Introducción
El Partido Comunista Colombiano, es la
organización partidaria de izquierda de mayor trayectoria histórica. Una
revisión a la historia política de esta organización, permite
comprender la memoria histórica y la herencia que pesa en sus dirigentes
a la hora de valorar los diferentes momentos políticos, sus aciertos y
equivocaciones, en la conducción táctica de las fuerzas populares y de
su propia organización, en momentos cruciales de la historia política
contemporánea.
Para este análisis miraré tres momentos
políticos claves de relación entre el PCC y los partidos y clases
dominantes: 1. La segunda república liberal 1930 – 1946, 2. De la
dictadura civil de Laureano Gómez a la Dictadura de Rojas 1946 – 1953.
3. La dictadura de Rojas a los primeros años del Frente Nacional 1953 –
1960.
1. De la Fundación del PCC hasta el fin de la “segunda república liberal”
El Partido Comunista de Colombia se fundó
en el Plénum Ampliado del Partido Socialista Revolucionario (PSR),
reunido en Bogotá el 17 de julio de 1930. El PSR había sido creado en
1926, producto de la ruptura presentada entre comunistas, socialistas y
liberales en el seno de la Confederación Obrera Nacional CON. Los
comunistas liderados por Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo,
María Cano y Raúl Eduardo Mahecha construyeron una nueva organización
con presencia en varios sectores sociales: el naciente proletariado de
las economías de enclave (la zona bananera del Magdalena de la United
Fruit Co. y el emporio petrolero de la Tropical Oil Company en
Barrancabermeja), los artesanos de varias ciudades y los intelectuales
radicales.
En sus orígenes el PCC fue un partido
fundamentalmente de origen obrero y artesanal, dirigido por varios
intelectuales radicales. En gran parte de su historia, el PCC se definió
como el partido que constituía la “vanguardia de la clase obrera”,
subordinando a otros sectores sociales a esta definición (campesinos,
indígenas y sectores medios). Este concepto, propio del
marxismo-leninismo soviético, fue clave en las categorías de análisis y
prácticas comunistas y jugó un papel fundamental en los debates internos
y en las relaciones con otras fuerzas de izquierda, tildadas
frecuentemente como “pequeño burguesas”.
En 1934, el PCC decidió participar en la
campaña electoral con la candidatura del líder indígena Eutiquio Timoté,
para hacer frente al candidato liberal Alfonso López Pumarejo,
caracterizado en ese momento como “gobernante burgués pro-imperialista”.
El periódico del PCC “El Bolchevique”, analizaba de ésta manera las
tendencias políticas del país: El principal enemigo del proletariado, de su
partido de vanguardia y de las masas trabajadoras de la ciudad y del
campo, es el partido liberal, sobre todo su llamada izquierda y dentro
de esta izquierda la variedad fascistizante rotulada unirismo1.
A comienzos de 1936 el PCC, con Ignacio
Torres Giraldo como Secretario General, asumió la orientación de la
Internacional Comunista de construir Frentes Populares Antifascistas,
planteados por Dimitrov en el VII Congreso de la IC en 1935, propuso al
Partido Liberal y al Grupo Marxista la construcción del Frente Popular,
impulsando la consigna “Con López, contra la reacción”. Con López y el
Frente Popular, el PCC avanzó y se desarrolló mediante la creación de la
única y poderosa central obrera de los años 30 y 40 la Central de
Trabajadores de Colombia CTC. Esta alianza le trajo varios beneficios al
PCC, entre otros su crecimiento y expansión nacional, su presencia
electoral que en 1943, había llegado a 27.000 votos, con 10 diputados en
diferentes asambleas del país, 3 representantes a la Cámara y un
Senador2.
