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lunes, 22 de julio de 2019

Muere la filósofa húngara Ágnes Heller, superviviente del Holocausto

Fue una de las pensadoras más influyentes del siglo XX, autora de una obra muy amplia, que reflexionó sobre la historia, la razón y la vida cotidiana.


Resultaba chocante el contraste entre el físico de Ágnes Heller (Budapest, 1929) la filósofa húngara fallecida este viernes a los 90 años, y la fuerza de su pensamiento y de su biografía. Menuda y solo aparentemente frágil, sobrevivió al Holocausto en Budapest —la mitad del millón de judíos asesinados en Auschwitz eran húngaros— y a la represión estalinista posterior a la Segunda Guerra Mundial, que le obligó a exiliarse durante décadas. Sin embargo, desde Estados Unidos y desde Australia elaboró un pensamiento basado en un profundo conocimiento de la historia, pero también de la vida cotidiana, a medio camino entre la filosofía y la sociología, que logró atravesar fronteras hasta convertirla en una de las pensadoras más influyentes de la segunda mitad del siglo XX.
Obras como Historia y futuro ¿sobrevivirá la modernidad?El hombre del renacimientoSociología de la vida cotidiana, Crítica de la ilustración o Para cambiar la vida son algunos títulos de Heller publicados en España, donde su pensamiento encontró una amplia difusión. Fue colaboradora habitual de EL PAÍS desde los años ochenta y publicó su último artículo en este periódico el pasado mes de abril, sobre el tema que más le preocupaba en este momento: el giro autoritario del primer ministro húngaro Viktor Orbán y el peligro que esto representaba para la democracia en Europa. Como superviviente de los totalitarismos nazi y soviético, sabía perfectamente cuáles podían ser las consecuencias de quedarse de brazos cruzados ante un asalto contra las libertades.
Creía que la historia no se repetiría y pensaba que estábamos muy lejos de los años treinta, pero a la vez estaba convencida de que la democracia estaba en peligro en algunos países de Europa, porque consideraba que el Estado de derecho no se basa solo en votar. También le preocupaba el asalto contra la razón por parte del extremismo islámico y el peligro que el nacionalismo representaba para la UE. Además, fue una importante pensadora feminista, un tema sobre el que afirmaba: "Es la única revolución que no considero problemática y es la mayor de nuestro tiempo, porque no es una movilización contra un periodo histórico, sino contra todos los periodos. La única totalmente positiva, tal vez junto al desarrollo de los derechos humanos".
Este diario la entrevistó en Budapest en el verano de 2017. Vivía en un luminoso y desordenado apartamento con impresionantes vistas sobre el Danubio, lleno de libros y de revistas sobre todo tipo de temas, que mostraban que su enorme curiosidad intelectual nunca se apagó. La Academia Húngara de Ciencias anunció el viernes por la noche su fallecimiento, aunque no precisó la causa. Según el portal húngaro 444.hu, falleció mientras nadaba en el lago Balatón, donde muchos ciudadanos de la Europa comunista pasaban sus vacaciones. Curiosamente, fue allí donde comenzó a resquebrajarse el telón de acero cuando a miles de ciudadanos de Alemania del Este que estaban en Hungría se les permitió abandonar el país hacia Occidente.
Heller no tenía ningún problema en responder a preguntas sobre cualquier tema, ni en recordar el Holocausto. Narraba la forma en que sobrevivió a la Shoah, cuando los nazis con el apoyo de los fascistas húngaros, los Flechas Cruzados, organizaron primero la deportación a Auschwitz de los judíos de Budapest y luego su asesinato en masa en la propia ciudad cuando, ante la inminencia de la llegada de los soviéticos, los trenes hacia la muerte dejaron de salir. "Como todo el mundo que consiguió salir vivo de aquello, fue por accidente. Mi padre fue asesinado en Auschwitz, mi madre y yo estuvimos a punto de morir, pero de alguna forma nos libramos. Los Flechas Cruzadas mataron a muchos judíos junto al Danubio, pero pararon antes de llegar a nuestra casa. También me dispararon, pero como soy baja, el tiro pasó por encima de mi cabeza. En otro momento nos pusieron en una cola. Supe que no debíamos quedarnos allí porque nos iban a matar y logramos escapar. Aunque eso no fue suerte, sino instinto".
Tras la Segunda Guerra Mundial, primero estudió y luego enseñó Filosofía en la llamada Escuela de Budapest, que impulsaba el filósofo marxista Georg Lukács. Después de la invasión soviética de 1956 que aplastó un intento de liberalización del régimen comunista húngaro, se convirtió en disidente y acabó por exiliarse, primero como profesora en Melbourne (Australia) y luego en la New School for Social Research de Nueva York. Hasta el final de sus días, dio conferencias y seminarios por todo el mundo.
Como otros filósofos arrollados por el siglo XX, reflexionó sobre la Ilustración y sobre cómo se podía haber pasado de la esperanza que despertó la razón –se consideraba deudora de pensadores de la modernidad como Spinoza y Kant– a los horrores del totalitarismo. Fue marxista en sus orígenes, aunque luego se despegó de cualquier marco teórico que cercenase su voluntad de buscar respuestas.
Perdió la confianza en la razón, porque sin ella no se hubiesen podido construir los campos nazis o soviéticos ni organizar la deportación de millones de personas, pero nunca en el ser humano. Preguntada sobre sus creencias, respondió en aquella entrevista: "¿Tengo que creer en algo? Tal vez pueda responder a su pregunta. Creo en algo: las personas buenas existen, siempre han existido y siempre existirán. Y sé quiénes son las buenas personas".
Fuente: 
https://elpais.com/cultura/2019/07/20/actualidad/1563613892_827024.html?fbclid=IwAR3o5ZxNm1EVvuK-DC-Th0W8w3IKSzBwF8ysFcWHgyWuxH7B3heG8OpNdrg

