Por: Juan Sebastián López M
Cuando Nouriel Roubini anticipó la catástrofe de las hipotecas
subprime, muchos lo desconocieron y lo tildaron de “apocalíptico”. En
Colombia, no son pocos los que le han atribuido ese calificativo, entre
otros, al Polo y en particular al senador Jorge Robledo, quien con
acierto ha explicado las consecuencias negativas de la apertura hacia
adentro impuesta con el Consenso de Washington hace ya un cuarto de
siglo y cuya fase superior son los actuales Tratados de Libre Comercio.
Resulta inevitable reconocer que las políticas se agotan, sobre todo
cuando fracasan. Este es el caso del neoliberalismo, instaurando por el
ex presidente Cesar Gaviria y su ex ministro de comercio exterior y hoy
presidente, Juan Manuel Santos. Tras más de dos décadas de la política
aperturista, Colombia, además de desmantelar su industria y acabar con
el agro como opción de vida, encabeza la lista de los países con los
medicamentos, la gasolina y los fertilizantes más caros del mundo. Voces
tan autorizadas como Abdón Espinosa, Eduardo Sarmiento, Aurelio Suárez y
Cecilia López han diagnosticado las causas de esta situación de crisis
del agro y la industria.
Como dijo Nairo Quintana “Es muy triste sacar un bulto de papa a una
plaza y ponerse uno a llorar de tristeza porque ni siquiera saca
lo de los transportes”. En contra de la evidencia, el gobierno Santos y
su ministro Díaz Granados solo atina a decir que seguirán defendiendo
el libre comercio y que tranquilos, que nuestro país todavía está muy
cerrado y que ya vienen los TLC con Corea, Panamá, China y la Alianza
Pacífico. De un dogmatismo que enceguece. Su propia versión de “el tal
paro no existe”.
Los desfiles y movilizaciones sociales por todo el país han estado
tan presentes y han sido tan notorias que ya parecen cotidianas. Sin
duda, el país está cambiando. El modelo económico está en discusión y
los campesinos, trabajadores, empresarios nacionales, estudiantes,
padres y madres de familia, desempleados, profesionales y casi todo el
país se encuentra inconforme con las políticas que se han venido
aplicando. Casi, porque excepto un puñado de personas que se beneficia
de reemplazar la producción nacional por la extranjera, la gran mayoría
sufre las consecuencias del fracasado modelo neoliberal que acaba con el
trabajo y el ahorro de los colombianos.
Revertir el neoliberalismo es una necesidad nacional, en paralelo se
debe impulsar la producción colombiana, promover el mercado interno,
invertir en educación, ciencia, tecnología e innovar para agregar valor y
conocimiento a nuestra producción. Afortunadamente los pueblos no se
transforman cuando cambian sus dirigentes, sino cuando los pueblos
cambian y estos a su vez cambian a sus dirigentes. Ya estamos dando el
primer paso.
NO SE ME OLVIDA:
1. Campesinos, obreros agrícolas y empresarios nacionales se ganaron
el respeto y la solidaridad de la sociedad colombiana con su heroico
Paro Nacional Agrario, ahora el gobierno debe cumplir los acuerdos a los
que llegaron.
2. El 11 de Septiembre con una gran marcha de antorchas en todo el
país el movimiento estudiantil, en cabeza de la Mesa Amplia Nacional
Estudiantil -MANE-, le contará a Colombia que existe una propuesta
alternativa para solucionar la crisis de la educación superior. El 12 de
septiembre, los maestros desfilaran en todo el territorio por sus
derechos. 11 Y 12 por una educación pública, gratuita y de calidad.
Fuente: ELESPECTADOR.COM
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