el cultivo de los propios estudiantes, en el cuidado de sí y del otro y del mundo natural, social y simbólico.

Los estudiantes que realmente quieren aprender, se ven estupidizados por un sistema que niega toda intención de clarificar y potenciar un pensamiento crítico y son señalados por sus compañeros y algunos profesores que sólo van a clase mientras consiguen algo mejor. Por eso, quizá, tuvimos un Estanislao Zuleta que dejó la escuela porque realmente quería estudiar.

Los demás, inscritos en la rumba, prefieren una moralina que se aferra a las maneras como los otros se presentan en la institución. Viven de chismes, de Blackberries, Wikipedia y reggaetón en las sesiones de clase y en los llamados “huecos”; en lugar de escuchar conquistando puntos de vista y participar sin miedo a la equivocación; en lugar de visitar el templo, que es la biblioteca, investigando otras fuentes y tener de qué hablar con sus maestros y compañeros en las sesiones siguientes.

Además los estudiantes deletrean y redactan muy bien, pero no saben leer ni escribir. No interrogan los textos, no los rumian, no los releen y esto quizá porque nunca tuvieron una iniciación fecunda en el preescolar que, como nos han dicho, es el Jardín de Herodes. Creen que el papel en blanco es el mismísimo demonio; temen verse reflejados en su incapacidad de vencerse a sí mismos que es el lenguaje superior.

Los maestros, por su parte, tienen que cumplir con un cronograma que pasa de largo y sólo pretende cubrir las exigencias administrativas y curriculares del proyecto docente, matando tiempo que se puede usar en lecturas profundas y bellas mostrando así, en estos momentos de “copie y pegue”, el encanto del libro.

Además, los maestros no estudian lo suficiente: se anclan en una temática específica y reciclan conceptos de años pasados de autores que no interrogan, sin investigar para sus estudiantes a los que demandan “ensayos” y “artículos” que ni siquiera ellos mismos escriben.

Y es tal vez por la “carga académica” de seis u ocho cursos diferentes, con 45 estudiantes cada uno, que van en detrimento de los mismos estudiantes, ya que no hay tiempo sino de llamar a lista y revisar “portafolios personales de desempeño”; al mismo tiempo, deben cubrir las horas de trabajo administrativo como si no se tuviera ya bastante qué hacer con la preparación de las sesiones y las asesorías de los “clientes” que se quieren dóciles.

Los maestros han perdido su lugar al insistir en mnemotecnias y metodologías que repiten esquemas decadentes y refritos de la episteme aconductada que imposibilita el entrenamiento en el pensar, en la voluntad de crear; que bloquea la imaginación con pre-juicios que crean malentendidos y confunden las voluntades para asignarles un puesto estático en el aula, negando todo tipo de sensación liberadora.

Además de insistir en ello, el ¿diálogo? vertical suprime al maestro de su verdadera misión, instigándolo a seguir currículos donde los cursos no son los de su competencia y debe actuar como “todero” en aras del emparejamiento con sus colegas, además de exigirle investigaciones sin convicción ni vocación; sin dinero ni tiempo; y “rápido que llegan los pares”.

Los decanos inyectan de veneno administrativo a los maestros porque al igual, ellos están siendo atenazados con records y estadísticas en la moda obligatoria de las autoevaluaciones y mejoramientos de la institución que debe ser acreditada, propio de la lógica del mercado.

Los decanos son aquellos que por ser mandos medios, en su mayoría, coartan y no dejan que los docentes tengan la libertad de proponer; detienen ideas que podrían ser fundamentales para una nueva dinámica en el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Los decanos, y los hay, no confían en sus maestros y arman grupitos de corre ve y dile para no dejarse “tumbar”.

Pero es que hay ocasiones en que no existen políticas claras encaminadas a construir una comunidad académica, sino vicerrectores que, en lugar de plantear temas de reflexión interna que piensen y se distribuyan en la ciudad, se la pasan inventando funciones y papeleos que no competen al ritmo de una universidad plural y tolerante, universal y propositiva.

