MARTES, 24/03/2020 - 22:16
Pasada la primera y brutal sacudida de la realidad,
la perplejidad empieza a dar paso al debate de ideas sobre qué
camino tomará la sociedad occidental que emerja de la pandemia.
En este combate filosófico destacan de momento dos púgiles: el surcoreano Byung Chul Han, que advierte de que el éxito de la
lucha contra el virus a través de la vigilancia digital generará un capitalismo autoritario de estilo asiático, y el
esloveno Slavoj Zizek, que opina que esta crisis supone el
fin del capitalismo y abre la puerta al retorno de un comunismo
idealizado.
Entre el blanco y negro de estas opciones existe
una extensa gama de grises, que va desde los pensadores que aseguran que todo
cambiará a los que apuestan que todo seguirá más o menos igual. También hay
posiciones que, no por menos difundidas, resultan menos valiosas. Es el caso
de Josep Maria Esquirol que, en coherencia con su
popular ensayo 'La resistencia íntima', prefiere el recogimiento y “no hablar demasiado”.
Aunque, como afirma Daniel
Innerarity, en momentos de desesperación la sociedad recurre a los
filósofos, lo cierto es que el primero en plantear ampliamente la cuestión de
¿y ahora qué? (y no solo su opinión) ha sido un historiador. En un artículo
publicado por el 'Financial Times' que se ha convertido en viral, el
israelí Yuval Noah Harari ha escrito que “las decisiones que tomen los gobiernos en las próximas semanas
cambiarán el mundo para siempre”.
El autor del superventas 'Sapiens' afirma que
nos encontramos ante dos elecciones posibles: “la primera es entre la vigilancia digital totalitaria (en la línea que
denuncia Byung Chul Han) y el empoderamiento ciudadano”
y la segunda “entre el aislamiento nacionalista y la
solidaridad global” (línea Slavoj Zizek).
¿Habrá un 'poscovid'?
Josep Ramoneda se
muestra prudente: “Está claro que esto es el fin de un ciclo pero
¿habrá realmente un 'poscovid'? –reflexiona el exdirector del Centre de Cultura
Contemporància de Barcelona--. Yo no me atrevo a decirlo aún. En nuestros
sistemas de poder existe la tendencia a intentar pasar página como si no
hubiera pasado nada, pero también es verdad que los grandes cambios de la
humanidad se han hecho con guerras, crisis económicasy epidemias”.
A Ramoneda le preocupa el prestigio de las
soluciones autoritarias y que el miedo lleve a los ciudadanos a aceptar cosas
que antes se considerarían inaceptables. “Se había reducido a la sociedad a una
suma de individuos y solo nos han vuelto a juntar frente
a una amenaza de muerte –apunta--. Pero, paradójicamente, para
juntarnos nos han separado, obligándonos a dejarnos
de tocar, que es parte de nuestra esencia”. Frente a esta paradoja,
Ramoneda evita hacer vaticinios sobre futuras movilizaciones populares.
Por su parte, Victòria Camps destaca
que de esta crisis “deberíamos extraer una lección de humildad”, pero teme que
este aprendizaje pueda caer en el olvido en cuanto el país se recupere. Para la
filósofa, Premio Nacional de Ensayo 2012, es especialmente importante analizar
la experiencia del confinamiento.
“De golpe nos hemos encontrado ante una limitación de la libertad impensable hace unas semanas –afirma--.
Lo aceptamos porque tenemos miedo al contagio, el nuestro y el de los demás.
Nos hemos vuelto disciplinados y obedientes, en parte por coacción, pero
también porque entendemos que tenemos que cuidarnos. La cultura individualista ha quedado aparcada por el bien común y
a causa de la incertidumbre estamos recuperando la confianza en el estado y el
gobierno porque necesitamos alguien que nos diga qué tenemos que hacer”.
La madre de todas las crisis
Sin embargo, ni siquiera la
madre de todas las crisis ha logrado frenar del todo el ritmo
frenético de la sociedad para pararse a pensar. Pese a todo el dolor y el
horror, muchas personas siguen trabajando, yendo a clase, haciendo exámenes,
consumiendo cultura y quedando con los amigos en línea, profundizando en esa
sensación de perplejidad.
“La digilitación elimina la realidad”,
escribe Byung Chul Han. En este contexto ha tenido mucho eco un
tuit escrito por Santiago Alba Rico: “Esta sensación de irrealidad se debe al hecho de que
por primera vez nos está ocurriendo algo real. Es decir, nos está ocurriendo
algo a todos juntos y al mismo tiempo. Aprovechemos la oportunidad”.
Naomi Klein no es
filósofa pero a la autora de 'La doctrina del shock' se le reserva un lugar
preeminente en este debate. Ella fue de las primeras en aportar su
visión: “Esta crisis, como las anteriores, podría ser el catalizador para que
toda la ayuda caiga en los intereses de los más ricos, incluyendo los
responsables de esta crisis, mientras que las familias pierden sus ahorros y
los pequeños negocios cierran”.
Aún más pesimista se ha manifestado la también
norteamericana Judit Butler que, ciñéndose al
escenario de su país, prevé para el próximo año “un doloroso escenario en el
que algunos seres humanos impondrán su derecho a vivir a expensas de otros”.
Volviendo al combate entre Han y Zizek, el esloveno
(autor del ensayo 'Sobre la violencia' y conocido por no morderse la lengua) coincide
con Butler: “¿Nos estamos preparando para aplicar la lógica más
brutal de la supervivencia del más fuerte? –escribe--. La elección
está entre esto o un tipo de comunismo reinventado […] Se acabó lo de ‘América
(o quien sea) primero!’. América solo puede ser salvada a través de la
colaboración global”.
Ante la mención del “comunismo”, aunque sea un
sentido de comunitarismo global, Han ha saltado como un resorte y ha escrito en
'El País' que, lejos de ser la tumba del capitalismo, la pandemia será el altavoz del éxito del modelo chino y, junto
a la inteligencia artificial, provocará una nueva mutación del capitalismo.
Fuente: elPeriódico.com
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