Este crecimiento y la autopercepción de su
expansión política propiciaron el surgimiento de una actitud política
sectaria y hegemonista en sus relaciones con otras fuerzas de izquierda,
como el gaitanismo y las demás corrientes socialistas. La autocrítica
del PCC sobre su actitud ante el gaitanismo, realizada tardíamente
(1960) es indicativa de esa visión hegemonista: “Los comunistas considerábamos en ocasiones a
los liberales de izquierda, en vez de naturales aliados, como los más
peligrosos adversarios porque pensábamos que deliberadamente contribuían
a mantener a las masas bajo la influencia ideológica de la burguesía y
no tomábamos en cuenta, antes que sus aspectos negativos, la
significación verdadera de sus hondas contradicciones con la clase
burguesa. En ese terreno, los comunistas adelantamos luchas exageradas
contra la confusa agrupación de izquierda denominada UNIRISMO, que
intentó formar Gaitán, aunque sin deslindarla consecuentemente como un
nuevo partido independiente de los partidos tradicionales3.”
En 1943, con Augusto Durán como el nuevo Secretario General, el PCC propuso las siguientes orientaciones: El nombre de Partido Comunista no responde a
la realidad nacional, porque ahora no se lucha por el comunismo en
Colombia, porque ahora lo esencial para nosotros es que nuestra patria
sea libre y próspera, que nuestra patria supere el atraso económico que
heredamos de la feudalidad4.
En agosto de 1944 en el II Congreso del PCC
se cambió el nombre por el de Partido Socialista Democrático, evento
apoyado por Alfonso López Pumarejo quien envió como delegado oficial al
Ministro de Trabajo Adan Arriaga.
Varios PC del mundo decidieron cambiar su
nombre por otros “más moderados”. Sobre esto el caso más influyente fue
el del Partido Comunista de Estados Unidos, cuyo Secretario General fue
desde 1930 hasta 1944 Earl Browder. En 1944 Browder publicó su libro
Teherán, en el que revisaba el planteamiento de Lenin sobre el carácter
del imperialismo y el capital financiero, considerando que la II Guerra
Mundial demostraba que con la ayuda de los EU las naciones oprimidas
podrían superar su secular atraso. Él mismo orientó el cambio de nombre
de PCEU por el Asociación Política Comunista de los EU-APC. En julio de
1945, Browder es destituido de la dirección de la APC y sus
planteamientos rechazados como revisionistas5.
Durante la década de 1940 las instancias de
dirección partidaria tuvieron dificultad en el análisis de los cambios
en la sociedad colombiana, particularmente el que las clases dominantes
consideraban agotado el modelo gestado durante la Revolución en Marcha,
de alianza con el sindicalismo de la Central de Trabajadores de Colombia
CTC y algunos intentos democratizadores. Durante la “pausa de Santos” y
posteriormente el giro de López el PCC se mantuvo como firme aliado del
oficialismo, perdiendo iniciativa en la capacidad de dirigir la
movilización popular, como se evidencia en el desastre de FEDENAL (la
federación más grande de la CTC que agrupaba a todos los trabajadores
del río Magdalena)6. La huelga estalló a finales de 1945 en el gobierno
de Lleras y el PSD (nombre que tenía entonces el PC) dirigido por
Augusto Durán, esperaba que el gobierno liberal fallase a favor de los
trabajadores, como lo había hecho en años anteriores, pero el gobierno
derrota al movimiento y junto a los patrones destruye FEDENAL
debilitando la CTC.
Posteriormente el PCC hará un balance y
responsabilizará de estos errores a Durán y sus seguidores, acusados de
estar influenciados por el Browderismo: Nuestro partido difundió intensamente primero
los artículos y luego los libros del entonces secretario General del
Partido Comunista de los Estados Unidos, Browder, quien utilizó la
gloriosa bandera antifascista para encubrir el contrabando de un
revisionismo hábilmente disfrazado de consideraciones tácticas. Browder
sostenía que se había abierto una nueva perspectiva histórica, de
estrecha colaboración en la guerra y después de ella, entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética, que aseguraría un mundo sin crisis
económicas ni conflictos armados; el paso gradual del capitalismo al
socialismo; el desarrollo pacífico de los pueblos atrasados con el apoyo
financiero Norteamericano7.
Con la expulsión del sector “duranista”, el
PC perdió importantes sectores obreros que eran la base social de Durán,
entrando en un proceso de ruralización, tanto por su composición social
como por orientación política8.
2. De la dictadura civil de Laureano Gómez a la Dictadura de Rojas 1946 – 1953.
El PCC sostuvo la alianza con el oficialismo
liberal, en 1946 apoyó a Gabriel Turbay y no a Gaitán, “el títere del
laureanismo” como se le llamaba entonces. La división del liberalismo y
este error táctico del PCC posibilitó el triunfo del conservatismo.