Siguen manteniendo “cositas” que se refieren a las nuevas, siempre nuevas y desorientadoras normas para acceder al conocimiento. Mismas que son impuestas por un Ministerio de Educación rastrero e inoportuno que copia ejercicios caducos de Europa y EEUU, y “examina” a los estudiantes como tamiz y forma de engrosar con los ingresos los bolsillos de los burócratas de la educación, que debería ser gratuita.

Y todo esto porque la globalización ha cambiado las coordenadas de los países y su autonomía, con dogmas políticos y religiosos de otras naciones más “desarrolladas” que sostienen una economía desequilibrada, que se usufructúa en una carrera armamentista que dará fin a esta humanidad cruel y virulenta y necesitada de racionalidad y dignidad.

En fin, es mejor parar aquí, para no desmayar en palabras odiosas y quizá sin sentido y promover así una revuelta que en las universidades públicas está acallada por el ESMAD, y en las privadas por la duda de la nueva contratación después de que acaban los contratos a tiempo definido, que si no es efectiva, sólo al semestre siguiente cuando entras a “trabajar” te das cuenta que te has quedado sin empleo. Muestras de mala voluntad.

Quizá se piense con altura lo que digo, aunque me hayan despedido por mis incapacidades médicas. Y el diálogo deje de ser vertical y se componga de una alteridad horizontal donde se acabe el miedo a hablar, a pesar de las diferencias, y decir lo que se siente en las “empresas” educativas universitarias que con la reforma de la ley 30, públicas o privadas, todas pierden.

Mi discapacidad no fue otra que aceptar con un silencio atemorizado, producto del tensionante ambiente académico, donde todos comen de todos, lo que el rector ordenaba verticalmente y con el propósito del “progreso”, esa fea palabra, nominativo y económico de la institución donde laboraba. Sólo es mío el descuido.

No obstante, me pienso para pensarnos: sólo pido escucha abierta. Escuchar es pasar por el comprender. Comprender es aceptar el desentrañamiento. Desentrañar es convocar el sentido. Sentido ausente que debemos otorgar con una verdadera humanidad. Humanidad que debe ser gozo. No una guerra soterrada que aún no termina de declararse.

¡Ábrete sésamo!

martes, 14 de agosto de 2012

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

Esta pelicula documental ha tenido mucha acogida. La ponemos a su disposición para que la vean y la piensen de manera analítica, pues sólo así podrán presentar sus argumentos a favor o en contra del mensaje que se transmite, así como de los modos en cómo dicho mensaje es transmitido. 





Sinópsis:

"La escuela ha cumplido ya más de 200 años de existencia y es aun considerada la principal forma de acceso a la educación. Hoy en día, la escuela y la educación son conceptos ampliamente discutidos en foros académicos, políticas públicas, instituciones educativas, medios de comunicación y espacios de la sociedad civil.Desde su origen, la institución escolar ha estado caracterizada por estructuras y prácticas que hoy se consideran mayormente obsoletas y anacrónicas. Decimos que no acompañan las necesidades del Siglo XXI. Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo.

A partir de estas reflexiones críticas han surgido, a lo largo de los años, propuestas y prácticas que pensaron y piensan la educación de una forma diferente. “La Educación Prohibida” es una película documental que propone recuperar muchas de ellas, explorar sus ideas y visibilizar aquellas experiencias que se han atrevido a cambiar las estructuras del modelo educativo de la escuela tradicional.

Más de 90 entrevistas a educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido por 8 países de Iberoamérica pasando por 45 experiencias educativas no convencionales; más de 25.000 seguidores en las redes sociales antes de su estreno y un total de 704 coproductores que participaron en su financiación colectiva, convirtieron a “La Educación Prohibida” en un fenómeno único. Un proyecto totalmente independiente de una magnitud inédita, que da cuenta de la necesidad latente del crecimiento y surgimiento de nuevas formas de educación."