jueves, 18 de julio de 2019

Las fuentes filosóficas de nuestra independencia

Este 20 de julio celebramos el grito de Independencia de 1810, y el próximo 7 de agosto, la liberación del yugo español en la batalla de Boyacá. Si bien suele atribuirse a estos actos la influencia ideológica de la Independencia americana y la Revolución francesa, lo cierto es que las fuentes filosóficas de la Independencia se remontan al pensamiento español, específicamente, al del jesuita Francisco Suárez. 

El sacerdote jesuita Francisco Suárez (1548–1617), uno de los pensadores más relevantes de su tiempo, y quien influyó en las teorías liberadores que llevaron a la independencia de varios países de América Latina. Cortesía
Durante mucho tiempo circuló la peregrina idea de que España no había legado en filosofía nada digno a Europa. Sin embargo, esto se debe a que en la modernidad se llegó a pensar que África empezaba en los Pirineos mismos y que España sólo era tierra de conejos. Esta especie de eurocentrismo impidió reconocer que el pensamiento de hombres como Fray Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria y, muy especialmente, Francisco Suárez, mucho antes que Ortega y Gasset, habían legado a Europa parte de las ideas modernas. En estricto sentido, mucho de lo que hoy se llama defensa de las culturas, la diversidad étnica, el derecho internacional, o las discusiones sobre la “guerra justa”, no serían posibles sin de Las Casas y Vitoria; así mismo, la famosa teoría del contrato y de la soberanía popular, no lo sería sin el gran pensador español Francisco Suárez. 
En efecto, Suárez fue uno de los pensadores españoles más importantes del siglo XVI y XVII. Su influencia se puede rastrear en Descartes, Leibniz, Wolf, Schopenhauer y hasta en el mismo Heidegger. Esto se debe a que Suarez realizó en su famoso libro Disputaciones metafísicas,publicado en Salamanca en 1597, sendos aportes a la escolástica española, la cual tuvo una gran influencia en la modernidad europea. Sin embargo, uno de sus aportes más interesantes lo encontramos en su teoría política, especialmente, en su libro De legibus, publicado en 1612 y conocido también en toda Europa. 
Para Suárez, en estricto sentido, el poder reside en el pueblo, en la comunidad política. Ella posee la potencia, como diría Enrique Dussel.  De tal manera que, a diferencia de Hobbes, el jesuita no parte de un individuo abstracto, por fuera de la comunidad para fundamentar la autoridad política. Más bien, este individuo en comunidad, refrenda a posteriori la misma, mediante un pacto con un magistrado (monarca) o un grupo de ellos o aristocracia a quien se le delega el poder.  Desde este punto de vista, el gobierno es meramente un sirviente del pueblo, quien siempre conserva la soberanía, pues la delegación no es absoluta. Dice Dussel en su monumental Política de la liberación (volumen 1): “La comunidad política…siendo la depositaria última del poder político…puede transferirlo o trasladarlo a un magistrado o rey, previo contrato o pacto”, este traslado no es completo, ni irrevocable, sino que es “una concesión condicionada,  limitada […] El poder, por consiguiente,  dimana del pueblo”. Por lo demás, el pueblo o la comunidad política siempre puede recuperar el poder. Esto ocurre en varios casos, cuando las leyes son injustas, cuando son demasiados gravosas, cuando no se obedecen, es decir, cuando no tienen eficacia. Y si el rey se convierte en tirano y usa el poder para dañar a la ciudad, es lícito defenderse del rey pues el “pueblo nunca ha sido privado” del poder mismo.