Todos estos sucesos impactaron profundamente a las jóvenes generaciones
de comunistas, que empezaron a desconfiar de las orientaciones de la
dirección partidaria. El centro del debate giraba en torno a las
alternativas ante la convulsionada situación nacional: lucha política
legal con formas de resistencia armada o guerra campesina
revolucionaria.
La proyección sobre la resistencia campesina
armada en zonas en las que el Partido Comunista ejercía influencia,
ocasionó una pugna entre el sector del Comité Central que planteaba
defender la legalidad del Partido y buscar acuerdos con los sectores
democráticos del Partido Liberal y aquellos sectores minoritarios, que
insistían en la necesidad de convertir la resistencia armada campesina
en la principal forma de lucha para conquistar el poder.
En 1947, tras analizar la situación de
violencia que empezaba a agudizarse dramáticamente en todo el país, el
V Congreso del Partido definió una táctica que privilegiaba la alianza
con el Partido Liberal en la lucha contra el régimen conservador. Con
los liberales estuvieron de acuerdo en que la principal forma de lucha
era la resistencia civil, “Política de masas, acción de masas,
resistencia de masas y no aventuras”.
Desde antes del asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán, el 9 de abril de 1948, el país era sometido a una brutal
represión, conocida como la reconservatización territorial a sangre y
fuego. Ante esta situación de violencia contra las bases campesinas y
urbanas del PCC este tuvo que autorizar a fines de 1949, los Comités de
Autodefensa en el campo, los cuales buscaban proteger a las bases de la
represión armada y a la vez contener su impredecible respuesta, las
consignas del momento fueron: autodefensa de masas, Reforma
Constitucional llamando a una Junta de Gobierno paritaria y mantenerse
como “oposición democrática”. Estas consignas y la táctica que
propusieron suscitaron la polémica de parte de los sectores radicales
que exigían que el Partido se decidiera por la lucha armada como forma
principal, más que por la simple resistencia.
A comienzos de la década de 1950 en dos
eventos del Partido, el XIII Pleno y la fundación de la Juventud
Comunista JUCO en Viotá, nuevamente afloraron las discusiones. En el
evento fundador de la JUCO en Viotá, Pedro León Arboleda, su hermano
Próspero y Pedro Vázquez Rendón, pero fueron criticados como
“aventureros izquierdistas” por Filiberto Barrera durante el XIV Pleno
de 1951. La Dirección partidaria sostenía que todavía se podían
utilizar los espacios democráticos que ofrecía el régimen, y sostenía
la tesis de acumular fuerzas en la ciudad y preparar la insurrección9.
En 1952 durante el VII Congreso realizado
en abril se evaluó la situación nacional y se exigió que las zonas
guerrilleras volvieran a su carácter de autodefensa de masas. En el
Congreso se planteó que “las guerrillas no [serían] un factor decisivo
en la lucha por la liberación del pueblo colombiano, mientras no
[pudiesen] fundirse en un movimiento popular que se [expresara] en la
lucha de masas” y recalcaba, respondiendo a los sectores que
cuestionaban tal enfoque del Comité Central que “la extensión y alcance
de la lucha guerrillera [había] sido, sin embargo, exagerada por
elementos aventureros o ilusos”10.
Esta situación se dio en un momento en que el
gobierno conservador orientaba al ejército a concentrarse en la lucha
antiguerrillera. El Batallón Colombia a su regreso de la guerra de
Corea aplicó las tácticas contraguerrilleras aprendidas de los
militares norteamericanos. El sur del Tolima, en el mes de septiembre de
1952 sirvió de laboratorio en el cual se ensayaron las primeras
tácticas de guerra de aniquilamiento, que meses después se aplicaron a
gran escala contra los campesinos armados de los Llanos.
3. La dictadura de Rojas a los primeros años del Frente Nacional 1953 – 1960.
El 13 de Junio de 1953 las clases dominantes
acordaron depositar el control absoluto del poder en el Ejército,
aprobando el golpe militar de Rojas Pinilla.