Fuente: Extraido video y sintesis integra de La educación prohibida


lunes, 13 de agosto de 2012

Foro de estudiantes de Filosofía y Licenciatura en filosofía

 La UNAD nos invita a:
TRASFONDOS Y PERSPECTIVAS
Foro Nacional de filosofía y Lic en filosofía
Filosofía y globalización

Fecha: 19 y 20 de octubre de 2012
Lugar: CEAD Simón Bolívar Cartagena - UNAD
Fecha para envío de Ponencias: 16 de julio al 19 de agosto de 2012

Líneas Temáticas:
- Ética, política y ciudadanía
- Globalización, lenguaje y cultura
- Enseñanza de la filosofía en la era global
- Filosofía, tecnología y medios masivos

MAYOR INFORMACIÓN:
Página Web: http://www.forofilosofiaestudiantes.tk/
Correo: filosofiafrentealconocimiento@gmail.com
Skype: forofilosofiaestudiantes
Inscripciones: https://docs.google.com/spreadsheet/viewform?formkey=dDE3eGFvMzNwTWVzcUhnWVY0SFE5X1E6MA

viernes, 3 de agosto de 2012

Representantes estudiantiles de todo el país rechazan el mecanismo adoptado por Juan Manuel Santos para construir la nueva ley de educación superior

 

Bogotá, 2 de agosto de 2012

Doctora
MARÍA FERNANDA CAMPO
Ministra de Educación
Ciudad

Reciba un cordial saludo,

La discusión que afronta la sociedad respecto al tipo de educación que requiere el país constituye sin duda alguna la piedra angular para el devenir de la nación, pues de la transformación del sistema educativo dependerá el futuro de los colombianos. Por tanto, consideramos que la construcción de una propuesta alternativa de educación superior supone un proceso amplio, democrático y participativo como condición necesaria para que dicho proceso conduzca a la solución efectiva de la profunda crisis que vive la educación superior en nuestro país.

Desconocer la necesidad de que la nueva propuesta de educación superior sea producto de un proceso democrático de construcción llevaría a reeditar los mismos errores que en el pasado cometió el Gobierno nacional y profundizaría la crisis que afronta la educación superior.

Observamos con extrañeza que tanto la convocatoria como la metodología, las temáticas y losproductos de la presente reunión ignoren las más elementales normas democráticas antes mencionadas, hecho que va de la mano con las recientes declaraciones de la Ministra María Fernanda Campo respecto a su negativa en torno a la concertación de una nueva ley de educación superior con los actores de la comunidad académica. Ello nos lleva a concluir que lastimosamente el Gobierno parece estar reeditando los errores que condujeron al hundimiento del proyecto de Ley 112 de 2011. Dicha conclusión tiene sustento en el desarrollo y metodología misma de este evento, así como en la omisión deliberada por parte del Gobierno nacional de invitar a todos los actores que han participado en dicha discusión. A nuestro juicio, el escenario natural para dar estas discusiones deben ser todos los que se abran a partir de las iniciativas procedentes de los diversos actores sociales.

Por las razones antes descritas, consideramos que continuar participando de este espacio supone una contradicción con nuestro deseo de construir una propuesta que tanto en su procedimiento como en su contenido tenga un carácter realmente democrático. Los representantes estudiantiles que suscribimos la presente carta reiteramos nuestro compromiso de defender la educación como un derecho fundamental y refrendamos nuestra voluntad de construir una propuesta alternativa de educación superior sobre la base de un proceso democrático.



Atentamente.