https://www.elespectador.com/noticias/cultura/las-fuentes-filosoficas-de-nuestra-independencia-articulo-871697

domingo, 14 de julio de 2019

Los debates del transhumanismo buscan sitio en la sociedad

El movimiento que busca una “mejora” del ser humano abre nuevos debates éticos

Los debates del transhumanismo buscan sitio en la sociedad
“Si pudieras decidir que tu hijo fuera más alto, que tuviera un determinado color de ojos, o escoger el sexo, ¿lo harías?, ¿Y si fueras capaz de dotarle con el doble de memoria o duplicar su capacidad física?”. Con estas preguntas el catedrático de Ética de la Universidad Ramon Llull, Francesc Torralba, introduce algunas de las miles de dudas que presenta el transhumanismo. Un movimiento, en ocasiones descrito como filosofía, ideología o utopía, que tiene como objetivo final transformar la condición humana mediante el desarrollo y la fabricación de tecnologías que mejoren las capacidades humanas físicas, psicológicas e intelectuales.
Los transhumanistas defienden, en uno de los ocho puntos de su Manifiesto, el “derecho moral” de todo aquel que quiera utilizar la tecnología para ampliar sus capacidades mentales y físicas y para tener el control sobre sus propias vidas. Esta posición, que como señalan algunos autores internacionales podría crear un “Homo aumentado”, no cuenta, según explica Torralba, con una legislación universal que frene esta evolución a dos velocidades, y reclama atención en este debate.
Uno de los analistas que reflexionó sobre el transhumanismo y que ahora recoge la obra El transhumanisme sota la lupa es el sociólogo y actual presidente del CIS, José Félix Tezanos. “¿Diseñaremos seres humanos que tengan la capacidad de vivir con más calidad de vida, de tener más inteligencia, mayor resistencia a la fatiga, mayor rapidez para resolver cualquier conflicto, para acumular más conocimientos? Probablemente ya tenemos muchas de las capacidades y conocimientos que nos permitirían hacerlo”, señala.
El sociólogo apunta las ideas de autores como Lee Silver que hablan de la futura creación de paraísos genéticos, lugares donde se harán tratamientos para gestar personas con genes “enriquecidos”. Dando como resultado la creación de una nueva clase social, la “genocracia”, como fruto de riqueza y genes. Tezanos apunta que en un “futuro posiblemente bastante próximo” será posible dotar a los hijos de este “enriquecimiento” genético.
El presidente del CIS apuesta a que las sociedades más civilizadas intentarán prohibir estas “aberraciones”, pero señala que en el actual mundo global todo está abierto y es posible. En este punto, Tezanos recuerda la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en la que existían varios tipos de seres humanos diseñados por ingeniería genética, cada uno con funciones diferentes según el nivel de inteligencia atribuida desde el nacimiento.
Las dudas éticas envuelven todas las aristas que surgen del debate del transhumanismo, y varios de los autores que lo abordan recuerdan el mito prometeico del robo del fuego. El director del Centro Nacional de Supercomputación, Mateo Valero, asemeja una futurible superinteligencia hija de la fusión entre inteligencia humana y tecnología, a la llama sagrada robada por el Titán. “Hemos de esperar que los reguladores y los legisladores comprendan el riesgo que acarrea no hacer nada y, aún peor, haciendo, no hacer lo correcto”. Los autores advierten que en el mito griego, Prometeo acaba eternamente torturado y la humanidad padeciendo los males de la caja de Pandora.

Fuente:
https://elpais.com/ccaa/2019/06/25/catalunya/1561482952_633568.html?fbclid=IwAR2nTgo71F47_JpjlpA7-MypbuotwjnL_0dsUty44y7O8En0MJoiO364H_w

martes, 9 de julio de 2019

Llamado a ponencias y propuestas artísticas - Decimocuarto Foro Anual de Filosofía Stoa 2019

Del 20 de junio al 15 de agosto de 2019 estará abierto el llamado para participar, como ponente o artista, del Decimocuarto Foro Anual de Filosofía Stoa 2019, que se realizará del 26 al 28 de septiembre de este año en El Carmen de Viboral, Antioquia - Colombia.
Mayor información en el siguiente enlace: 
http://www.culturaelcarmen.gov.co/eventos/foro-stoa/blog-foro-stoa/452-llamado-a-ponencias-y-propuestas-artisticas-decimocuarto-foro-anual-de-filosofia-stoa-2019
afiche convocatoria stoa 2019 web