El liberalismo calificó el 13 de junio como
fecha de la liberación nacional, y los periódicos El Tiempo y El
Espectador hablaron de Rojas como el “segundo Libertador”. Por su parte,
la dirección del Partido Comunista insistió en la desmovilización de
las guerrillas y su conversión en movimientos de autodefensa. El Partido
ordenó entrar en conversaciones con el Ejército y suspender
operativos militares.
En las nuevas circunstancias políticas del país, el PCC consideró que en las actuales condiciones, todo intento de
proseguir la lucha en su forma guerrillera, se opone al deseo y
voluntad de las masas, la cual exige enrumbar una política de masas,
resistencia de masas por senderos que concuerden con la realidad
política nacional y local11.
La Dictadura de Rojas, cristalizó una
política contra el “comunismo internacional”, así que además de lograr
la desmovilización de varias guerrillas liberales, expidió un decreto
para ilegalizar al PCC y aislar a la jefatura del liberalismo
oficialista a quienes solía llamar “guerrilleros intelectuales”,
refiriéndose a Eduardo Santos y a Lleras Camargo. Así que el PCC orientó
como táctica ante la dictadura “desenmascarar” a Rojas y presionar el
cumplimiento de las promesas gubernamentales de paz y
reconciliación, lo que indica que guardaba cierta esperanza de que la
dictadura militar trajera democratización.
La dictadura de Rojas no fue leída de manera
similar por toda la izquierda colombiana, socialistas como Antonio
García, la pensaron como una posibilidad antioligárquica que colocaba
por fuera a los partidos tradicionales y al PCC. García había tenido
anteriormente diferencias con el PCC, en tiempos de Gaitán, García
ingresó al Gaitanismo, lo defendió y articuló el Programa del Colón, por
lo que muchos militantes del PCC tildarían al gran pensador Antonio
García como profascista pequeño burgués. García fue asesor económico de
la dictadura y ayudó a estructurar parte de su programa social.
Durante la dictadura, el PCC tuvo que
resistir las agresiones militares contra las zonas rurales y mantenerse
en la clandestinidad, buscando contactos con el oficialismo liberal. Su
táctica fundamental fue entonces recobrar la legalidad, para poder
expresar abiertamente su posición, rechazando las tesis de varios de sus
militantes de impulsar la lucha armada como táctica y estrategia
principal.
Al comienzo del Frente Nacional el partido apoyó decididamente al sector liberal:
Nuestro Partido hizo bien en respaldar las
campañas del ’frente civil’ de la burguesía en todo lo que tenía de
positivo, pero no denunció con la necesaria claridad ante las masas
populares su estrecho y excluyente carácter de clase12.
El apoyo al régimen tiene que ver con la
aplicación de la política de reconquista de la legalidad y la tesis de
construir un “gran partido de masas”. La línea oficial del Partido fue
la tesis de la combinación de todas las formas de lucha, manteniendo la
lucha armada a nivel de autodefensa.
La táctica de lucha del PCC orientada a la
defensa de la legalidad del Partido y las alianzas con sectores del
liberalismo, profundizó la inconformidad entre varios de sus miembros,
quienes veían que el Partido empezaba a perder su vitalidad
revolucionaria.
El PCC realizó el IX Congreso a mediados de
1961, planteando como táctica principal para el período, la alianza
electoral con el Movimiento Revolucionario Liberal de Alfonso López
Michelsen recién creado en 1960. Esta orientación agudizó las
diferencias y llevó a una serie de expulsiones masivas. Francisco
Garnica, Secretario Político de la JUCO en el Valle fue expulsado en el
5o. Pleno, en 1962. El 11 de marzo de 1962 el Comité Ejecutivo Central
de la JUCO expulsó a Edisson Lopesierra, Fred Kaim, Uriel Barrera, César
Uribe, Libardo Mora Toro (futuros fundadores del PC de C (m-l) y
Víctor Medina Morón (uno de los fundadores del ELN).