Sergio Fernández, Representante Consejo Académico, Universidad Nacional.
Cristian Hurtado, Representante Consejo Académico, Universidad Nacional.
Jairo Rivera, Representante Consejo Superior, Universidad Nacional.
Mariana Ríos, Representante Consejo Superior, Universidad Nacional.
Giovanni Páez, Representante Consejo Superior, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC.
Mateo Hoyos, Presidente Consejo Estudiantil Universitario, Universidad del los Andes.
Felipe Moreno, Representante Consejo Académico, Universidad de los Andes.
Juan Sebastián López, Representante Consejo Directivo, Universidad Externado.
Julio Peluffo, Representante Consejo Directivo, Universidad Externado.
Marcel López, Representante Consejo Académico, Universidad del Valle.
César Collazos, Representante Consejo Académico, Universidad del Valle.
Óscar Araújo, Representante Consejo Superior, Universidad Industrial de Santander.
Ricardo Eslava, Representante Consejo Académico, Universidad Industrial de Santander.
Edilberto Centeno, Representante Consejo Superior Estudiantil, Universidad del Rosario.
Manuel Martínez, Representante Consejo Directivo, Escuela Colombiana de Ingenieros Julio Garavito.
Felipe Cortez, Representante Consejo Superior, Universidad de la Salle.
Darío Arenas, Representante Consejo Superior, Universidad de Caldas.
Alexander Giraldo, Representante Consejo Académico, Universidad de Caldas.
Edwin Sánchez Obando, Representante Consejo Superior, Universidad Surcolombiana.
Cristian Alvear Rivera, Representante Estudiantil, Universidad América.
Víctor Rengifo Hurtado, Representante Consejo Superior, Universidad de Manizales.
Pablo Salazar Martínez, Representante Consejo Superior, Universidad Católica de Manizales.
Laura Valderrama Álzate, Representante Consejo Superior, Universidad Autónoma Latinoamericana.
Fabio Narváez Sáenz, Representante Consejo Superior, Universidad de Manizales.
Jesús Augusto Mejía, Representante Estudiantil, Universidad Cooperativa de Colombia.
Juan Camilo Patorroyo, Representante Estudiantil, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Luis Fernando Duque, Representante Consejo Superior, Universidad de los Llanos.
Éder Ojeda Carranza, Representante Consejo Superior, Universidad de Magdalena.
Camilo Socarrás Mendoza, Representante Consejo Académico, Universidad de Cartagena.
Ana Katherine Moreno Carrillo, Representante Consejo Directivo, ESAP.
Sergio Daniel Vargas, Representante Consejo Directivo, Universidad Autónoma de Occidente.
Germán Celis, Representante Consejo Superior, Universidad del Quindío.
Duberney Galvis, Representante Consejo Académico, Universidad Tecnológica de Pereira.
Gerardo Fletcher Méndez, Representante Junta Directiva, IU Colegio Mayor del Cauca.
Leidy Milena Rincón, Representante Cuerpo Reyente Universidad América.
Alexandra Ortega, Representante Estudiantil, Corporación Universitaria Remington.
Carlos AndrésGarcía Manrique, Representante Estudiantil, Universidad Gran Colombia.
Carlos Fernando Flórez, Representante Estudiantil, Taller Cinco Centro de diseño.
Carolina Vargas Burbano, Representante Estudiantil, Unidad Central del Valle del Cauca.
Víctor Manuel Bustamante, Representante Estudiantil, Unidad Central del Valle del Cauca.
Alejandro Ardila Jiménez, Representante Estudiantil Concejo Académico, Universidad Católica del Oriente.
Alejandra Henao García, Representante Estudiantil Consejo Superior, Universidad de Manizales.
Nicolás Torres Bolívar, Representante Estudiantil, Universidad Cooperativa de Colombia
Érica Alejandra Criollo Núñez, Representante Estudiantil Consejo Académico, Universidad de la Amazonía.
Jaime Andrés Tocora Lozano, Representante Estudiantil Consejo Superior, Universidad del Tolima.
Claudia Marcela Sánchez, Representante Estudiantil Consejo Directivo, Instituto de Bellas Artes de Cali.
Juan José Ariza Sedano, Representante Estudiantil Consejo Superior, Universidad Santo Tomás.
Iván Henao, Representante Estudiantil Consejo Superior, Universidad Santo Tomás.
Daniela Tique, Representante Estudiantil Consejo Académico, Universidad Militar Nueva Granada.
Anthony Rendón, Representante Estudiantil Consejo Académico, Universidad del Tolima.
Álvaro José Julio, Representante Estudiantil Consejo Académico, Universidad Popular del Cesar.
Oscar Ruíz, Representante Estudiantil Consejo Superior, Universidad Pedagógica Nacional.
Carlos Liévano, Representante Estudiantil Consejo Académico, Instituto Colombiano de Estudios de Educación Superior ICESI.
Cristóbal Colón Marín, Representante Estudiantil Consejo Superior, Universidad del Atlántico 


Fuente: La MANE

domingo, 15 de julio de 2012

Reformas Educativas en el Mundo

Compartimos con todos ustedes el Artículo "Reformas Educativas en el Mundo"; este es un reportage realizado por el semanario británico The Economist en Europa, Asia y Estados Unidos y publicado en noviembre 21-27, 1992, The Economist, Vol. 325, No. 7786. Es un texto que, a pesar de haber trascurrido 20 años de su publicación, se torna actual dados los últimos aconteceres reformistas a nivel mundial. Además, podemos entender un poco la génesis de los ataques a las humanidades, que ha sido el común denominador de los proyectos reformistas de los últimos años.


REFORMAS EDUCATIVAS EN EL MUNDO (primera parte)

REFORMAS EDUCATIVAS EN EL MUNDO (segunda parte)

jueves, 12 de julio de 2012

No hay juventud sin Estado Laico


Ponencia de Catalina Ruiz-Navarro, leída el 15 de junio de 2011 en el auditorio Virginia Gutiérrez de Pineda, edificio de Postgrados y Ciencias Humanas, 4:00pm, en el marco del Ciclo de debates contemporáneos sobre el Estado laico.

Solo se puede ser joven en un Estado laico. La juventud, y la laicidad aparecen como nuevos conceptos en la Constitución de 1991 y no es una simple casualidad: su coincidencia se debe a que ambos términos están interrelacionados, y es sintomática de los tiempos en que vivimos. Los conceptos de juventud y laicidad se necesitan el uno al otro y se corresponden casi umbilicalmente. La juventud, como la entendemos en Occidente, solo puede darse en un Estado secular, por eso no es azaroso que estos dos conceptos se estrenen en la Constitución de 1991.

Por un lado, a partir de 1991 el fenómeno de lo religioso adquirió un matiz diferente en el país pues el pueblo colombiano, acorde con línea de pensamiento de la laicidad que heredamos de la Revolución Francesa, proclamó en su Constitución la a-confesionalidad del Estado. Hoy en día en Colombia, al menos en el papel, se reconoce la libertad de cultos como derecho fundamental y se impone al Estado el deber de protegerla y tutelarla.

Por su parte, la noción de juventud ha sido definida desde aproximaciones demográficas, sociales, psicológicas y culturales. La Asamblea General de las Naciones Unidas define a los jóvenes como las personas entre los 15 y 24 años de edad. Esta definición se hizo para el Año Internacional de la Juventud, celebrado alrededor del mundo en 1985, sin embargo, la clasificación o definición siguiendo criterios meramente temporales o cronológicos se ha mostrado arbitraria e insuficiente ya que la juventud es un proceso engloba aspectos como la madurez física, social y psicológica de la persona, la educación, la incorporación al trabajo, autonomía e independencia que pueden incluir la formación de un nuevo núcleo familiar, así como la construcción de una identidad propia, que son difícilmente encajonables en apartados cronológicos.