El 3 de diciembre de 1963, Pedro Vázquez
Rendón, miembro del Comité Central del Partido Comunista envió una
carta al Partido cuestionando su expulsión en el 29 Pleno de esa
organización. Los puntos esenciales del documento fueron:
Cuestionamiento
a la creencia del partido en una alianza con la burguesía, o en la
existencia de sectores progresistas de la burguesía. Para él la
burguesía colombiana es pro-imperialista.
Oposición
a la estrategia de participar en elecciones, planteando que están
cerradas las vías para la participación electoral.
Condena la línea de la autodefensa para el movimiento campesino, pues impide el avance a “formas superiores de lucha”.
Defensa de la Revolución Cubana, de la revolución venezolana, y de las tesis del Partido Comunista Chino y de Mao Tse-Tung10.
El debate al interior del partido culminó con
las expulsiones de una gran cantidad de cuadros del partido, los
regionales de Magdalena, Bolívar y la Guajira fueron clausurados en
1963. Y durante los dos años siguientes el número de militantes
expulsados fue en aumento en los regionales Valle, Santander,
Cundinamarca, Boyacá, Huila y Bogotá.
De la JUCO fueron expulsados el 80% de sus
militantes en los regionales de Bogotá, Santander, Valle y la Costa
Atlántica. Aún en 1966, el PC encontraba dificultades para reorganizar a
la JUCO. El dirigente del PC, Álvaro Vázquez se quejaba posteriormente
sobre el que, a su juicio, era todavía en los años 70 el gran problema
de la Juventud Comunista: seguir teniendo una fisonomía de ’partido
comunista de jóvenes’, que tiende a acatar con dificultad las
directrices del Partido.
EPILOGO
El Partido Comunista, como otros partidos y
organizaciones de izquierda ha tenido que enfrentar diferentes contextos
políticos, no siempre favorables. Su táctica, producto de una herencia
histórica y cultural, para esas circunstancias adversas, ha sido por lo
general buscar alianzas y coaliciones con sectores de las clases
dominantes para golpear a otros, por encima de la alianza con otros
sectores de la izquierda. El resultado de estas alianzas ha sido ambiguo
para el PCC, unas veces favorable y otras desfavorable. Para los
sectores populares estas alianzas del PCC han sido más desfavorables,
por lo que este partido debe realizarse autocríticas frente a su
comportamiento político.
NOTAS
1. En Álvaro Tirado Mejía. “López Pumarejo:
La revolución en Marcha”, Nueva Historia de Colombia, Vol. 1, Bogotá:
Editorial Planeta, p. 311.
2. Álvaro Tirado Mejía, “Colombia: Siglo y
Medio de Bipartidismo”, Colombia Hoy, 8a. Edición. Bogotá: Siglo XXI
Editores, 1982, p. 161.
3. Partido Comunista Colombiano. Treinta años de lucha del PCC, Bogotá: Editorial Los Comuneros, 1960, p. 29.
4. Daniel Pecaut. Política y Sindicalismo en Colombia, Medellín: Editorial La Carreta, 1973, p. 232.
5. Mao Tse-Tung, “Telegrama al Camarada William Z. Foster”, 29 de julio de 1945 Obras Escogidas, Tomo III, p. 297.
6. Renán Vega Cantor, Crisis y caída de la República Liberal 1942-1946. Ibagué: Editorial Mohan, 1962.
7. PCC, op.cit., p. 58
8. Medófilo Medina, “Mercedes Abadía y el
Movimiento de las mujeres colombianas por el derecho al voto en los años
cuarenta”, Las raíces de la memoria. Barcelona: Universidad de
Barcelona, 1996, p. 548.
9. Eduardo Pizarro León Gómez, LAS FARC
1949-1966, de la autodefensa a la combinación de todas las formas de
lucha, Bogotá: Tercer Mundo Editores-IEPRI UN, 1991, p. 53.
10. PCC, op. cit., p. 101.
11. Ibíd., p. 125.
12. Partido Comunista, Documentos Políticos, No. 13, 1959, p. 28.
13. Pedro Vázquez Rendón, “Carta Abierta al
Secretariado del Comité Ejecutivo del Comité Central del Partido
Comunista de Colombia. Santa Marta, 3 de diciembre de 1963”, PC de C
(m-l) Documentos Volumen 2, Medellín: Editorial 8 de junio, 1975.
Fuente: Radio Macondo