Según consta en la Gaceta Constitucional No 85 de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, donde se presentó el Informe-Ponencia Derechos de la Familia, el Niño, el joven, la Mujer, la Tercera Edad y Minusválidos una de las características importantes que el Estado debe reconocerle a la juventud es que es un periodo en el que el individuo se encuentra en proceso de desarrollo. La juventud es así, un gerundio, un momento de cambio y formación.
“Por tanto, el adolescente requiere un tratamiento especial y un lugar en la Constitución como máximo ordenamiento jurídico del país para que de ahí se desprendan políticas de desarrollo que lleven al joven paulatinamente a la madurez. Por esta razón, dentro del articulado se propone que el Estado y la sociedad le garanticen al joven un desarrollo integral que contemple los aspectos relativos a la formación física, social, intelectual y sexual; para que así él tenga la oportunidad de acceder a la participación activa en la vida cultural, deportiva, social, política, laboral y económica de la nación. Se trata de adecuar los medios para que el adolescente pueda incidir en la organización de su entorno mediante la intervención en la gestión de los organismos públicos y privados que se ocupan de la juventud.”
Es curioso como la categoría de juventud vino a caer en el mismo saco con categorías tan diversas, e incluso antónimas, como la tercera edad, pero todas estas condiciones humanas tienen en común ser las grandes olvidadas de las leyes colombianas previas al 91. La ponencia, presentada por los Constituyentes Jaime Benítez Tobón, Iván Marulanda Gómez, Angelino Garzón, Tulio Cuevas Romero, Guillermo Perry y Guillermo Guerrero Figueroa llama la atención sobre la demografía particular que son los jóvenes y enfatiza el hecho de que se encuentran en un proceso de desarrollo que idealmente termina con una ciudadanía participativa.

Somos pocos los colombianos que hemos crecido siendo legalmente jóvenes, los mismos que hemos tenido la oportunidad de crecer en un Estado Laico. En la Constitución de 1886 se invocaba el nombre de Dios como fuente de Suprema Autoridad y se reconocía la religión Católica como Nacional y su consiguiente protección. Que la carta constitucional estuviera dedicada a una religión en específico tenía todo tipo de consecuencias, entre ellas una política educativa mediada por las creencias católicas.

En un Estado confesional, y particularmente en un estado confesional Católico, los mandatos de los jerarcas de la Iglesia pesan más que cualquier otro, aun cuando van en contra de la razón, el sentido común, la salud pública e incluso algunos sectores del catolicismo. Previo a 1991 el catecismo católico se impartía obligatoriamente en los colegios, más cuando la iglesia católica se ha destacado por la calidad y efectividad de su misión educativa. Sin embargo, debido a que este era un Estado confesional se enseñaban anacronismos, algunos hasta divertidos, como el creacionismo, otros peligrosísimos, como el rechazo a los anticonceptivos, el rechazo a la homosexualidad y la concepción del aborto como un crimen. En un Estado confesional estas creencias llamadas ‘pecados’ podían equipararse con el crimen, pasando de lo teológico a lo legal sin sorpresa alguna, y esto era lo que se le enseñaba a los colombianos en formación.

Hoy en día el área de educación religiosa forma parte las áreas fundamentales y obligatorias, del currículo común. Sin embargo se señala que la “educación religiosa se ofrecerá en todos los establecimientos educativos, observando la garantía constitucional según la cual en los establecimientos educativos del Estado ninguna persona podrá ser obligada a recibirla”. La misma Ley subraya, “que la educación religiosa se impartirá de acuerdo con lo establecido en la ley estatutaria que desarrolla el derecho de libertad religiosa y de cultos”, remitiéndonos así a la ley 133 de 1994. Esto quiere decir, en teoría, que los jóvenes de hoy tienen derecho a escoger si aprender que el mundo fue creado en 7 días, o no. Más importante todavía, pueden escoger si creerlo o no creerlo lo que abre un amplísimo abanico de intereses y de formas de aproximarse al conocimiento.

Desafortunadamente, en el 2006 el ministerio de Educación ordenó que todos los establecimientos educativos de Colombia ofrezcan en sus currículos “el área de educación religiosa como obligatoria y fundamental”. Al ser una clase de carácter fundamental, su reprobación podrá hacerles perder el año escolar a los alumnos. El gobierno del presidente Álvaro Uribe dijo en su momento que esa enseñanza no debe estar circunscrita “a ningún credo ni confesión religiosa” y que ninguna persona estará “obligada a recibirla”. Sin embargo, los estudiantes que no quieran tomar clases de educación religiosa tendrán que realizar actividades relacionadas con esa área, según la reglamentación adoptada por el ministerio de Educación. Esto para mostrar lo lejos que estamos todavía de el ideal de diversidad y tolerancia que plantea nuestra Constitución y como las creencias religiosas sí siguen afectando de forma tangible nuestras leyes.

Los colombianos en proceso de formación son un importante capital humano para el país y por eso hay que exigir que su educación sea libre y multidisciplinar. La educación debe ser una herramienta para destapar las infinitas posibilidades del mundo. Poco se puede explorar si los caminos se ven truncados por los dogmas de unos jerarcas religiosos. Un Estado laico es un Estado con espacio para la curiosidad, y la curiosidad es el más contundente motor para la educación.

La reforma educativa que implicó la laicidad fue una de las ventajas tangibles de la Constitución de 1991 (al menos durante un rato), sin embargo la importancia de la laicidad para la juventud va más allá de posibilidades educativas, la relación, como afirmé antes, es de sustrato: el concepto de juventud no es operativo sin el concepto de laicidad.

La separación entre la iglesia y el Estado también hace posible uno derechos que más ha afectado y beneficiado a la juventud colombiana: el derecho al libre desarrollo de la personalidad. La pregunta por la existencia es probablemente común a todos los seres humanos y cada religión propone una respuesta. El quiénes somos y el por qué estamos aquí son preguntas ineludibles durante un periodo de búsqueda y forja de la identidad, como es la juventud, dure lo que dure. En un Estado confesional, estas preguntas tienen una única respuesta preconcebida. En la religión católica, al menos, las respuestas son: somos hijos de Dios, y estamos aquí porque Dios lo quiso. Las respuestas dan poca gabela argumentativa, y sin embargo, la deliberación alrededor de estas cuestiones es un ejercicio clave para el desarrollo de una identidad. Dentro de un sistema confesional no hay espacio para la duda (se prefiere la fe) y ¿cómo puede desarrollarse la personalidad sin tener ocasión para preguntarse sobre uno mismo? ¿Que espacio nos quedaría a las nuevas generaciones si no podemos poner en entredicho el mundo que se nos ha entregado? ¿No se trata justamente de eso la juventud?

Pasar de un Estado confesional a un Estado laico implica pasar de un mundo lleno de respuestas a un mundo lleno de preguntas. En un Estado confesional por definición las verdades constitucionales están dadas, son inmanentes a la divinidad, una Constitución dictada en nombre de Dios, o peor aún de un dios en específico, no da lugar al debate porque la fuente de sus afirmaciones es, por definición, inalcanzable. ¿Qué lugar para la participación democrática de los jóvenes quedaría si este fuera un Estado confesional? Gracias a la separación entre Iglesia y Estado que se dio en el 91, las nuevas generaciones pueden formar su identidad libremente y después participar como ciudadanos críticos en democracia.

Un Estado laico es un espacio donde los jóvenes pueden desarrollar libremente su personalidad y donde tienen acceso a todo tipo de creencias y planteamientos, de manera que cada uno puede escoger el tipo de individuo en el que quiere convertirse. Si no hay un espacio para esta búsqueda no hay un periodo de desarrollo, hay un paso abrupto de la pregunta (la niñez) a la respuesta (que es limitante hasta para el adulto); sin espacio para el ensayo y el error, para la hipótesis, la juventud como proceso de desarrollo de los individuos, no existe.

La Constitución de 1991 le da vida jurídica a los jóvenes no solo porque por fin los menciona y los reconoce, también porque les da el espacio para serlo. Solo hay juventud cuando hay un proceso de desarrollo, que no puede ocurrir si no se garantiza el derecho al libre desarrollo de la personalidad. A su vez este derecho, bandera de la juventud, solo puede garantizarse en un Estado cuya Constitución garantice la libertad de culto, pues, ¿cómo puede desarrollarse libremente una personalidad cuando se le dicta una senda con pretensiones indiscutibles? ¿Cómo puede uno elegir quién es cuando la mitad de las posibilidades identitarias devienen pecado, y por ende, crimen? Si ser joven es el proceso de elegir un camino, no hay juventud donde no hay caminos entre los cuales elegir.